Desde que él recibió el llamamiento del Señor Jesucristo para predicar el Evangelio y fortalecer Su Iglesia, no dejó de trabajar en tan sagrada obra, aunque en ocasiones tuviera que enfrentarse a decepciones, persecuciones, y encarcelamiento. Pero él, mejor que muchos, comprendió la trascendencia eterna que puede tener en la vida de una persona recibir el mensaje del Evangelio y cambiar su vida definitivamente.
La despedida de Pablo en su epístola es emocionante, porque sus palabras constituyen el testimonio de una persona que está para abandonar este mundo con la conciencia en paz y la satisfacción de haber cumplido con Dios y con Jesucristo. Y aunque las circunstancias al dejar esta vida puedan causar temor, será mayor el sentimiento de tranquilidad que causa haber peleado la buena batalla, haber ganado la carrera y haber guardado la fe.
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