Revista Solidaridad

Hay viajes de los que nunca regresas

Por Iñaki Iñaki Alegria @InyakiAlegria
Ruzya con su madre Abusha. Iñaki Alegria. Etiopía. Niños. Desnutrición. Marasmo

Ruzya con su madre Abusha.

Ruziya el día del ingreso. Iñaki Alegria. Etiopía. Niños. Desnutrición. Marasmo

Ruziya el día del ingreso.

Alimentando a Ruziya. Iñaki Alegria. Etiopía. Niños. Desnutrición. Marasmo

Alimentando a Ruziya. Iñaki Alegria. Etiopía. Niños. Desnutrición. Marasmo

Ruziya. Iñaki Alegria. Etiopía. Niños. Desnutrición. Marasmo

Ruziya. Iñaki Alegria. Etiopía. Niños. Desnutrición. Marasmo

Alimentando a Ruziya. Iñaki Alegria. Etiopía. Niños. Desnutrición. Marasmo

Alimentando a Ruziya. Iñaki Alegria.

 

Hay viajes de los que nunca regresas

No sabes por qué, pero hay lugares que te llegan al alma y llenan tu vida para siempre. La sonrisa de Ruziya, de su madre Abusha en el hospital de Gambo de Etiopía… El renacer de Ermelinda en el hospital Nossa Senhora da Paz de Cubal… Devolviendo la sonrisa y la infancia robada a estos niños, aquí he sentido que tenía que estar, aquí me he sentido.

Cada vez pienso en mis días en Etiopía y Angola, un escalofrío recorre mi cuerpo. Tengo que volver.

Me fui de Etiopía consciente que tenía que finalizar mis estudios de pediatría en Barcelona. Si realmente quería realizar todo lo posible para Ruziya, Firaol, Dejene… era preciso formarme más. Así pues regresé a Barcelona, finalicé mi formación en pediatría en el Hospital General de Granollers, cerca de Barcelona. Después tuve ocasión de mejorar mi formación en pediatría tropical y el manejo con pocos recursos realizando una estancia en el hospital Nossa Senhora da Paz en Angola desde donde he ido compartiendo mis reflexiones cada jueves con todos vosotros.

Ahora nos llegan noticias de que el Hospital de Gambo en Etiopía precisa dinero y voluntarios para mantener la actividad que estaba realizando, ahora ha llegado el momento de regresar a Gambo y darlo todo por Gambo.

Recuerdo los rostros de niños y niñas de Gambo… Como el renacer de Ruziya… Ahora no podemos dejar de dibujar sonrisas como las de Ruziya…

Llega a urgencias Ruziya. Una pequeña niña que recordaré el resto de mi vida. El día que llegó. Y el día que marchó.

El día que llegó me heló el corazón. El hielo entró en lo más profundo de mi alma, y el hielo se fue fundiendo hasta arder y convertirse en llama de luz. Aún no lo sabía, pero Ruziya iluminó mi vida, y el día que ingresó entró en mí la semilla de esta luz que estaba germinando sin ser realmente del todo consciente.

Ruziya tiene 2 años y un mes de vida, 6 quilos y 100 gramos de peso, 76 centímetros de los pies a la cabeza. Perímetro braquial de 9 centímetros. Su peso corresponde a menos del 60% del que debería tener para edad y longitud según las tablas internaciones de la Organización Mundial de la Salud. Llega a urgencias en brazos de la joven Abusha, su madre, que no debe tener más de 16 años. Ruziya no tiene fuerzas para sostenerse en pie.

Estas son las medidas antropométricas, las cifras  de una pequeña niña muriendo en vida literalmente de hambre. Ante mi atónita mirada se presenta un pequeño esqueleto recubierto de fina y quebradiza piel que transparenta cada uno de los huesos. Se pueden contar sin ningún tipo de problema cada una de las costillas, y seguir cada uno de los huesos sin perder en ningún momento su contacto por una pequeña capa de grasa que ni existe. Una triste y hundida mirada, inocente, que no entiende nada. Unos palillos de hueso sin músculo ni grasa a modo de piernas que no pueden sostener ni los escasos quilos de peso del cuerpo. No puede ni caminar. Yace en la cama. Postrada en la cama, tan sólo los brazos y manos son capaces de desafiar la gravedad.

Ahora ya no es el niño que cada segundo muere de hambre en el mundo, ahora es Ruziya, es Firaol, es Abdelkarim…

Una vez he puesto un nombre propio, una mirada,

una historia personal a los niños y niñas que muren de hambre

no puedo permanecer indiferente.

Ingresa en el hospital de Gambo, donde se inicia el protocolo de renutrición de los niños con malnutrición severa.

Después de 26 días con sus 26 noches, al fin Ruziya puede marchar del hospital con un cuerpo renovado, con una nueva vida.

Ahora Ruziya pesa 7 quilos y 800 gramos. 76’5 centímetros de longitud. Perímetro braquial de 11 centímetros. Un peso que ya corresponde al 80% de lo que debería tener.

Pero sobretodo una mirada que transmite alegría y esperanza. Una sonrisa que enamora. Un caminar desenvuelto. Una niña que vuelve a ser niña, o mejor dicho, que es niña por primera vez. Una niña que quiere jugar cómo cualquier niña de su edad. Una niña que piensa en jugar y no en comer. Que al fin ha cubierto la necesidad básica de la alimentación.  Ahora ya puede pensar en jugar. Ahora ya puede volver a ser niña, recuperar la infancia robada.

Día a día visitaba a Ruziya y a su madre. Día a día me iba ganando su confianza. Los primeros días se encontraba postrada en la cama, con miedo y sin fuerzas para sostenerse en pie.

El día que marchó de alta, salió corriendo y saltando del hospital, ante la sonrisa de su madre. Fue realmente milagroso. Se transformó Ruziya en este mes y transformó mi alma. Vi renacer a Ruziya. Una Ruziya que jamás tenía que haber llegado a ingresar pues no tenía ninguna enfermedad, tan sólo precisaba comida.

No alcanzaremos la utopía,

pero sirve para hacernos caminar hacia ella.

Salvemos  el hospital de Gambo en Etiopía

El Hospital General Rural de Gambo ubicado al sur de Etiopía, en una de las regiones más pobres y rurales de uno de los países más pobres del mundo. El hospital está pasando por una grave crisis económica que está poniendo en peligro su continuidad.

Abarca una población de referencia de 300000 personas, atendiendo anualmente a más de 20000 personas, con más de 3500 personas ingresadas cada año…

No podemos permitir que Gambo cierre sus puertas dejando sin cuidados a niños y niñas con desnutrición severa, malaria cerebral, deshidratación aguda, neumonía, tuberculosis… como Ruziya, Abdulakim, Dejene, Abusha… Nos necesitan.

Ahora regreso a Gambo, a estudiar bien la realidad, establecer relaciones, contactos  y darlo todo para evitar que el hospital cierre y así seguir garantizando la asistencia médica de la población de Gambo y sus alrededores.

Salvemos Gambo.

“Sólo se es verdaderamente feliz

cuando se busca la felicidad de los demás.”


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