Helen Hessel: la mujer que amó a Jules y a Jim de Marie-François Peteluil
Pintora, periodista, escritora, musa, feminista, resistente, traductora o filósofa… No es fácil reducirla a una sola identidad. Helen Hessel encauzó su vida haciendo gala de una fuerza y una audacia insólitas.
Helen Hessel fue mucho más que la madre de Stéphane, el célebre autor de ¡Indignaos!. Fue una mujer extraordinaria muy adelantada a su tiempo: una periodista destacada, gran defensora de sus ideales políticos y vinculada a los movimientos artísticos de vanguardia. Su vida estuvo marcada además por el triángulo amoroso formado por ella, su esposo Franz Hessel y Henry-Pierre Roché.
Se casó dos veces con el escritor judío-alemán Franz Hessel (Jules), amigo íntimo de Walter Benjamin, y se divorció otras dos, y con él tuvo dos hijos: Ulrich y Stéphane. Mantuvo una relación extramarital con el también escritor Henri-Pierre Roché (Jim), un amor loco que se prolongó durante quince años.
La asombrosa existencia de Helen se construye en función de rupturas, desencuentros y compromisos. Peligrosa, provocadora, insoportable, vital, abandonó a su familia, fue granjera, construyó una casa en el Báltico, convirtió su casa de París en un bastión de la intelectualidad alemana, recorrió una Europa sumida en la guerra, viajando sola a Berlín para rescatar a su ex marido de la muerte y junto a Aldoux Huxley hizo un llamamiento a las mujeres alemanas para que abandonaran el país.
La autora, Marie-Françoise Peteuil que es profesora de matemáticas y en la actualidad reside en París, ha buceado en sus diarios, cartas, lo que sus amantes y amigos escribieron sobre ella, también a una excelsa documentación y al valioso testimonio de su hijo, construyendo gracias a todo ello, la trayectoria vital de una mujer excepcional y fascinante, que jamás renunció a ser dueña de su vida, que amó hasta la locura y que por encima de todo fue siempre fiel a ella misma. Helen Hessel es el álter ego del personaje de Catherine de la clásica película que inspiró a Françoise Truffaut, el mítico triángulo amoroso de “Jules et Jim”, protagonizada por Jeanne Moreau en 1961.
Hasta antes que Truffaut tomará la esencia del libro de Henri-Pierre Roché sobre su relación con Helen Hessel, la mayoría ignorará sin duda alguna de quién se trata. Nuestra heroína que eso era, fue una mujer valiente y sincera, decidida a preservar la esencia de sí misma contra todo lo exterior y también confrontada a amar, con la pasión que los amores le inspiraban, una mujer en contacto con sus ideas y sus pensamientos en una época en que la mujer rehuía de expresar lo que sentía y mucho menos ir en pos de lo que le inspiraba.
Y este libro nos narra ese episodio nada convencional de una mujer que no lo era para nada, el amor de Helen Hessel por el ya mencionado Henri-Pierre Roché y el amor por su marido Franz Hessel. La vida de una mujer valiente que, crió dos hijos excepcionales, que se alejó de las ataduras hipócritas de su época para vivir tanto como quería vivir, sin duda Helen Hessel: la mujer que amó a Jules y a Jim, es el libro perfecto para conocer la personalidad avasallante de esta mujer enamorada de la vida.
Desde que nació en el seno de una acomodada familia alemana fue la niña mimada, la pequeña, la favorita. Helen Grund parecía tener el mundo a sus pies. Su primera infancia fue un recreo de risas, carreras, juegos en los que ella casi siempre ganaba. Con cerca de diez años, su madre es ingresada en una clínica para enfermas mentales y la vida le mostró pronto su lado oscuro.
Locura y suicidio
Tres de los cinco hermanos Grund terminaron sus vidas de manera trágica. La propia Helen coqueteó con la idea de la locura y el suicidio en algunos momentos de su vida. Pero su pasión vital fue más poderosa que cualquier estigma familiar. De hecho, llegó a vivir casi 100 años.
Helen es una joven afortunada a principios del siglo XX. Viaja por Europa, habla tres idiomas y su padre, un banquero algo incompetente para los negocios, pero alegre y tolerante, no se opone cuando decide ser pintora e ingresa en la Academia de Berlín.
Sí hay rastros de su primer gran amor, su profesor George Mosson, inglés, treinta años mayor que ella. Fueron siete años de amor clandestino, sin compromiso, de euforia sensual que ambos vivirán de manera feliz.
A los 26 años decide dar un golpe de timón y se marcha a París. Allí conocerá a Franz Hessel, poeta y judío alemán y a su amigo Henry-Pierre Roché. Uno alto y delgado, el otro bajito y regordete. Uno fue su marido y el otro su amante durante quince años. Uno era Jules, el otro era Jim y ella, Kathe en la película que desafió las convenciones amorosas en los años sesenta y que hoy es un clásico del cine.
Matrimonio poco convencional
El matrimonio de Franz y Helen era todo menos convencional. Franz, de naturaleza tranquila y amable, tolera las excentricidades de Helen -como lanzarse al Sena para llamar la atención- y sus numerosos amantes. Aunque el lazo que los une es sólido, de profunda amistad y cariño.
El 27 de julio de 1914, en Suiza, nace Ulrich tras un penoso parto. Nadie apuesta por su vida, pero Helen es una madre leona. "Toma mi sangre, tú, mi sangre adorada, ¡vive! Ulrich vivió y la consecuencia de su complicado nacimiento fue una parálisis del lado izquierdo. Las culpas por su discapacidad persiguieron a Helen durante toda su vida, informa la editorial Aguilar.
A pesar de la guerra, Helen y su niño se refugian en Berlín. Allí, en 1917, nace, sin ningún contratiempo, Stephan. La primera guerra mundial llega a su fin y Franz vuelve a casa definitivamente. Está abatido, derrotado y su mujer es un torbellino de energía. Ella decide ser granjera y deja a la familia para aprender las labores del campo. Trabaja duro como campesina en Polonia, Silesia y en una granja cerca de Berlín, donde vuelven a reunirse.
AguilarPáginas: 312
Publicación: 18/01/2012
Temática: Historia y biografías
Formato: Rústica hilo 15 x 24
Precio: 18,00 €más info
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