Hay resistencia.
Lo que parecía imposible en la primera mitad de 2020, en aquellos meses de feroz e inútil dictadura promovida por el gobierno PSOE/Podemos y sus cómplices con la excusa de una más que discutible pandemia y con la ocultación y desinformación promovida desde el poder, se está materializando ahora.
No sabría decir si el detonante para que esta resistencia haya comenzado a moverse ha sido la manifiesta intención de los políticos y sus amos respecto a inocular a una población infantil y juvenil que en absoluto supone un riesgo de contagio para el resto de población adulta. Quizás haya tenido algo que ver que las redes sociales y medios alternativos, que se mueven fuera de la férrea censura de las Big Tech, se hayan convertido en verdaderos canales de información sobre la realidad de la Covid 19 y en tribunas de los científicos, médicos, virólogos, inmunólogos… etc., que han sido minuciosamente desprestigiados y apartados de la información oficial. O quizás el reactivo de semejante despertar haya sido la realidad incontestable que nos demuestra que aquella promesa que nos anunciaba que el fin de la crisis llegaría cuando la mayoría de la población estuviera “vacunada” no ha sido más que otra mentira infame y diabólica que ha quedado al descubierto cuando los inoculados, supuestamente inmunizados, se han infectado en masa con un alto porcentaje de enfermos graves y fallecidos que, en algunos países, han llegado a cifras de escalofrío.
El caso es que hay resistencia. Y es una resistencia que comienza a preocupar al poder, quien está tratando de infiltrarla y dividirla con las viejas estrategias de toda la vida; creando movimientos y asociaciones poco beligerantes que tratan de llevarse a la gente de los grupos que sí se mueven y protestan. Pero lo van a tener difícil. Porque esta realidad, la realidad que ante tus ojos cuestiona las delirantes medidas para combatir la “plandemia”, y que te invita a que te preguntes por qué están sucediendo ciertas cosas, esa realidad ahora es demasiado grande como para que la oculten los medios de comunicación que se arrodillan ante los gobiernos y la Big Pharma por un puñado de monedas.
Las manifestaciones del 14 de agosto de 2021 son la muestra de que si verdaderamente el pueblo quiere, el pueblo puede. Sin banderas políticas. Sin políticos estafadores, ladrones, vividores e inmorales. Sin asociaciones parásitas del dinero público esquilado al contribuyente. Sin ideologías que siembran el odio, la división, la pobreza y la desesperanza. A las manifestaciones del 14 de agosto contra la inoculación de las timovacunas a niños y adolescentes acudieron quienes han comprendido que esta gran farsa de la Covid 19 puede tener un final; y que ese final no vendrá precisamente de la mano de gobernantes e industriales de la Big Pharma. Vendrá del pueblo cuando éste mayoritariamente se niegue a seguir confinado, restringido, manipulado y esclavo. Y cada vez somos más.