Revista Cultura y Ocio
No me cuentes tu vida Luis García Montero Editorial Planeta, 2012
Luis García Montero, nos narra la historia de un padre y un hijo, que por sus grandes diferencias su relación no es buena. El padre (Juan), comienza a escribir en un cuaderno la historia de su vida, la que su hijo (Ramón), no quiere saber, no le apetece escuchar, la que le aburre, la que después leerá y le hará entender mejor las ideas del padre. No me cuentes tu vida, es la historia de una vida, de ese padre, de su generación, de sus ideas e ideales, de los sueños. Los personajes secundarios son de origen rumano, incluso los personajes parejos al protagonista, como lo es su mujer (Ana) también es rumana y de padres emigrantes. A través de la narración que le va contando al hijo tira del argumento político, del exilio y de la transición en los dos países donde se desarrolla la historia, España y Rumania. La lucha de su pasado, del pasado de muchos, para levantar una nueva sociedad basada en la libertad y la igualdad. Existen pocos diálogos en la novela. Narrada en primera persona a través de los flas back y de los pensamientos, incluso en el monólogo interior. El lenguaje es muy cuidado y tiene rasgos poéticos en varias partes de la narración. Es una novela que a ratos pierde el interés, lenta en algunos recorridos que se alargan sin llegar a decir nada nuevo y ralentizan la trama sin ningún objetivo.
Dos fragmentos
-El amor, me conmueve el amor. Me he educado en la fe política. Creo en el Estado, en los servicios públicos y en los derechos cívicos. Son mis mandamientos, Me identifico más con la política que con la caridad. Pero el compromiso político que conocí, la militancia en la que creía, se basaba en el amor, en la solidaridad, en la capacidad de compadecer, de padecer con los demás. Sin ese sentimiento, la política se queda hueca, una lucha por los cargos, ambiciones de poder. Eso es lo que tenemos hoy, una patera con violadores. Y prefiero el amor sin política a la política sin amor.(…)
-La muerte debería parecerse a esto- me dijo Pedro Alfonso. El atardecer apagaba sus últimas horas en el horizonte. El coche rodaba hacia la oscuridad fundiéndose con la calma y la belleza triste del paisaje-. Una muerte así, quedarse dormido en un viaje infinito, sin sobresaltos, sin descomposiciones. Pasar de la vida al silencio, ser como la luz de un coche que sigue un camino eterno sin detenerse, con dirección a ninguna parte. No molestar, no recordar, ser una simple luz, pero seguir aquí, perdido por las carreteras.(…)