Hace tanto, tanto, que casi ni recuerdo cómo usar este editor de wordpress, pero vamos a ponernos la memoria en automático y a ver qué pasa. No se muy bien si disculparme por la ausencia o continuar con el “Decíamos ayer…” de Fray Luis de León al retomar su cátedra tras años encarcelado.
Opto por esa opción, que la vida ahoga y hace que una se quede de vez en cuando sin palabras. Cuando vuelven a fluir, se rehabla y listo.
¿Y qué es lo que he hecho en mi tiempo de silencio? El mío, no el de Martín Santos (En eso no he cambiado, no podía dejar de soltar alguna perlita de cultureta literaria trasnochada hasta cuando hablo de entretenimiento de medio pelo, qué le vamos a hacer) Pues me he empachado a series turcas, descubriendo que algunas son bastante buenas, además de la ración de vista de esos nuevos galanes mezcla de macho alfa con metrosexual que a una, bueno, a casi todas, nos alegran un poco la visión de la vida.
Entre tantas, tengo que recomendaros ver Hercai. Vale que es un poco lenta y repetitiva, como todas estas series, pero la historia, la escenografía, los personajes, la realización, etc, son sencillamente brillantes. Y si sois amantes de los viajes y las tradiciones, vais a quedar más que encantados conociendo Mardin y sus anacrónicas costumbres en la Turquía profunda en pleno siglo XXI.
Hercai está basada en una novela escrita por Sümeyye Koç, una escritora turca nacida en Ankara, Turquía en el año 1995. El título, que en español se traduce como “orgullo”, se debe al trasfondo de la historia y a la sinopsis, “una historia de amor imposible iniciada por la venganza” pero también significa amapola, por una historia en la que dos flores se enamoran en primavera.
En Mardin, hay dos familias enfrentadas en una vendetta, los Aslanbey y los Sadoglu. El nieto de la cabeza de familia Azize Aslanbey, enamora a la nieta del cabecilla de los Sadoglu, Nassuh, llevándola a un matrimonio falso y abandonándola tras la noche de bodas habiéndole “robado la honra” (Dios es tan, tan Bernarda Alba en ocasiones…). Así se inicia la vendetta de Azize Aslanbei, la mala malísima (os lo juro, nunca he visto una mala tan mala, es la piel del diablo, una de las mejores malas que he visto en mi vida, sin piedad, sin compasión, sin corazón… una maravilla de mala), pues uno de los Sadoglu, Hazar, habría matado a uno de sus hijos en el pasado.
Así se desarrolla la serie, con una preciosa historia de amor entre Reyyan de los Sadoglu y Miran de los Aslanbey, cual Romeo y Julieta con pistolas y a lo mafia turca, sorpresas a cada minuto, paisajes increíbles, descripción de tradiciones, acción sin respiración y miradas turcas. Porque algo que he descubierto es la capacidad de los actores turcos para expresar con la mirada. Flípolo, os lo juro. Esos primeros planos de los ojos expresando emociones te roban el aliento. Aunque confieso que me pregunto qué presupuesto gastarán en cebollas o colirios, pues las lágrimas son constantes. Las de ellos. En nosotros se queda en esa sensación de cuando vas a llorar pero no, o en mirar hipnotizados esos ojos increíbles. De todos. Además la teatralidad de la serie es notable. A veces sientes que estás en un patio de butacas de una sala esperando ver caer el telón.
En fin, que la serie tiene 3 temporadas, la tercera inacabada aún, la podéis ver en Nova TDT y no se si en netflix. Y que no os la perdáis. Al menos un par de capitulitos.
Y bueno, volveré a empezar a leer. Si, llevo meses sin leer nada trascendente, ni tan siquiera bueno. Ya me pongo a ello. Bienhallados. Para la ficha de la serie os dejo el enlace en la wiki.