En varios capítulos, dedicados al artista palentino Herminio Revilla, pretendo dar a conocer la vida y valores de este creador, un anticipo de lo que con el tiempo será un libro dedicado a este genial imaginero, hombre sencillo que goza de una actividad creativa con visión pedagógica.
Lo pasaba mal cuando volvía del Colegio de Artes y Oficios
de Barruelo, al tener que venir de noche por un camino
y recorrer los tres kilómetros entre bosques de robles
y praderas con una linterna, y tenía miedo.

Colegio Maristas y Escuela de Artes y Oficios.-
Trabajador de Galletas Fontaneda.-
Pasión por la electricidad y la electrónica.- CAPÍTULO III:
Colegio de los Maristas de Barruelo.
Fábrica de galletas Fontaneda.

Herminio ayudaba a su padre en las labores agrícolas y ganaderas, y estudió hasta los 14 años en el colegio de los Maristas de Barruelo de Santullán. Su interés e ilusión por aprender un oficio, fue a base de sacrificio. Al salir de clase de los Maristas, completaba sus estudios en la Escuela de Artes y Oficios en horario nocturno. Recuerda Revilla que a la vuelta de Barruelo a Villabellaco "lo pasaba mal al tener que venir de noche por un camino y recorrer los tres kilómetros entre bosques de robles y praderas con una linterna, y tenía miedo", no se olvida de aquella noche cuando salió a su encuentro un lobo, pero sus temores y miedos les vencía su ilusión por aprender un oficio.
A los 15 años, Herminio, comenzó a trabajar en la fábrica de Galletas Fontaneda. El joven Herminio comprendió que su familia necesitaba de su ayuda, y el mayor de los hermanos tenía que echar una mano para el sustento familiar. En Fontaneda descubrió el mundo laboral y mantuvo una buena relación con sus compañeros. Recuerda Herminio que Fontaneda no era la única galletera en Aguilar de Campoo, porque "en aquella época había nada menos que cinco fábricas de galletas, la primera Fontaneda, que llegó a tener más de 1.000 trabajadores, Galletas Gullón, Galletas Ruvil, Galletas Fontibre, y Galletas Tefe", que proporcionaron mucha riqueza a la villa y a la comarca.
Herminio Revilla dada su pasión por la electricidad, y las facultades demostradas en el Colegio de Artes y Oficios de Barruelo, se permitió desarrollar con facilidad su puesto de trabajo en la fábrica de galletas, donde trabajaba de ocho a doce horas, y disfrutaba de las reparaciones en directo, del mantenimiento eléctrico y bobinado de motores.
Era un enamorado de la electricidad y electrónica, un trabajo que le apasionaba. Dedicó sus primeros sueldos a realizar cursos por correspondencia sobre aparatos de radio y electrónica. En sus ratos libres se aficionó a la reparación de radios, que por aquel entonces daban mucho trabajo al no haber competencia, ni especialistas en este tipo de reparaciones. Herminio reparó infinidad de aparatos en Aguilar, algunos clientes se deshacían de sus radios, no querían repararlos y se lo entregaban a Herminio. De este modo el de Villabellaco se convirtió en un experto reparador de radios y en coleccionista. Disfrutaba desmontando los aparatos y sentía un inmenso placer al montar pieza a pieza cada radio, y más aún al lograr que funcionara. Esos antiguos aparatos se pueden admirar en su museo, además de bombillas centenarias y válvulas en perfecto uso y funcionamiento, tanto radios como bombillas.
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