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Henry y Cato - Iris Murdoch

Publicado el 05 mayo 2014 por Rusta @RustaDevoradora

Henry y Cato - Iris MurdochEdición: Impedimenta, 2013 (trad. Luis Lasse)Páginas: 448ISBN: 9788415578543Precio: 23,95 € (e-book: 11,99 €)Iris Murdoch (Dublín, 1919-1999), escritora y filósofa, es una de las grandes damas de la literatura del siglo XX, con más de veinte novelas a sus espaldas. Sus obras heredan los conflictos morales y el refinamiento estilístico de los autores decimonónicos rusos e ingleses (Dickens, Tolstói…), además de plantear un importante trasfondo metafísico de raíces platónicas. Henry y Cato (1976), publicada dos años antes de la reconocida El mar, el mar (Premio Booker 1978), constituye un buen ejemplo de este universo Murdoch que ningún lector debería perderse. La historia se apoya en los dos amigos que dan nombre al libro: dos hombres treintañeros que se reencuentran después de nueve años en un momento en el que ambos experimentan transformaciones profundas en sus vidas.Henry y Cato - Iris MurdochCato Forbes abre la novela con una escena en la que tira una pistola al río. El arma pertenecía a Joe el Guapo, un muchacho que se codea con malas compañías. Cato, como sacerdote, trata de reconducirlo para hacer de él un buen chico, aunque le mueve algo más que el bienestar del joven: se ha enamorado de él. Este sentimiento va unido a una crisis espiritual en la que, por primera vez desde su conversión, se cuestiona sus creencias religiosas. Borrar el revólver del mapa, pese a parecer un paso adelante para ayudar a Joe, a la larga le traerá problemas, unos problemas que compartirá con su recién reencontrado amigo Henry en unas largas conversaciones de confidencias mutuas.Henry Marshalson, por su parte, imparte clases de filosofía en Estados Unidos hasta que se ve obligado a regresar a su localidad inglesa natal, Laxlinden, por la muerte de su hermano mayor, Sandy, que lo convierte en heredero de las posesiones familiares. Sin embargo, y para disgusto de su madre, Henry quiere deshacerse de todo, incluida la mansión en la que vive su progenitora. Henry está marcado por las inseguridades: siempre notó que su hermano era el preferido y ni siquiera con la muerte de este ha logrado digerirlo. La gota que colma el vaso es la decisión de casarse con la querida de Sandy, Stephanie Whitehouse, una ex prostituta de aspecto ordinario por la que siente una enorme compasión y, a la vez, un deseo de poseer lo que Sandy amaba.La vuelta de Henry coincide con la de Colette Forbes, la hermana pequeña de Cato, una chica alegre y valiente que ha dejado los estudios. Esto último disgusta a su padre, John Forbes, molesto porque sus hijos no son los intelectuales que habría querido y, para colmo, Cato se hizo religioso. El ambiente en casa de Henry no es mucho mejor: además de tener que aceptar la venta de la hacienda en contra de su voluntad, Gerda, su madre, una mujer con carácter, convive con Lucius Lamb, un escritor fracasado y apocado al que mantiene más por piedad que por amor. En estas circunstancias, la criada, Rhoda cabeza de pájaro, parece un personaje en apariencia insignificante que, no obstante, oculta un gran secreto.Henry y Cato - Iris MurdochLos protagonistas tienen algo en común: conocen a un personaje embrutecido, impropio del entorno social de ambos, que se convierte en el centro de sus vidas. Murdoch utiliza la aparición del extraño como perversión del orden natural, porque ni Stephanie ni Joe el Guapo son los compañeros que Henry y Cato deberían elegir, por su origen humilde y, en el caso de él, por motivar una relación homosexual. Esta perversión está ligada a la concepción moderna del sexo y el deseo como motivo para elegir a una pareja, que contrasta con la tradición de guiarse por los intereses de clase. John Forbes y Gerda Marshalson, en calidad de progenitores, representan la visión conservadora que se opone a esta degradación, aunque, paradójicamente, Henry y Cato también se muestran cautelosos cuando se trata de aconsejar al otro: ninguno ve bien el rumbo que toma su amigo.Los escenarios reflejan este choque de clases, un tema fundamental en las décadas posteriores a la Segunda Guerra Mundial con sus sucesivas transformaciones económicas: el contraste entre los Estados Unidos, que para Henry son casi la tierra de la libertad, el lugar en el que era feliz junto a sus colegas, y la Inglaterra rancia de la mansión, rodeada de pradera, donde debe hacerse responsable de todo. Incluso dentro del país hay una diferencia entre la ciudad de Londres, con sus barrios y su gente corriente, y Laxlinden, con el caserón anclado en el pasado. La voluntad de Henry de desprenderse de los bienes familiares se debe precisamente al propósito de llevar a la práctica sus ideales, de conseguir una concordancia entre su mente y su estilo de vida (es notable la influencia de Platón en la separación entre ideas y mundo material, con las primeras siempre como el modelo de la máxima rectitud).La segunda (y última) parte da un giro de intriga que reflexiona sobre la posibilidad del mal y la facilidad con la que provoca el miedo. Esta confrontación entre el bien y el mal se mezcla con las dudas espirituales de Cato, que en sus charlas con un compañero de profesión expone muchos pensamientos sobre la relación con Dios y la falta de fe. En el desenlace, queda más patente que nunca que el microcosmos recreado por Murdoch está cargado de sentido, como si quisiera decirnos que, a pesar de los errores cometidos por el camino, al final todo vuelve al sitio que le corresponde y el universo sigue funcionando. La evolución moral de Henry y Cato es, por lo tanto, uno de los pilares de esta novela.

Henry y Cato - Iris Murdoch

Iris Murdoch

Con todo, quizá el mayor logro de Murdoch en Henry y Cato se debe a la consecución de un magnífico equilibrio entre las tramas personales, las reflexiones (además de las mencionadas, se habla de arte y literatura por los intereses de Lucius Lamb y Henry), el suspense intenso de la segunda parte y, en general, una diversión constante por el estilo incisivo, irónico y sofisticadode la autora, brillante tanto en la descripción como en la recreación precisa de las voces de los personajes en unos diálogos que muestran a la perfección su diversidad de orígenes y caracteres. Maravillosa, en definitiva.Las imágenes corresponden a dos obras de Max Beckmann (Leipzig, 1884-Nueva York, 1950), pintor expresionista de la Nueva Objetividad al que se hace referencia en la novela porque Henry dice estar escribiendo un libro sobre él. Estos dos cuadros son, por orden de aparición, La noche (1918-1919) y Carnaval (1943).

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