Quizá te encuentres en una fase determinante de tu vida, en el que tienes que orientar tu vida hacia algo a lo que dedicarte, algo de lo que subsistir o, al menos, de lo que intentar vivir. Puede que desde siempre tuvieras clara tu vocación, o puede que todavía no sepas a dónde dirigirte ni qué hacer. Sea cual sea tu caso, hoy quería hablarte de la vocación, que a mi entender es un concepto que más allá de elegir una profesión de la que vivir, para convertirse en un modo en el que queremos vivir.
1. Tu vocación es aquello que te gusta hacer: quizá no sepas todavía cuál es exactamente tu vocación. Quizá no te hayas aventurado a estudiar algo que tenga que ver con ella, porque te puede la intriga de saber si realmente te llenará como esperas. Pero cuando entendemos que arriesgar es la única manera de probar, es cuando empezamos a perder el miedo y disfrutamos realmente de lo que hacemos. Y cuando disfrutamos algo es cuando nos damos cuenta de si nos gusta o no. Porque la vocación, al fin y al cabo, es eso: algo que te gusta hacer. Pero además:
2. Tu vocación es lo que se te da bien: a veces aquello que nos gusta y lo que se nos da bien no coinciden. Por ejemplo, podemos ser hachas en las matemáticas, pero nuestra verdadera pasión puede ser otra que no tenga nada que ver. Lejos de tomarnos esto como un obstáculo, o como un motivo para sentirnos más perdidos, deberíamos tomárnoslo como una alternativa y una oportunidad para intentar combinar pasión y habilidad.
3. Tu vocación es lo que puedes hacer con ella: ¿es posible dedicarte a tu vocación? ¿Cómo puedes conseguir sacar de ella un modo de vida? Una de las cosas que debes plantearte a la hora de escoger tu vocación es averiguar qué puedes hacer con ella. Muchas veces ese qué podemos hacer equivaldrá a la posibilidad de ganar dinero, pero otras, serán otro tipo de objetivos los que te plantees y, por tanto, otros resultados (por ejemplo: puedes dedicarte profesionalmente a algo y desarrollar tu vocación a través de un blog, o simplemente por tu cuenta tanto como imagines).
4. Tu vocación es lo que puedes aportar a los demás: al final tu vocación tiene que ver mucho con tu marca personal, y por eso las dos tienen muy presente a tu público, a tus clientes potenciales o a tus lectores / seguidores. Al igual que hay que tener en cuenta qué recuerdo queremos provocar en los demás o qué valor podemos aportarles; cuando nos planteamos nuestra vocación, debemos preguntarnos si, además de satisfacernos a nosotros, puede aportar cosas a los demás. Y si es así, debemos definir aquello que nos ayudará a mezclar vocación y marca personal: una misión. Es decir, la forma de utilizar algo que nos apasiona como elemento identificativo de nuestra marca para, además, aportar algo a los demás y hacer de ello una forma de vida.
Antes de irte, plantéate esto:
¿Qué es lo que realmente te apasiona? ¿Qué es lo que se te da mejor? ¿Se pueden combinar ambas cosas? ¿Qué puedes hacer con ello? ¿Qué valor puedes aportar a los demás?
Y recuerda que puede que tu vocación no tenga que ver con tus estudios, que tu trabajo ideal no tenga que ver con a lo que te dedicas actualmente, pero que tienes ante ti los medios para seguir aprendiendo y creciendo cada día un poco más. Y lo mejor es que tu vocación, si es de verdad, podrá acompañarte siempre.