Revista Cultura y Ocio
Cuentan que Mahoma, acompañado de sus seguidores, llegó a una ciudad para difundir sus enseñanzas. Inmediatamente se les unió un discípulo que vivía en aquella localidad. "Maestro. en esta ciudad te van a perseguir, calumniar y demonizar", le dijo preocupado. "Los habitantes son arrogantes y no quieren aprender nada nuevo ni diferente. Sus corazones están sepultados bajo una losa de piedra". Mahoma asintió sonriente y le respondió con serenidad: "Tienes razón".
Más tarde apareció otro discípulo de Mahoma que también vivía en aquella comunidad. Radiante de alegría, le dijo: "Maestro, en esta ciudad te van a acoger con los brazos abiertos. Los habitantes son humildes y están con muchas ganas de escucharte. Sus corazones están dispuestos a nutrirse con tu sabiduría". Mahoma asintió sonriente y de nuevo afirmó: "Tienes razón".
Incrédulo, uno de sus acompañantes se plantó delante del maestro y le preguntó: "¿Cómo puede ser que les hayas dado la razón a los dos si están diciéndote exactamente lo contrario?". Y Mahoma, impasible, le contestó: "No vemos el mundo como es, sino como somos nosotros. Cada uno de ellos ve a los habitantes de esta ciudad según su punto de vista. ¿Por qué tendría yo que contradecirles? Uno ve lo malo y el otro ve lo bueno. ¿Dirías tú que alguno de los dos ve algo errado? No me han dicho nada que sea falso. Solamente han dicho algo incompleto.