O esto es al menos lo que quiero creer, y lo que me propongo conseguir: ¡vivir!
Porque por muy importante que sea mi hijo -es mi vida-, por muy grave que sea aquello a lo que nos enfrentamos, por muy triste que yo pueda sentirme -a veces siento como si me arrancaran las tripas- la verdad es que la vida sigue.
Y aunque me tenga que comer con patatas el miedo -más bien terror-, aunque tenga que soportar los comentarios de personas que no tienen ni puta idea de lo que todo esto supone, aunque tengamos -su padre y yo- que llevar el peso de las posibles consecuencias, no podemos renunciar a vivir, a nuestro día a día, a nuestra rutina, a nuestro trabajo, a estar con las personas a las que queremos y nos quieren.
Y como decía el gran Freddy Mercury, haciéndole un homenaje pues ayer hubiera cumplido 66 años, ¡que coño! The show must go on:
Dedico este post a todos aquellos que me sujetáis en estos momentos, y a los que me sostendréis en un futuro, cuando crea que las fuerzas me fallan. Porque a estas alturas de mi vida tengo fe en muy pocas cosas, pero creo en vosotros, y sé que entre todos evitaréis que caiga al vacío.
Así que por si más tarde se me olvida decirlo: ¡Gracias!