Revista Infancia
Hace una semana, en vísperas de nochebuena, nos fuimos a Alicante para visitar a Santa Claus. Hace un par de años estuvimos allí, en su casita del parque de la Ereta, entregándole personalmente las cartas. Podéis leer lo bien que lo pasamos aquí. Por aquel entonces Cesar aun no existía y Carla tenía dos añitos, así que no se acordaba de nada. Además, el parque de la Ereta está en la ladera del Castillo de Santa Barbara y unos días antes le había prometido a Marco (de 9 años) que iríamos a ver la exposición de playmobil. Como ya os he contado en alguna ocasión, él es super-mega-fan de los clicks.
Papá tenía que trabajar, no pudo acompañarnos, pero la que sí que se vino con nosotros fue nuestra amiga N. que, por cierto, es quien nos hizo la foto que he puesto en el post. ¡Me encanta! La he usado para felicitar a todo el mundo la Navidad. ¡¡¡Mil gracias!!!
Cogimos el coche y llegamos a Alicante sobre las doce del medio día. Al llegar a las faldas del Castillo de Santa Bárbara nos dimos cuenta de que la policía había cerrado el acceso. De echo había una gran hilera de coches aparcados a lo largo de la carretera de acceso, en uno de los lados (no hay aparcamiento en los arcenes) Así que imagino que cerraron el acceso para evitar problemas ya que no cabían más coches. Total, que decidimos aparcar en el parking del puerto, que nos salió carísimo, y subir al castillo con el ascensor. Se puede subir andando, pero la pendiente es bastante dura y llevando a Carla (de 4 años) y a César (de 1 año)... Nosotras preferimos usar el ascensor. Además luego allí íbamos a caminar durante bastante tiempo. La subida al castillo cuesta 2,50€ por persona. Los niños pequeños no pagan.
Entramos primero a ver la exposición de playmobil, pero eso os lo cuento en otro post. Al salir estábamos todos hambrientos y además eran casi las dos. Como de dos a cuatro estaba cerrada la casita de Santa, nos acercamos a una zona que hay en el castillo con mesas de picnic dónde dimos de comer a César. Desde allí hay unas vistas preciosas de la costa. Una vez listo el peque fuimos al restaurante que hay en el mismo castillo a comer los demás: Pasta para los peques y unas tapitas para nosotras en un entorno precioso.
El Castillo de Santa Barbara es precioso, si no habéis estado allí os lo recomiendo. Es uno de los castillos que más me ha gustado. Como ya habíamos estado antes no nos entretuvimos viéndolo. En cuanto llenamos la panza nos dispusimos a bajar al parque de la Ereta paseando.
Al llegar a la Casa de Santa Claus eran poco más de las cuatro de la tarde, acababan de abrir, y ya había una cola enooooooooooorme. Marco ya nos había dicho que no se encontraba muy bien, que se sentía como mareado, así que se quedó sentado en un lado mientras esperábamos nuestro turno. Lo bueno es que avanzaba bastante rápido. Cuando nos dejaron pasar descubrimos el por qué. Santa no estaba dentro de su casita sino sentado fuera junto a un árbol de Navidad. Como hacía tan buen tiempo... De este modo iba todo mucho más rápido (la casa es muy chiquitita lo que dificulta la movilidad ya que la gente se entretiene más). Los niños se acercaban, se sentaban con él y se hacían fotos. Cuando nos tocó a nosotros también hicimos lo mismo. Luego entramos a la casita a verla (más fotos) y echaron sus cartas en el pozo de los deseos (más fotos, por supuesto).
Marco dijo que se encontraba peor por lo que nos fuimos directamente a buscar el coche para irnos. La gente aprovechaba que estaban allí para subir a los peques a los castillos hinchables (1€), para tomarse algo en la cafetería o comprar algo en los puestos que habían. La otra vez que fuimos también había talleres pero en esta ocasión no vi. Aunque como os digo nos fuimos sin entretenernos. De echo, al llegar a casa Marco tenía 38,6º pero estaba contento. Había podido darle su carta a Papá Noel. Solo faltaba esperar a ver si la noche siguiente se cumplían sus deseos...
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