Aunque practicada desde la antigüedad, el auténtico despegue de la caricatura [1] comienza en 1830 cuando surgen en Francia La caricature y en Inglaterra The monthly sheet of caricatures. Las posibilidades del género se harán patentes desde ese mismo año: el editor Frederick Soret muestra a Goethe los manuscritos de un par de novelas a base de caricaturas del profesor suizo Rodolphe Töpffer; el entusiasmo del escritor animará al dibujante a publicar tres años más tarde el primer cómic de la historia [2]. También en torno a dicha fecha, el geólogo Henry de la Beche coloca la primera piedra del paleoarte partiendo igualmente de la caricatura.
Sir Henry Thomas de la Beche (1796-1855) se apasionó por la geología durante su juventud en Lyme Regis, localidad costera del condado de Dorset donde Mary Anning realizó sus descubrimientos a partir de 1810. Siendo ambos aún adolescentes, Henry la acompañó en varias ocasiones en sus prospecciones. A los veintiún años (c.1817) se unió a la Sociedad Geológica de Londres, fundada en 1807 y la más antigua del mundo.
En 1825 la sociedad recibe la sanción oficial del Rey, pero entonces ya era toda una institución. En 1821 William Conybeare (1787-1857) había presentado un importante trabajo sobre la anatomía del ictiosaurio y el plesiosaurio, realizado en colaboración con De la Beche, y en 1824 el presidente de la sociedad, William Buckland (1784-1856), había anunciado el descubrimiento en Stonesfield del fósil de un reptil gigante al que llamó megalosauro: el primer dinosaurio. Por cierto, que fue Buckland quien introdujo el término coprolito en sus trabajos, a partir de 1829, al estudiar los restos –considerados hasta entonces conos de abeto fósiles- encontrados en el suelo de una cueva en la que halló huesos de hienas primitivas.
Ictiosaurio litografiado por Scharf para Conybeare
Aunque Cuvier ya había utilizado el dibujo para la reconstrucción de fósiles [3], Conybeare fue el primero en flirtear con la ciencia-ficción en 1822 al ilustrar (como vimos aquí) y escribir un poema en el que Buckland viajaba en el tiempo topándose con una hiena primitiva viva en la mencionada cueva. También acompañó su trabajo sobre el ictiosaurio y el plesiosaurio de unas magníficas litografías realizadas por el ilustrador bávaro –residente en Londres desde 1816- Georg Johann Scharf (1788-1860) a partir de sus bocetos.
De la Beche comprendió pronto las posibilidades de la ilustración para transmitir información y en 1830 publicó Sections and views, illustrative of geological phaenomena, una serie de dibujos para "inducir a los geólogos a que nos presenten secciones más conformes a la naturaleza de lo que se suele hacer". Pero también realizó en torno a dicha fecha varias litografías en las que utiliza la caricatura y la imaginación como herramientas fundamentales, y tienen por protagonistas a seres extintos.
A coprolitic vision
La primera de ellas es “A coprolitic vision” (c.1829), a la que ya hemos dedicado este post en Koprolitos, por lo que no vamos a insistir ahora mucho más.
Duria antiquor
La siguiente, “Duria Antiquor” (“Un Dorset más antiguo” c.1830), fue litografiada por Scharf por encargo de De la Beche para ayudar con las ventas a su amiga Mary Anning, que pasaba un bache económico. El grabado ilustraba los descubrimientos de Mary, y fue la primera representación gráfica de una escena prehistórica basada en evidencias fósiles, lo que hoy conocemos como paleoarte. Se difundió ampliamente, siendo redibujado y reimpreso en numerosas tiradas. Se utilizó pedagógicamente y sirvió de modelo a muchas otras obras.
Finalmente, en Awful changes (c.1831) se burla de la tesis del geólogo Charles Lyell de que los cambios climáticos periódicos de la Tierra podrían llegar a conllevar la reaparición de los grandes saurios. Francis (1826-80), el hijo de Buckland, la publicó como portadilla de su serie "Curiosities of Natural History" (1857-72), en la que explicaba extraños fenómenos natural y anécdotas de la vida de su padre.
Como explica Martin J.S.Rudwick [4], De la Beche complementaba las notas de sus cuadernos de campo con ilustraciones. En la parte posterior de uno de ellos, realizado en 1830-31, hay diversos bocetos y caricaturas más informales, incluyendo una serie de diez de la que la última (sobre estas líneas) es un claro bosquejo de lo que sería Awful changes.
Este otro boceto, el octavo de la serie, podría entenderse también como un antecesor de dicha ilustración. En él, un ictiosaurio de largo hocico se dirige al estrado, diciendo: "Señor Presidente cocodrilo, permítame...". El presidente, que tiene un león y un elefante como secretarios a su lado, le interrumpe diciendo a una figura diferente: "Déjeme decir, señor Plesiosaurio, que las observaciones del señor Longirostrus Ichthyosaurus eran limitadas". El plesiosaurio de cuello largo responde: "Me inclino ante el señor Presidente".
En 1848 Henry de la Beche fue nombrado caballero y presidente de la Sociedad Geológica y, casi al final de su vida, recibió la Medalla Wollaston de la citada sociedad. En su obra podemos afirmar que la ciencia inspira al arte y el arte inspira a la ciencia.
Siendo los amigos de este blog unos apasionados del cómic y el paleoarte, me gustaría despedir esta entrada con un “What if?”: ¿os imagináis que Töpffer y De la Beche hubieran decidido colaborar o se hubieran influenciado de cualquier otro modo el uno al otro lo suficiente como para lanzarse a publicar un cómic de ambientación mesozoica?
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[1] Practicada desde la antigüedad, la caricatura en sentido moderno nace en Bolonia a fines del s.XVI, pasa a Francia hacia 1660 y luego a Inglaterra, donde destacaron William Hogarth, Rowlandson, William Heath, Gillray o Cruikshank.[2] Como indica el propio Töpffer en el prólogo de su Histoire de Mr. Jabot: “cada dibujo de los que componen esta obra va acompañado de una o dos líneas de texto. Los dibujos, sin este texto, tienen un significado oscuro; el texto, sin los dibujos, no significa nada. El total forma una especie de novela...”[3] Juan Bautista Bru fue el primero en esta disciplina, dibujando en 1793 el esqueleto de un perezoso gigante que Cuvier llamará Megatherium. Pero será Cuvier el primero en utilizar el dibujo de forma sistemática para reconstruir fósiles, atreviéndose incluso a rodear los esqueletos con el contorno de lo que podría haber sido su piel.[4] “Caricature as a Source for the History of Science: De la Beche's Anti-Lyellian Sketches of 1831”; Rudwick, M.J.S.; Isis, Vol. 66, No. 4 (Dec., 1975), pp. 534-560.