Desde las páginas de la brillante tira clásica de principios del siglo XX de Winsor McCay llega Little Nemo: Regreso a Slumberland. La hija del Rey Morfeo, en el Palacio Real de Slumberland, selecciona a su siguiente pareja: ¡Nemo! Sólo que Nemo no tiene interés alguno en ser la pareja de nadie, ya sea sueño o realidad...
Un volumen completamente nuevo, inédito y para todas las edades, por los autores aclamados por público y crítica Eric Shanower y Gabriel Rodríguez.
Porque el mundo de los sueñoses mágico y en él puede ocurrircualquier cosa…
Algo más de cien años después de su puesta de largo en los periódicos estadounidenses, nos llega una nueva versión en forma de cómic/homenaje la tira de tebeo que hizo famoso a Zenas Winsor McCay, un dibujante canadiense que tras algún que otro éxito editorial creaba “Little Nemo en Slumberland”, las peripecias publicadas en el dominical del New York Herald de un niño pequeño, Nemo, que viajaba cada noche a la corte de Slumberland, donde vivía la hoja del Dios Morfeo, con quien vivía aventuras de todo tipo. Una versión realmente intensa en la que se pueden encontrar múltiples referencias, homenajes y jugueteos con el original, rememoraciones que no nos perderemos gracias al estupendo trabajo que Planeta Cómics ha realizado en su edición, una edición grande, de un tamaño algo más grande de lo habitual en tebeos y con comentarios, cubiertas, textos que nos hablan de las referencias, de la historia del cómic…
Un cómic divertido, con final feliz pero que tiene el punto gamberro necesario para no caer en lo ñoño, eso es “Little Nemo, regreso a Slumberland”
Eric Shanower al guión y Gabriel Rodríguez a los pinceles nos regalan un tebeo realmente extraordinario, mágico y repleto de fantasía, uno de esos cómics blancos que puede leer toda la familia y que yo he disfrutado como un niño pequeño pero que, y de eso estoy seguro, disfrutarán muchísimo los niños y niñas que lo cojan y que tengan una edad de unos ocho a doce años. Ingenuo, colorido, aventurero… este es uno de esos cómics que uno se tiene que dejar olvidado en la mesilla de su casa, al descuido, para que sus hijos lo abran y lo devoren casi como si fuese una travesura, como si ellos mismos recorriesen ese fabuloso mundo que recorre un niño que es transportado a Slumberland para intentar sustituir a Nemo, ese otro niño que hacía feliz a la princesa, pero que tiene sus propias ideas, su propia personalidad y sus propia manera de hacer las cosas, incluso su propia manera de soñar.
El trabajo de recuperación y de documentación realizado por Shanower me ha parecido una maravilla, es un juego de historia del tebeo que bien merece una lectura simplemente por eso, pero que no se detiene ahí y se convierte en un elemento con vida propia, con entidad y peso por sí solo, pero que si conociésemos bien de dónde viene aún tendría mucho más recorrido… quizá esos 100 años de distancia pesen demasiado, pero el guión que nos regalan en esta aventura nos permite evocar qué sería el leer aquellas tiras en un mundo mucho más inocente y mucho más apacible que el que vivimos hoy… quizá en aquellos días estas tiras fuesen demasiado atrevidas, hoy son una perfecta evasión para una sociedad que parece estar de vuelta de todo y haber perdido la ingenuidad para siempre. El guión es fantástico, redondo, divertido, juguetón… no sé, a mí me ha encantado.
Pero si el guión por sí solo sostendría un bonito cuento para irse a dormir… o a soñar, lo que le otorga a este cómic un punto de más, o de mejor todavía, es el dibujo. Un dibujo precioso y repleto, colorido sin llegar a la estridencia, también con un ligero toque de inocencia, casi infantil, pero sobre todo, tan atrayente a la vista que cuando empecéis a recorrer las viñetas de este álbum no vais a olvidarlas con facilidad y tendréis que seguir pasando más y más páginas para disfrutarlas en grande. E incluso cuando no estéis decididos a leer el cómic os resultará agradable igualmente el recorrer las páginas de este tebeo por el mero gusto de disfrutar de su dibujo y de su belleza.
Un cómic envuelto en sueños, repleto de lugares mágicos, maravillosos, con criaturas fantásticas y extravagantes, con gigantes de fuego, camas voladoras y viajes fantásticos
No os voy a contar nada más de “Regreso a Slumberland”, solo os voy a pedir que abráis un ejemplar de este cómic y veáis la ternura que rezuma (en unos tiempos en los que no viene nada mal reivindicarla), la magia que tiene, el color que atrapa, los homenajes repletos de respeto y nostalgia… yo me he quedado para siempre en este mundo, voy a soñar con él mil y una veces.
Un cómic bonito. No se me ocurre un apelativo mejor.
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