Hay más allá de nuestras fronteras. Hay vida más allá de la Punta, de La Orotava, de la Laguna y de la imposible Santa Cruz, donde una vez, cuenta la leyenda, alguien consiguió aparcar en el centro un lunes.
Cuando consigues atravesarlas, cuando ya has dado el paso de pirarte de tú realidad, lo que te espera no siempre es bueno. No, rectifico. Lo que te espera no siempre es mejor. Pero sí distinto.
Al emigrante le toca adaptarse a lo nuevo, echar de menos lo que no tiene y que le hace falta, y disfrutar de las novedad que esa situación le brinda.
Pero nadie dijo que fuera fácil. Nadie dijo que dejar tierra, casa, familia y amigos fuese una decisión rápidamente asumible. Aunque estés hasta los huevos de tu propio país. Nadie.
Por eso estoy pensando seriamente demandar al programa “Españoles por el mundo”, un formato que me gusta, pero que está lejos de reflejar lo que hay. ¿Todos los que hemos dado el salto somos unos triunfadores, la vida nos ha sonreído, tenemos tres hoteles en islas Fidji, o vivimos con un aborigen en una selva latinoamericana? No, emigrar es duro, y no todos te abren los brazos, ni te reciben con una sonrisa. Y el emigrante trabaja el triple que otros para demostrar que es válido.
Y eso me está tocando a mí. Enseñarle a mi nuevo país de acogida que soy buen profesional con ideas frescas, y proyectos novedosos. Pero no, no es fácil.
Y cuando la reportera de dicho programa le pregunta al empresario español de turno con 15 negocios en el país y forrado hasta las orejas: ¿volverás a España? el susodicho, muy cínico, y con una sonrisa burlona le responde: no, no creo, jaja. ¿No creo? Ni muerto vuelvo yo con tus condiciones de vida y tu nómina.
Pero el resto, los que buscamos un sitio más allá de las fronteras de La Punta, Teno y Los Cristianos, queremos volver, algún día, no hay prisa. Ahora España no tiene nada que ofrecernos. ¡Au revoir mis queridos! Ahí se quedan en su mísera crisis, me voy a buscar nuevos campos que sembrar.
Y sí, lo haces, te llenas de satisfacciones y de retos, tienes oportunidades que ni soñaste tener en tu país, o en tu región, y menos en tu ciudad.
Sí, si lo consigues es maravilloso. Pero no estás en casa. No estás en tu tierra. Y sobre todo, no estás con los tuyos.
No es fácil.
Les dejo en enlace de una canción que me encantaba, cuando yo era joven (años a) que describe la vida de los que lo han tenido mucho más difícil que los emigrantes actuales. Porque hasta para eso, hay distinción de clases.
PD: Y déjense de pollabobadas con el puñetero eslogan de “Mírate el ombligo” o lo que sea, del que tan bien habló ayer Evansinmás. Aunque sea duro, si no tienes oportunidades de salir de aquí, pero lo deseas, búscalas. Están.