Revista Cultura y Ocio

Henrietta swan leavitt

Por Diana Cabello Muro @Didymyself

La astrónoma que desarrolló como medir las distancias en el universo.

Sin duda, merecedora del Nobel.


Nació un 4 de julio de 1868 en Lancaster, Massachusetts, USA.
Con 20 años empezó sus estudios superiores en la sociedad para la educación de las mujeres, donde estudió griego, arte, filosofía, geometría analítica y cálculo diferencial, pero no estudió astronomía hasta el último curso. Se graduó en 1892 tras lo cual estuvo viajando por Europa y Norteamérica, época en la que además perdió audición a causa de una grave enfermedad que pareció.
A los 3 años de graduarse, empezó a trabajar como voluntaria en el departamento de análisis de placas fotográficas del Observatorio del Harvard College dónde sería contratada como simple asistente en 1902.
Su trabajo era necesario pero tedioso y poco reconocido que consistía en analizar cientos de placas fotográficas para clasificar las estrellas según su brillo aparente y sus colores. A estas mujeres se las conocía como "las calculadoras de Harvard" pero también como "el harén de Pickering", por Edward Charles Pickering, el director del Observatorio, que fue quien decidió emplearlas dado que eran más baratas que los hombres, independientemente de su capacidad o formación.
Fue en 1912, tras haber estudiado durante varios años las propiedades de las estrellas variables cefeidas en la Pequeña Nube de Magallanes, cuando la astrónoma identificó una relación entre el brillo y el periodo, lo que permite predecir el brillo intrínseco o luminosidad de una cefeida a partir de su periodo, es decir, que conociendo la luminosidad y midiendo el brillo aparente, se podría calcular la distancia a la que se hallaba la fuente emisora de la luz, por lo que Henrietta había encontrado la forma de medir distancias en el universo.
Por supuesto nunca obtuvo el reconocimiento merecido a pesar de que su hallazgo fue revolucionario, al menos en vida.
En 1925 el matemático Gösta Mittag Leffler, miembro de la Academia Sueca de las Ciencias, le escribió una carta comunicándole su intención de proponerla para el Premio Nobel de 1926. En dicha carta le describía su gran reconocimiento por el admirable descubrimiento de la ley empírica que conecta la luminosidad con el periodo de las cefeidas.
Fue Von Zeipel, de la Universidad de Uppsala, quien informó a Mittag del hallazgo.
Mittag recibió respuesta de Harlow Shapley, director del Observatorio de Harvard College en aquel entonces, y en su carta de contestación, además de decirle que Henrieta Leavitt falleció en 1921, reconocía que la ley de las cefeidas era una poderosa herramienta que tanto Hubble como él mismo habían usado para estimar distancias a cúmulos estelares y nebulosas, con los resultados que les hicieron famosos. Incluso reconocía que si Henrietta hubiese tenido libertad para investigar, sus contribuciones científicas hubiesen sido aún más brillantes¹.
La colección Los misterios del Cosmos de la editorial RBA es muy interesante para toda aquella persona que ame la física, pero también porque trata de forma justa y merecida a las mujeres de la ciencia.
Fuentes:¹ Domínguez Aguilera, Inmaculada: Las supernovas. El brillante final de una estrella. Ed. RBA, Navarra, 2016. Pág. 25.
- Los mensajes de Clío
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