Revista Educación

Hemos ganado

Por Siempreenmedio @Siempreblog
Hemos ganado

Hemos ganado.

Normalmente no me incluyo en las victorias deportivas de los equipos a los que animo. Me alegro, siempre, pero no uso la primera persona del plural. Hoy hago una excepción porque creo que tengo motivos más que suficientes. Y no por el gol de Olga Carmona a Mary Earps (brutal internada de la lateral izquierda y potente zurdazo que se cuela ajustadísimo entre el guante de la gran portera inglesa y el palo de su portería) que supuso la victoria en el Mundial femenino de fútbol celebrado en Australia y Nueva Zelanda. O no solo por ese gol.

Hemos ganado.

La final acabó 1-0 pero hubo dos goles. El segundo fue un autogol español que, sin embargo, no impidió la victoria. La agrandó. Luis Rubiales, presidente de la Real Federación Española de Fútbol (muy española y mucho española, de los de agarrarse los huevos para celebrar goles por cojones), decidió abusar de su situación de poder ante la audiencia mundial, agarrar de la cabeza y plantarle un beso en la boca a Jenni Hermoso (amén de repetidos excesos de confianza con todas sus compañeras). Cuando él quiso y como él quiso, ya que como presidente de la RFEF él sabe mejor que nadie lo que a una futbolista le apetece y lo que no. Y cuándo, cómo y dónde.

Hemos ganado.

Porque ese autogol, ante casi 8 millones de telespectadores españoles y unos 2000 millones del resto del globo, sirvió para evidenciar lo que tantas veces se denuncia y tantos corazones no quieren sentir: que el machismo nos abraza con tanta fuerza que la mayoría de las veces olvidamos que nos está doliendo.

Hemos ganado.

Porque los protagonistas negativos del suceso siguen sin querer admitir, siquiera comprender, qué está ocurriendo y por qué está mal. Y cada vez es más cerrado el círculo de amigotes que les ríe las gracias mientras les palmotea la espalda (¡cómo son las mujeres!) y les susurra que se está quedando buena tarde para jugar a la galleta.

Hemos ganado.

Porque el revuelo es tal que ni siquiera han funcionado las excusas enlatadas, esas disculpas de manual franquista de buenas maneras que uno utiliza para disculparse ante aquellos (estúpidos gilipollas) que se han sentido ofendidos (por tremenda tontería) que "seguramente" (que la RAE define como "probablemente" y no como "con total seguridad") haya podido ocurrir. Empieza a evidenciarse que quizá, solo quizá, se valora más la sinceridad, el corazón y la posibilidad de asumir errores y cambiar de opinión.

Hemos ganado.

Porque cada vez son menos los rancios, los ofensores, los carcas, los cuñados, los ultracentristas, los "españoles de bien", los del "siempre se ha hecho así" y "antes había más libertad". La generación de pólvora y mierda que solo ve cristal a su alrededor. Cada vez son menos, están más solos y han de elegir entre quedarse sufriendo con cara de tontos o girar la vela al viento favorable y abandonarse a la felicidad de saberse justos, de saberse buenos. De verdad.

Hemos ganado.

Pero al contrario que el gol de Olga Carmona, que vale para ser campeonAs del mundo cuatro años, este otro partido hemos de seguir jugándolo. Todos los días. En todos lados.

Hemos ganado


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