Justo antes de Semana Santa, compartí esta foto en el blog para mostrar un cambio muy importante que se había producido en nuestra casa: el pequeño, a pocos días de cumplir el año, abandonó nuestro dormitorio y lo instalamos en el cuarto del mayor. Fue un cambio muy hablado y pensado, que nos afectaba a todos. Me inquietaba sobre todo la reacción del mayor, ya que no sólo iba a compartir el cuarto, sino que, además, iba a ceder su cuna al pequeño y él estrenar una cama. Temblando estaba por todos estos cambios y cómo afectarían a los niños. Siempre te aconsejan que los cambios los hagas de uno en uno, pero nosotros los hicimos todos a la vez. No pudimos (o no supimos) hacerlo de otra forma.
Pues el caso es que, en contra de lo que me esperaba, no hubo tragedia alguna. Todo lo contrario. Creo que ha sido positivo para todos. El pequeño no ha variado sus buenas costumbres de sueño y el mayor, que siempre ha dormido fatal y odiaba la cuna, resulta que ahora se va contento a dormir, adora su cama y los despertares nocturnos se han convertido en algo puntual. Por si fuera poco, los terribles celos que ha sufrido durante todo este año, han disminuido significativamente. No sé si se debe al hecho de que ahora duerman juntos, al paso del tiempo o a la propia maduración del niño, pero el caso es que ha coincidido con este gran cambio.
Beneficios de compartir dormitorio
En muchas casas no hay opción: el espacio es el que es y toca compartir dormitorio, vaya acorde con las ideas educativas de los padres o no. Pero en otras, como la mía, que los hermanos compartan cuarto es una elección. En efecto, en nuestra casa cada niño podría disponer de su propio cuarto, pero hemos decidido que compartan espacio, por lo menos de momento. ¿Por qué? Porque creemos que compartir habitación tiene una serie de beneficios en los niños:
- Fortalece la complicidad y los lazos afectivos entre los hermanos. La experiencia de compartir cuarto favorecerá los vínculos entre ellos, ya que compartir espacio también les brinda la oportunidad de compartir experiencias y confidencias.
- Favorece el aprendizaje en resolución de conflictos y de importantes valores. Es inevitable y debemos estar preparados para ello: la convivencia también conllevará más las peleas entre los hermanos. Con nuestra ayuda, los niños podrán aprender a gestionar los conflictos y la importancia de valores como el respeto a los demás o compartir.
- Se sienten acompañados. En el caso de los niños pequeños es muy importante evitar el sentimiento de sentirse solo. Eso reduce miedos y el número de despertares nocturnos, ya que se sienten más seguros al estar acompañados
- Favorece el descanso de los niños. Muchos padres temen que uno de los hermanos (generalmente el que peor duerma) despierte al otro. Sin embargo, puede suceder todo lo contrario. Este punto viene derivado del anterior: al sentirse acompañados y reducir la sensación de miedo, los niños duermen mejor. Sorprende incluso a veces que el llanto de uno de los niños (especialmente de los bebés) despierta a los padres que duermen en otro cuarto, mientras que el hermano sigue durmiendo plácidamente sin enterarse de nada.
- Es más divertido. Para qué negarlo, los niños se pelearán más, pero también se divertirán más. Eso sí, debemos estar preparados para encontrarnos de vez en cuando con juergas nocturnas y siestas imposibles.
Como todo cambio, siempre que se pueda es necesario preparar de antemano a los niños. En el caso del hermano mayor, es importante explicarle qué va a pasar antes de trasladar al pequeño: hablarle de las ventajas que tendrá, recordarle sus privilegios de mayor (como acostarse más tarde que el pequeño) y dejarle elegir la parte del cuarto donde estará su cama o sus juguetes. Porque también es importante que, dentro del dormitorio común, cada niño tenga su propio espacio, aunque sea pequeño, y que el otro lo respete.
Por otra parte, resulta conveniente respetar una cierta autonomía e intimidad. Compartir cuarto no significa que todo lo tengan que hacer al tiempo o compartirlo todo. Por ejemplo, deben mantener horarios independientes, acordes a sus ritmos de crecimiento. Es decir, no se puede hacer que el mayor se acueste a la misma hora que el pequeño o que se levanten al tiempo si tienen distintos horarios. Como veíamos, mantener su propio espacio dentro del cuarto les permitirá sentir que tienen su propia intimidad, un aspecto al que se renuncia en gran parte al compartir dormitorio.
Asimismo, puede ser necesario crear ciertas reglas, de acuerdo con los niños, para que la convivencia sea lo más agradable. Desde el orden y limpieza del cuarto a los tiempos de estudio y juego, en caso de que sean actividades que se realicen en la misma habitación.
Los padres, de todas formas, debemos mantener la mente abierta y saber que no tiene por qué ser una decisión definitiva. Lo que vale para la primera infancia, puede no ser válido en la adolescencia, por ejemplo. Así que es importante observarles, dialogar con ellos y tener en cuenta también sus criterios. Pero, por el momento, yo le veo más beneficios que inconvenientes.
¿Vosotras qué pensáis? ¿Compartir habitación o mejor que cada hermano tenga su propio dormitorio?
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