A medida que van pasando los años te das cuenta de la importancia que han tenido muchas de las personas que se van cruzado en nuestro camino. De una compañera de trabajo, en el primer estudio en el que trabajé, allá por el año 1989, me quedó el hábito ya irrenunciable a la lectura de la prensa diaria.
Quienes vayan siguiendo con cierta asiduidad este blog ya se habrán dado de que gran parte de las excusas para comentar, escribir u opinar, las extraigo del propio avatar diario. Comprar el periódico permite saber de la vida de otras personas y también de su muerte (son muchas las veces que aprovecho un obituario para comentar el admirable tránsito por este mundo de quienes nos van abandonando).
En el caso de hoy hablaremos de vivos y no de muertos. Me ha encantado el artículo de una sección aparentemente menor: “si los edificios hablasen”, que Patricia Gosálvez publica todos los lunes en la contraportada del suplemento madrileño del diario EL PAÍS (Madrid, página 16, 5 de julio de 2010) y que recoge en esta ocasión la magnífica casa que el arquitecto Antón García-Abril (ya citado en otras ocasiones en este blog) tiene en Las Rozas (Madrid, España). Responde la casa al sugerente nombre de Hemeroscopium (el lugar donde se ponía el sol para los griegos).
Durante el primer semestre de 2009 dedicamos gran parte de los recursos de nuestro estudio en diseñar una vivienda unifamiliar apilable y preindustrializada cuyo prototipo podrá ser construido próximamente en La Solana (Ciudad Real). No es, por tanto, casualidad que nos haya interesado el proyecto de García-Abril (2005-2008) que hoy muestra el diario, pues investiga y resuelve magistralmente la rápida ejecución de la obra y por tanto, supuestamente, reduciéndose considerablemente los costes:
“Hemeroscopium se ensambló en siete días. Antes, García-Abril, pasó años “pensándola” y un par de meses prefabricando sus piezas en un taller”.
No conocía esta obra. Lo reconozco. Y tampoco, aunque podía presuponer a partir de sus proyectos, la interesante personalidad del autor. Comparto completamente la opinión de considerar una enorme suerte el hecho de construir tu propia casa:
“Eres como un científico que se inocula la vacuna sobre la que investiga”.
Pero sobre todo me interesa su lado más humilde. Aquel que le hace ser “supertolerante” con los propios errores:
“No me atrae la idea de perfección. Me gusta hasta lo que hago mal, porque me da la ocasión de arreglarlo”.
Con relación a sus influencias, no pude dejar escapar una sonrisa de complicidad cuando leí el nombre de dos inmensos maestros:
“Fisac e Higueras, porque eran libres”.
Ojalá nosotros, algún día, también alcancemos esa añorada libertad.
Luis Cercós (LC-Architects)
http://www.lc-architects.com/
[email protected]