El Frigo dedo fue de nuestros primeros helados respaldados por una campaña en televisión (1980).
Podría parecer un producto disparatado, pero detrás hay un complejo proceso tecnológico. El departamento de ingenieros nos contó que había localizado una empresa italiana que era capaz de fabricar moldes tridimensionales.
Podría parecer un producto disparatado, pero detrás hay un complejo proceso tecnológico. El departamento de ingenieros nos contó que había localizado una empresa italiana que era capaz de fabricar moldes tridimensionales. Aquello nos permitía superar las formas lisas de los polos precedentes.
Recuerdo que, como muestra, nos enseñaron el molde de un payaso. A partir de ahí, junto al equipo de márketing, empezamos a jugar y a proponer formas. Después de haber descartado muchas, alguien pronunció la siguiente frase:
-¿Por qué no hacemos un dedo?
-¿Pero eso no es canibalismo? -llegó a preguntarse en la reunión.
Aunque a priori pueda sonar transgresor, después de darle muchas vueltas, todos coincidimos en que a la gente le sonaría divertido comerse un dedo. Y, aunque técnicamente nos costó evitar que el dedo se partiera, desde el primer instante supimos que habíamos dado en el clavo.
Luego, como mucha gente sabe, llegó el Frigo pie, que ya aparece en la carta de 1983. Cuando un helado funciona, lo normal es prolongar su éxito con formas y sabores que no se alejen demasiado del original. Después de la mano, la continuación lógica nos pareció el pie. Y la idea también cuajó entre los consumidores.