Revista Cultura y Ocio

Her: Romance descargado y actualizado

Publicado el 17 febrero 2014 por Cosmoduende @cosmoduende

Siri ¿Puedes abrir mis correos?… ¿Qué hora es, Siri?… Siri, tengo hambre ¿puedes mostrarme opciones para comer hoy? Lo anterior es un pequeño ejemplo del tiempo en el que vivimos, donde a nuestro propio teléfono celular le damos instrucciones sin hacer un movimiento, y sólo ocupamos nuestra voz para que realice tal o cual cosa.

Sin embargo ¿Qué tan sorprendente o raro resultaría si llegáramos a identificarnos tanto con un celular o computadora, al punto de que podríamos necesitarlo y quererlo como a una persona? y, más raro ¿Qué tal si somos correspondidos por el ‘cerebro’ del sistema?

Ésa es la premisa que nos presenta Spike Jonze en esta cinta, nominada a Mejor Película, Guion Original, Diseño de Producción, Música Original y Canción Original en los próximos premios de la Academia.

Estamos en la ciudad de Los Ángeles, California, una versión futurista, de atmósfera cálida, tranquila y de vanguardia; en ella nos presentan a Theodore Twombly, un escritor de cartas solitario, introvertido, calmado y quien está en pleno proceso de divorcio. Con nadie a su alrededor más que un par de amigos y su pequeño celular que hace todos los procedimientos que él desea, su vida transcurre en total monotonía.

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Inmerso en este ambiente y con la idea de que las personas se puedan relacionar más con la tecnología y, a través de ella sepan definir y saber quiénes son, lo que desean y los identifica, se lanza un nuevo Sistema Operativo, capaz no sólo de obedecer y realizar funciones computacionales sino, además, fungir como un compañero del día a día con la habilidad de conversar contigo, conocerte y que sea algo más que ese soporte de tu ordenador.

Theodore adquiere este novedoso OS y comienza a formarse el vínculo entre ambos pero ahora conoceremos al sistema como Samantha, quien mediante pláticas, convivencia, bromas, confesiones, etc. experimentará sensaciones hacia su “dueño” y éste, a su vez, corresponderá esos sentimientos de tal forma que la relación máquina-hombre es llevada a otro nivel: el afectivo.

Con trama sencilla y sin rebuscamientos en la historia, implícitamente, Jonze nos introduce un poco al debate del “amor virtual” y cómo las relaciones personales se modifican en tanto que la tecnología avanza y se consolida como condicionante para ello.

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No se presenta –como se llega a pensar– una dependencia total hacia el aparato en sí, sino que, más bien, dado que Samantha poco a poco aprende a “sentir” y experimentar el dolor, la preocupación, el amor, los celos, la tristeza, etc., el apego de Theodore hacia ella provoca que se genere, de a poco, una relación más profunda, más personal y sentimental entre ambos y aquí llega la interrogante central ¿es o sería posible que perdure algo así?

Las situaciones que afianzan, redefinen, cambian y caracterizan a este binomio romántico son las que –quizá– hemos experimentado en algún momento de nuestra vida, sólo que aquí lo valioso es cómo las capta, asimila y resiente alguien sin cuerpo, sin materia, sólo códigos y programas pero ése es el truco… es capaz de hacerlo.

De ahí en adelante será cuestión de intuición y un tanto de adivinable lo que suceda con ellos, cómo cambiará al paso de los días la concepción que tienen sobre el otro y sobre querer, tanto para Theodore como para Samantha, porque es algo nuevo, misterioso, una adaptación total hacia el opuesto.

Además, lo extendido que se torna esa incertidumbre, termina por perjudicar el desarrollo, que no pierde ritmo, pero es innecesario. Momentos divertidos, románticos y motivacionales sustentan su complicidad pero ¿por cuánto tiempo? Por las interpretaciones esta espera logra salir apenas adelante.

El solitario Theodore es el papel al que da vida Joaquin Phoenix y es uno de los que más se acercarían un poco a su personalidad un tanto reservada, introvertida, misteriosa y serena, lejos de la crueldad y locura que mostró en Gladiator (2001) como el emperador Cómodo o lo volátil, polémico y talentoso al interpretar al emblemático Johnny Cash en Walk The Line (2005).

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Con calidez, frescura y melancolía, Phoenix logra convencernos de quién es y a entenderlo de forma clara; un buen amigo, responsable, leal, que detrás de su solidad y tristeza, a su modo, hay armonía y capacidad de querer.

Resulta buen contrapunto la intervención de Amy Adams como la amiga, consejera y confidente de Phoenix sin mayores sobresaltos y que comprende, además, el conflicto de Theodore con su OS.

La otra mitad de la historia la completa una voz pero no una cualquiera, es una que atrapa, seduce, te cae bien y genera empatía, tanto en momentos buenos, regulares y malos. La responsable es Scarlett Johansson; con matices exactos, ritmos definidos en cada situación y su tono característico, simplemente es hipnotizante. Quieres escucharla, embona bien cómo “la programaron”, y en momentos divertidos, alegres, de molestia, de amargura, confusión, de tristeza causa el efecto claro y deseado.

La forma en que se compaginan ambos es aderezada mediante los diferentes escenarios y planos visuales que los rodea: la casa de Theodore, la ciudad minimalista evolucionada, paisajes de los paseos que realizan, es decir, pensar en un L.A. organizado, limpio, un tanto vintage como nos lo venden aquí, es agradable y efectivo.

Lo anterior funciona brutalmente con la música escogida por Jonze (que demuestra su evidente corte como director de videos musicales de artistas como Arcade Fire, Yeah Yeah Yeahs, The Breeders, etc.) sin duda un soundtrack acorde a la trama, ambiente, y seguimiento de la historia.

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Con un guion bastante ligero y muy de su toque, que ya vimos en Being John Malkovich (1999) o Adaptation (2002), Jonze busca ganar por primera vez un Óscar y podría lograrlo en la categoría de Guion como ya lo hizo hace poco en los Golden Globes.

 Con un tema bastante polémico y actual como es el alejamiento en la convivencia de las personas porque se la pasan viendo el celular ya que, paradójicamente, es allí donde conviven más, Her nos hace una pregunta directa ¿Puede un ser humano amar, así literal, a su máquina?

El amor ¿Puede existir y darse entre esta combinación? Lo que sabemos es que, ya sea para almacenar documentos, información, datos, contactos y un largo etcétera, celular, computadora, laptop u otro dispositivo sí nos ayuda bastante y, si llega a perderse o averiarse en algún momento crucial, son muchos y muchas las que, de verdad, se preocupan y sufren más que por amor.

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