Revista Viajes

Helsinki: La ciudad del frío

Por Yopo

Helsinki, la ciudad del fríoFinlandia nos esperaba, pero antes vivimos una travesía por el Báltico que ninguno de los presentes olvidará jamás. El mar completamente congelado, excepto en la línea de paso de los buques, donde las placas rotas flotaban como un mosaico rosado, debido a la luz del atardecer que se reflejaba. El viento congelador nos abrasaba la cara, mientras avanzabamos hacia Helsinki, el lugar más septentrional y meridional en el que he estado en mi vida.
Fue una tarde de horas muertas en cubierta, todos en silencio, todo en silencio, únicamente contemplando la heladora belleza, con el constante choque del hielo y el barco de fondo. Fue una experiencia espectacular, como bien os conté en su momento.

Helsinki, la ciudad del frío

Helsinki, la ciudad del frío
Helsinki, la ciudad del frío

Al día siguiente llegamos a Helsinki, y nos recibió un cielo del color de la nieve, y una temperatura en torno a los -8 grados. Resultaba gracioso ver que, aún sabiendo la temperatura que había, los termómetros públicos de la ciudad estuviesen trucados, pues marcaban unos erróneos +3 grados, supongo que para evitar suicidios masivos debido al frío, otra explicación no le encuentro. Pobre gente, lo que tendrán que soportar en diciembre, no me lo quiero imaginar. Tras dejar nuestras cosas en el estadio olímpico que nos servía de alojamiento, pusimos rumbo al centro de la ciudad. Recorrimos la calle principal, llamada Mannerheimintie, y reconocimos la Ópera, el Museo nacional, el imponente Parlamento finés, la Casa Finlandia, del arquitecto Alvar Aalto, o el museo Kiasma de arte moderno. Llevábamos una arquitecta en nuestras filas, de modo que ella fue la que más se maravilló al ver edificios de uno de sus admirados arquitectos. Tras este paseo, nos desviamos un poco para ir hasta el Lago Töölö, en pleno centro. En esta ocasión sólo había una enorme explanada blanca en su lugar. Aquí el hielo era resistente, y no tenía fracturas, por lo que nos aventuramos a caminar sobre las aguas, y nos plantamos en medio del lago. Pensar que estábamos sobre el agua, era alucinante... como de película!

Helsinki, la ciudad del frío

Nos dirigimos al casco histórico, donde destacan las dos catedrales de Helsinki. Una blanca, austera, sobria y señorial: la catedral luterana. La otra roja, de ladrillo, estilo ruso, pequeña, pero imponente: la catedral ortodoxa de Uspensky. Fue precioso ver las dos catedrales tan cerca, y tan distintas, casi rozando el mar. Un mar completamente congelado que impide salir a algunos barcos, o que permite esquiar sobre él.

Helsinki, la ciudad del frío

Helsinki, la ciudad del frío


Helsinki, la ciudad del frío
Por último, ese día nos quedaba el monumento a Sibelius, un compositor finlandés. Una maraña de tubos de acero, en un parque solitario, hacen de este monumento un sitio único, intimista y reflexivo. Ver destacar la escultura entre la nieve lo hace más impresionante si cabe.
Por último, a escasas horas de dejar Finlandia, nos acercamos a una pequeña isla llamada Suomenlinna que estaba a unos kilómetros de la ciudad. De nuevo en barco rompiendo el hielo, no me acostumbraría nunca a disfrutar de esas vistas...
La isla de Suommelinna tiene una fortaleza en forma de estrella, que es el mayor atractivo, pero nosotros sólo la intuimos, pues las ingentes cantidades de nieve dificultaron la visita. Nos conformamos con conocer las típicas construccio
Helsinki, la ciudad del frío
nes de la zona, pasear por esas calles repletas de nieve, en lo que parecía un viaje al pasado, y contemplar las vistas de la bahía, que parecían de postal. Sólo por ello, mereció la pena.

Y se acabó lo que se daba! Nos fuimos de Helsinki con mucho frío en el cuerpo, pero con las miras puestas en la capital del amor. París estaba a la vuelta de la esquina.



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