Es terca y poco hábil la oligarquía económica al empecinarse en no entender que se le genera un grave problema si la economía no está al servicio del bienestar de la mayoría de las personas. A mediados de 2013, mientras que el difunto Emilio Botín presumía de que estaba entrando mucho dinero en España, la pobreza seguía aumentando hasta superar el grosero nivel del 30% que padecemos actualmente. El incremento espectacular de la desigualdad social tuvo, en términos políticos, una primera consecuencia: la irrupción fulgurante del fenómeno Podemos y su pretensión de subvertir el modelo económico.
Ante este evidente riesgo, la oligarquía económica, en lugar de corregir el error de base, hizo un análisis político y emprendió la ‘operación Albert’, consistente en aturdir a las masas españolas con un referente triunfador y de éxito. Para ello, recurren a medios de comunicación muy necesitados de financiación en los que, ‘espontáneamente’, brotan multitud de reportajes y entrevistas a un joven seductor de mirada cándida y sonrisa dulce al que no se le conoce más mérito que el de aparecer desnudo en una valla propagandística.
En esa situación vamos a llegar los españoles al 20-D, sufriendo una injusta desigualdad social a la vez que nos intentan subyugar con un fatuo personaje inconsistente. Será por tanto una fecha crucial que nos situará en una encrucijada de tres caminos: mantenernos como estamos (PPSOE-C’s), cambiar hacia Venezuela (Podemos) o caminar hacia la Europa moderna (UPyD). Esta última parece la más débil pero, ojo, sólo lo parece.