Revista Libros

Helga

Por Clochard
Helga Contemplo la foto, Helga, y no puedo evitar hallar algo perturbador en tu rostro. Como si tras derrotar al monstruo con tu pureza hubieseis intercambiado los papeles, simbiosis terrorífica, contaminación del ángel al demonio, o viceversa. Me das miedo, Helga, llevando de la mano a la bestia con vocación decidida de muerte. Me repugnas, Helga, hasta estremecerme pensando en tu inicial y la de tus hermanos como fallidas arterias del futuro del mal primero. Me enferma saberos muestra del terror que el amor es capaz de parir. Perdóname, Helga, sé que no es culpa tuya, inocente de infiernos con esquina de capsula de cianuro, querubín corrupto por osmosis de madre aria ramera musa de demonios demasiado humanos. Tal vez, querida Helga, si observo la foto con más detenimiento alcance a comprender la tristeza de tu acompañante al comprenderte destino con forma de niña. La niña Helga que duerme con sus hermanos sin entender de victorias.

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