Después de muchos años de extravío
yo sé
que manos de viento
siempre sujetaron mis ciegos pasos
en los vaivenes de la vida.
Un insensato soy y
seré por siempre jamás.
Pero en medio de la oscuridad
en el desvariado camino hacia la muerte
esta repentina caricia,
este apretón amistoso en el brazo:
- No! Allí no ...
Mi corazón no se ha convertido
todavía en carroña. Porque
manos de viento
siempre me detuvieron
en el extremo del precipicio de
la podredumbre de los cuervos.