Revista Cine
Director: Amat Escalante
Hace bastante tiempo comentamos "Sangre", la opera prima de Amat Escalante, y tiempo después llegó "Los Bastardos". El cabo suelto era "Heli", la tercera película del mexicano, y como ven, aquí estamos cerrando su filmografía (a la espera de ver en dónde demonios aparece "La región salvaje").
Me ha gustado "Heli". Quizás "Heli" no sea una película tan redonda o magistral pero eso lo compensa gracias a su poderoso y tremebundo discurso/mirada, y a lo brutal de su ejecución formal, su temeraria propuesta. Es imposible quedar indiferente y el mal cuerpo que te deja pesa más que cualquier desperfecto narrativo (que tampoco es para tanto).
En "Heli", Escalante continúa indagando en sus intereses e inquietudes a través del mismo estilo que le conocemos, esto es, básicamente, una imagen cruda y áspera, un montaje pausado y hermético, un estilo austero pero contundente. Corrige los errores de "Los Bastardos" y potencia los aciertos de "Sangre", es decir, explora, en palabras simples, en un estilo de vida, propio de la sociedad mexicana, demasiado acostumbrado y habituado (aunque no por ello menos proclive a horrorizarse) a la violencia y a la putrefacción humana, pero sin ponerse filosófico o nihilista (como en "Los Bastardos"), más bien apelando a un retrato o un tratamiento realista, cotidiano, de esta corrupción tristemente transversal. Escalante es un director con una excelente capacidad descriptiva y sugestiva. Una de las mejores habilidades que tiene Escalante como narrador, como realizador, es su construcción de espacios, sean humanos o físicos, y en "Heli" dicha habilidad nos introduce de lleno en un escenario sin ley, un lugar feroz en donde el más fuerte, o sea los narcos y cualquier tipo de autoridad policial o política corrupta, es quien dicta quién vive y quién muere. "Heli" trata sobre una familia común y corriente que, de un momento a otro (porque estas cosas ocurren así, en el momento menos esperado... porque uno nunca espera que todo lo que tienes se desvanezca en un instante), se ve salpicada por la violencia narco: frente a frente, cara a cara, mirando directamente a los ojos del horror, la maldad, la oscuridad. Pero Escalante hace algo más, algo que dota a "Heli" de su conmovedora y frágil humanidad: primero nos sitúa dentro de la rutina de esta familia compuesta por Heli, su esposa y la hija de ambos, y la hermana y el padre de Heli. Heli trabaja, el padre trabaja, la hermana (Estela) va al colegio... una vida común y corriente, una vida difícil y esforzada, una vida humilde y con lo justo, que debe colindar con el mundo del narcotráfico y sus abyectas reglas. El caso es que mientras los días transcurren con relativa normalidad, la niña Estela pololea con un cadete que no haya nada mejor que... que molestar a la gente equivocada... y sabemos que la gente equivocada no acostumbra a preguntar, escuchar versiones y actuar con justicia... la gente equivocada llega y transforma tu vida en un infierno. Pregúntenle a Michael Fassbender en "The Counselor".
Debo decir que de "Heli" me gustó mucho más la parte de la amenaza seguida de la violencia frontal que la parte de las secuelas del horror. Quedé con la sensación de que, una vez probado el sabor de la humillación y el dolor, es como si Heli y su familia, a pesar del inclemente daño, hubiesen quedado "blindados": por tanto, no más conflicto. Luego de la explosión de violencia se entiende que lo que Escalante hace es dar el golpe final y mostrarnos la terrible realidad de una tierra en donde lo peor se comete con impunidad, la corrupción es amparada por el poder y la injusticia es el pan de cada día de los pobres, de los honrados. Sin embargo, insisto, una vez arrebatada la dignidad y la inocencia, no queda mucho que contar, y aún así el epílogo se extiende entre treinta y cuarenta minutos. Yo pienso que "Heli" debió haber sido más como "Kinatay" en el sentido de que en la película filipina, luego de una noche que es un auténtico descenso a los infiernos, Brillante Mendoza nos muestra, apenas en cinco minutos, cómo la ciudad sigue su rumbo, absorbiendo y olvidando tamaña atrocidad vista ("Kinatay" es tan o más gráfica que "Heli"), y peor, cómo el protagonista, testigo directo del mal, también debe agachar la cabeza y continuar con este ciclo perpetuo, con este círculo vicioso amparado por el poder de los fuertes. Si así lo desean, se pueden hacer un programa doble con "Heli" y "Kinatay", y les digo, quedarán helados y aterrados.
Lo más impactante y espeluznante de "Heli" no es tanto lo explícito de su violencia (que es... uf) como la crudeza con que muestra cuán próxima está la maldad y con qué rapidez puede llegar a destruirlo todo... y así por las puras. Debo admitir que lo que más pena me dio fue la muerte del cachorrito. Tan innecesario, tan gratuito. ¿Qué tiene que ver un animal con los asuntos de los hombres... o de los monstruos? En efecto, el mundo es cruel. Y la mayoría de nosotros somos tan afortunados...