Una mañana, ante la difícil situación en la frontera belga, el Alto Mando francés llamó a Giraud a hacerse cargo del IX ejército, planteando la unificación de su ejército y el nuevo asignado. Giraud respondió rápidamente, y unas pocas horas después se presentó en el cuartel que servía de sede al comando. Al llegar, ante su sorpresa, un grupo de soldados alemanes se cuadra, entrechoca los talones y saluda. Desconocemos si Giraud devolvió el saludo, pero debía estar alucinado.Inmediatamente se presenta ante él un oficial alemán que les informa amablemente:- ¡Es usted nuestro prisionero, señor general! Han tenido mala suerte. El anterior comando del 9º ejército abandonó la región hace media hora. Quince minutos después llegamos nosotros. Hubiera sido una falta de consideración no esperarlos...
Otra cosa no, pero a buenos modales los alemanes... no los gana nadie... total, que Giraud fue hecho prisionero por segunda vez en su vida, pero en esta ocasión era general, y por tanto no iba a ser enviado a un campo de prisioneros, sino que fue encarcelado en el castillo de Königstein, en Dresde, de donde también escapó, pero esta vez con un plan más elaborado.
Fortaleza de Königstein, donde estuvo encarcelado durante dos años.
Durante cerca de dos años, el general francés dedicó su tiempo en la cárcel a aprender alemán, memorizar mapas de la zona, y acumular alambres que obtenía de los paquetes postales que recibía y de lo que conseguía extraer de ventanas y elementos metálicos. Tras dos años, Giraud rompió los barrotes que le aislaban del exterior, y descolgó un largo cable de 40 metros formado por alambres y sábanas. Así logró escapar de su encierro, se afeitó el bigote y cruzó a Suiza a bordo de trenes alemanes haciéndose pasar por un civil alemán. En el país neutral fue arrestado, pero las autoridades suizas prefirieron entregarlo a la Francia de Vichy, donde afirmó su fidelidad a Pétain, pero se negó a colaborar con Alemania. Aunque Alemania pidió que se le entregará, Pétain lo protegió, y llegó incluso a ser enviado a África para luchar en el bando aliado.La biografía de Henri Giraud no tiene desperdicio ninguno. Fue un enemigo a ultranza de Charles de Gaulle, tanto como militar como en la política, pues llegó incluso a ser diputado, aunque de Gaulle lo relegó hasta hacerlo desaparecer de la vida política. Y lo mejor de todo es que él mismo escribió dos obras sobre sus aventuras y desventuras, una de ellas con cierta sorna en su título Mes Evasions (Mis Evasiones).