Revista Libros
Geoff Emerick tuvo la inmensa fortuna de entrar a trabajar en los estudios Abbey Road como ayudante del ingeniero de sonido con tan sólo 16 años, la víspera de que un grupo venido de Liverpool acudiera a su primera sesión oficial de grabación el cuatro de septiembre de 1962. Desde ese momento hasta nuestros días, su vida ha estado íntimamente ligada a la música de los Beatles.
En un primer momento, su participación fue mínima (incluso en aquella primera sesión, acudió como mero espectador y sin cobrar, por la curiosidad de ver al grupo del que ya se hablaba bastante en la cantina de los estudios) y no participó en todas las sesiones Sin embargo, su presencia fue haciéndose más asidua hasta el punto en que, en 1966, cuando los Beatles se preparaban para iniciar la grabación de uno de sus discos más importantes -Revolver-, fue promocionado al puesto de ingeniero de sonido.
Precisamente en la primera sesión para ese disco marcó la pauta de cuál sería el papel de Geoff en los meses siguientes. John Lennon había compuesto una canción con un único acorde y letra inspirada en una versión del Libro Tibetano de los Muertos y las indicaciones para el tratamiento de su voz fueron tan simples (y complejas) como pedir que sonara como el Dalai Lama cantando desde lo alto de una montaña.
Pocos minutos después, Geoff había dado con la solución: pasar la voz de John por el amplificador Leslie de un órgano Hammond. Además, para reforzar la letanía, Geoff modificó las normas del estudio en cuanto a ubicación y manipulación de los micrófonos, acercándolos a la batería de Ringo (en cuyo bombo se introdujo un jersey de lana para matizar aún más el sonido).
Podemos escuchar el resultado de esta primera noche de trabajo, aunque finalmente sólo alguno de los efectos pervivieron en la mezcla final que se puede escuchar en el disco.
Según rememora Geoff, trabajar con los Beatles era siempre una experiencia singular. Para ellos, el “no” nunca servía como excusa para desechar una idea o intentar algo nuevo. La competitividad entre ellos (fundamentalmente Paul y John) les llevaba a una continua lucha por la originalidad y la creatividad.
Pero no todo era hermoso. Según asegura Geoff, trabajar con un beatle (o varios) era algo relativamente sencillo; trabajar con los cuatro a la vez se convertía en una tarea muy delicada; la dinámica ellos-nosotros creaba una barrera que los aislaba impidiendo la intervención de cualquier ajeno al círculo. De hecho, las tensiones en el grupo fueron creciendo hasta el punto en el que durante la grabación del White Album en muy contadas ocasiones los cuatro Beatles estaban reunidos en una misma sala de grabación y en esas raras oportunidades, la tensión eran tan insoportable que Geoff arrojó la toalla y pidió el relevo.
Sorprendentemente, cerca de un año más tarde recibió la llamada de Paul para que se incorporara como ingeniero de sonido en las sesiones de grabación del álbum Abbey Road, último que grabó el grupo e incluso fue contratado por la compañía que crearon los Beatles -Apple- para construir un estudio de grabación moderno que pudiera competir con los más prestigiosos de Londres.
Tras la separación de los Beatles, Geoff ha mantenido una relación constante con Paul McCartney para quien ha trabajado en varios discos (especialmente memorable es su trabajo en Band On The Run).
Here, There And Everywhere es una memoria de aquellos años en los que se forjó en gran medida la tecnología actual de los estudios de grabación. Aquellos trucos caseros en que consistían muchas de las innovaciones de esos viejos discos pueden ser hoy replicados con sólo presionar un botón. Geoff reflexiona sobre los cambios que esto ha traído a la música.
Cuando Lennon le pidió que para la canción Being For The Benefit Of Mr. Kite quería que se oliese el serrín del circo, recurrieron a la solución de tomar fragmentos de música de organillos, trocearla, arrojar los pedazos al aire y recomponerla para que formase una base circense creada por el azar. Nada de esto es posible. Hoy en día no se formulan peticiones como las de John, simplemente se pide más eco y menos reverb. Aunque Geoff reconoce que los Beatles se esforzaron siempre por alcanzar la perfección en sus grabaciones, no por ello perdieron espontaneidad. Cuando se cometía algún fallo, éste podía dejarse en la mezcla final e incluso resaltarlo. De este modo, las canciones se hacían humanas, Por ello, la lista de este tipo de “errores” en canciones de los Beatles inunda internet, Algunos ejemplos curiosos pueden ser el “fuck” de Paul McCartney al equivocarse en un acorde de piano en Hey Jude o el cambio en los nombres de los protagonistas en la ultima estrofa de Ob-La-Di Ob-La-Da.
Otro divertido ejemplo de espontaneidad incluso al final de su carrera es el de la canción Her Majesty. Inicialmente, esta canción iba a formar parte del largo medley de la cara B del disco, entre Mean Mr. Mustard y Polythene Pam; sin embargo, finalmente decidieron descartarla y el técnico de los estudios cortó y pegó el fragmento al final del master original del disco, tras un espacio en blanco de unos veinte segundos (era norma del estudio no desechar nada de lo que el grupo grabase pues en cualquier momento podía ser reutilizado), Cuando los Beatles se reunieron para escuchar y aprobar la secuencia de canciones definitiva y terminaron de escuchar la última de las canciones (titulada precisamente The End), mientras charlaban, pasados los segundos de silencio, sonó Her Majesty. Decidieron dejarla tal cual, como cierre del disco, sin suprimir la primera nota que procede realmente del empalme con la canción a la que inicialmente iba unida y con el final abrupto que permitía unirla a la siguiente.
Este ejemplo resume, desde el punto de vista de Geoff Emerick, el inmenso talento de los Beatles. La mezcla de una tremenda confianza y el no dar nada por aceptado. ¿Por qué no puede sonar mi voz como una trompeta?¿O por qué mi guitarra no puede sonar como una campana?
A otro nivel, este libro describe perfectamente el ambiente laboral de la Inglaterra de los años sesenta y el rígido clasismo de aquella sociedad. Para empezar, el personal de Abbey Road debía atenerse a un estricto código indumentario en función de las categorías laborales. Por otro lado, las funciones de cada cual estaban definidas de una manera muy detallada de manera que no se podía mover un micrófono para acercarlo mas a un piano si no lo hacía el técnico encargado de este tipo de tareas.
Por otro lado, Geoff Emerick tampoco evita el peliagudo asunto de enjuiciar la labor de George Martin como productor de los Beatles. En términos generales considera que según el grupo iba creciendo musicalmente, su papel pasó a ser más bien el de un subordinado del grupo, en lugar de su director musical, muy preocupado por evitar enfrentamientos con los Beatles que dieran al traste con su colaboración. Así se explica que permitiera desmanes en el estudio de grabación como por ejemplo el que durante las primeras semanas de grabación de Abbey Road, Yoko Ono se instalara en una cama expresamente traída para ella por John.
Here, There And Everywhere ha sido escrito con la ayuda y colaboración de Howard Massey sin que hasta el momento haya sido traducido al español y probablemente nunca lo será dado que no es nuestro público muy dado a este tipo de lectura, Lo cierto es que este libro, prologado por Elvis Costello, ofrece claves interesantes sobre la creatividad y el arte, la actitud que debe tomarse sabiendo combinar adecuadamente, por una parte, una tremenda seriedad en lo que uno hace, con el suficiente sentido del humor como para disfrutar de ello y no tomarse a uno mismo demasiado en serio. No es poca lección.