La magia del ser es innegable. Desde su Constitución el hombre es enviado a la lucha de la vida con herramientas excepcionales, no repetidas en ningún otro ser de la creación terrestre. De hecho, de manera ya sea teológica o científica somos la creación más inteligente de este maravilloso planeta Tierra. Dígase así que el auto calificarnos como los más dotados en sentido científico creativo en este maravilloso hogar no esta demás.
Pasan los Vientos, transcurren los tiempos y nosotros seguimos de manera constante e irrevocable en la lucha por la supervivencia, permanencia y avance a través del día insondable de la creación en el cual pretendemos ir más allá de lo que se nos ha dicho son nuestros límites.
No en vano en los albores de la creación se dijo que fuimos formados en base a imagen y semejanza de nuestro arquitecto de vida, y esto, siendo totalmente imparciales en analizarlo pretende hacernos entender que la magia total de la existencia es tal que los miles de millones de combinaciones posibles para formar una célula esencial de vida no pueden dispararse a diestra y siniestra sin cesar y llegar a una certeza de vida.
La vida es más compleja que tiros al azar, probado está que en las leyes del azar y en su forma más simple para tener un resultado escueto de alguien victorioso serán millones o cientos de millones los que quedarán en el camino de la derrota, sin más ni más los tiempos y los recursos de cualquier tipo se agotarían.
Hechura magnífica la de esta vida.
Grandiosa existencia la de nuestra formación y permanencia.
Hechura magnífica y creadora.
Tal cual que podemos apartarnos o desatarnos tan sólo con nuestras propias mentes.
Hechura de elevado valor, irrepetible, jamás formada.
Hechura inexcutrable por el común de los mortales.
Hechura tal mi existencia.
Hechura tal nuestra permanencia.
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