Henry Ford, un visionario

Criado en una granja en el seno de una familia muy humilde, su origen modesto no supuso un obstáculo para conocer el funcionamiento interno de máquinas agrícolas y relojes, sus primeros objetos de estudio. Con solo dieciséis años decide marcharse a Detroit a trabajar como aprendiz y rápidamente es contratado por la empresa Westinghouse, dedicación que compagina con sus primeros experimentos con motores de gasolina.

A comienzos del siglo veinte, Ford sigue enfrascado en los motores hasta el punto de fundar una compañía junto con algunos otros inversores. Pero más allá de preocuparse en fabricar y vender coches, su fijación se centra en lograr un coche veloz y más resolutivo que el de sus competidores. Decide, pues, abandonar la compañía y crear la suya propia, Ford Motor Company, siempre con la vista fija en fabricar el coche de carreras definitivo.

En 1908, y tras sus primeros éxitos, decide crear un modelo de consumo masivo, el Ford T, un coche barato y fácil de reparar. Dobló el sueldo de sus trabajadores e inició una campaña de marketing agresiva inundando los periódicos de todo el país con anuncios de su prodigioso coche. Con la mirada puesta en reducir costes y aumentar la producción, Ford introduce en 1903 el ensamblaje móvil, uno de las más grandes innovaciones industriales de la historia.

El éxito en la producción y la venta de vehículos fue impresionante. En 1908 la mitad de los coches norteamericanos eran Ford. El total de vehículos vendidos superó la cifra de 15 millones de unidades.

“1916 Ford Model T Speedster, March 26, 1916, California (5643782311)” by William Creswell from Seattle, Washington, USA – 1916 Ford Model T Speedster, March 26, 1916, California. Licensed under CC BY 2.0 via Wikimedia Commons.

Junto a su hijo Edsel, en 1930 Ford llega al convencimiento de la necesidad de producir un nuevo modelo capaz de reproducir las garantías del anterior modelo T pero con nuevas mejoras técnicas. Fruto de ello es el nuevo Ford A. Los años posteriores suponen un cierto declive en la compañía, con disputas internas por hacerse con el control de la misma. En 1945, cuando la edad avanzada del patriarca se hace evidente, es su nieto Henry Ford II el que toma las riendas de la compañía fundada por su abuelo.

Además de la famosa cadena de producción, Ford innovó en el apartado de relaciones laborales, no sólo al aumentar el salario de sus trabajadores sino al reducir la jornada laboral. La mejora del poder adquisitivo de sus empleados hizo que estos se transformaran en sus propios clientes, al tener la posibilidad económica de hacerse con el coche que ellos mismos fabricaban. Resulta curioso el celo que Ford demostró en los trabajadores hasta el punto de investigarlos por si eran bebedores o jugadores, vicios que el magnate no toleraba. A pesar de todas estas medidas positivas para su fuerza de trabajo, los sindicatos nunca fueron bien recibidos dentro de la compañía; es más, se prohibieron.

Destacado pacifista, Ford luchó por promover la paz en todo el mundo, pero la inevitable entrada de su país en las guerras europeas le empujó a dedicar parte de su producción a aviones y municiones para los militares.

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