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Hernando de Talavera, primer Arzobispo de Granada

Por Manu Perez @revistadehisto

Hernando nace en Talavera de la Reina hacia 1430 o 1431, pero no existe documento que certifique la fecha de nacimiento. Sus padres eran humildes conversos y uno de sus abuelos maternos era judío. Gracias a la ayuda de su pariente Hernando Álvarez de Toledo, señor de Oropesa, pudo estudiar en la Universidad de Salamanca.

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También otro pariente suyo, fray Alonso de Oropesa, general de la Orden de los Jerónimos durante el reinado de Enrique IV, ayudó a Hernando en su juventud. Ya cuando tenía solo 5 años sirvió y estudió en la iglesia de Talavera como niño de coro, pues cantaba bien. Según su biógrafo existe un contrato firmado con fecha 22 de octubre de 1442, cuando Hernando tenía 12 años, entre él y el maestro Vicente Penyella sobre la clase de caligrafía que recibía en Barcelona. No existen más detalles sobre su estancia y el viaje de Hernando en aquel tiempo.

Hernando de Talavera, primer Arzobispo de Granada

A los 15 años comienza el curso académico de 1445 en la Universidad de Salamanca, donde se graduaba tres años después como bachiller en Artes. Mientras estudiaba trabajó en la Universidad copiando libros ajenos para sufragar los gastos académicos utilizando sus conocimientos de caligrafía. A los 25 años se gradúa en Teología (1455) y cinco años después (1460) se licencia. Enseñó en la Universidad de Salamanca Filosofía Moral, en la cátedra de Pedro Martínez de Osma, primero como sustituto y desde 1463-1466 como titular. El 5 de julio de 1466 deja la cátedra para recluirse en el monasterio de Alba de Tormes a los 35 años de edad, ya que sintió la necesidad de dedicarse a la vida religiosa. El 15 de agosto entra en el monasterio de San Leonardo de la Orden de San Jerónimo. Posiblemente su pariente fray Alonso de Oropesa, descendiente de conversos y general de los Jerónimos de 1457 a 1468, influyó en su decisión, ya que era amigo de Enrique IV.

En 1470 fue nombrado prior del monasterio de Nuestra Señora del Prado en Valladolid, por lo que deja el monasterio de San Leonardo y se traslada a Valladolid. Desde entonces, durante dieciséis años, se dedicó a dar ejemplo a los monjes trabajando como fraile raso a pesar de ser el prior del monasterio. Acometió diversas reformas y eliminó los gastos innecesarios, cambiando las costumbres y la relajación de los monjes de la época. Su experiencia personal de la vida religiosa estaba basada en la austeridad e inspirada en la concepción de santa Teresa de Jesús.

En 1475 fue nombrado confesor de la reina Isabel por mediación de Fernán Álvarez de Toledo y de fray Alonso de Oropesa, ambos parientes de Talavera. El papa Sixto IV había concedido el 1 de diciembre de 1471 a la princesa Isabel la bula para poder elegir confesor, derecho exclusivo de los reyes. Fue humilde pero firme en sus ideas y no se dejó persuadir por las tentaciones del poder. Expresó libremente todo lo que pensaba y opinaba. Cuando subió Fernando al trono de Aragón, en lugar de enviarle una felicitación escribió una carta recordándole detalladamente sus más importantes defectos como hombre y sus responsabilidades como esposo y monarca, convencido de que lo que le confería su nuevo cargo no era motivo de vanagloria, sino de recapitulación de su vida para superar sus vicios y comenzar a ser un espejo modélico para su pueblo. Fernando se molestó mucho y sintió animadversión hacia el fraile desde entonces. Talavera no albergaba ninguna mala intención, sino que fue guiado por su afán de autenticidad, pensando en el bien del rey Fernando. Demostró con su actitud que no era sobornable y que no tenía intereses personales ni aspiraciones materiales, solo libertad de espíritu y de acción. Si no podía ser fiel a su forma de ser, estaba dispuesto a abandonar su cargo en la corte y volver al monasterio. A pesar de su personalidad, poco acorde con los negocios de la corte, los Reyes, sobre todo la reina Isabel, no podían prescindir de él y en lugar de apartarlo le implicaron cada vez más en los asuntos del reino como consejero o delegado real. El ideólogo Hernando llegó a ser una persona clave para el estado moderno español, acometiendo la reforma política, religiosa y administrativa. Durante el periodo 1474-1492, no se tomó ninguna gran decisión sin haber oído antes la opinión del fraile.

En los años de 1475 y 1476 intervino en las gestiones importantes de la gobernación del estado, consiguiendo para los Reyes el préstamo de la plata de las iglesias como respaldo económico, político y simbólico para abordar la guerra contra Portugal. Tuvo lugar la colaboración entre la Iglesia y la monarquía, algo con lo que los Reyes no contaban. El transcurso de los acontecimientos haría patente que el apoyo de la Iglesia fue decisivo para la consecución histórica de la toma de Granada. La unidad Iglesia-Monarquía fue la clave del éxito. Como diplomático se encargó de organizar la entrevista entre Fernando y Alfonso V de Portugal, aunque fracasó. Al finalizar la guerra de Sucesión actuó en calidad de legado regio junto con Alfonso Fernández de Madrigal para certificar la profesión de Juana la Beltraneja como religiosa franciscana en el convento de las Clarisas de Coimbra. La reina Isabel necesitaba tal certificado para asegurarse de que Juana no volvería a Castilla para reclamar su derecho al trono de Castilla. En 1484 intervino para pactar el matrimonio de la hija mayor de los Reyes, Isabel, con el príncipe Alfonso de Portugal. Ayudó a la recuperación de las rentas indebidamente enajenadas por Enrique IV con una Declaratoria decretada por las Cortes de Toledo. Gracias a su gestión, el Tesoro real obtuvo unos beneficios anuales de treinta millones de maravedíes y la corona pudo reducir el poder de la nobleza, hecho imprescindible para el funcionamiento del gobierno de los Reyes Católicos. Fue esta una de las tareas más importantes de Talavera, pero como contrapartida tuvo que enfrentarse con la nobleza, en cuyo seno se promovieron odios y enemistades contra el fraile. Casi toda la nobleza mostró su resentimiento contra Talavera. Los nobles se quejaban comentando que el monje debía dedicarse a decir misa en lugar de interferir en los asuntos del Estado. A pesar de ello, Talavera, con el apoyo de los Reyes, aumentó los gravámenes de los poderosos y rebajó los mismos a los vasallos de menor rango. Un personaje del máximo nivel eclesiástico en aquel tiempo, el cardenal Mendoza, hizo comentarios sobre las críticas de la nobleza: su eticidad, honradez, austeridad y falta de intereses personales superaban el complejísimo trabajo de ser un fiel administrador de la Hacienda pública.

La reina Isabel quiso nombrar a Talavera obispo de Salamanca para evitar que volviera al convento, pero el papa Sixto IV no aceptó un nombramiento que otorgaba demasiado poder a los Reyes. Ante la negativa, el 11 de agosto de 1483 los Reyes nombran a Talavera administrador de la diócesis de Salamanca mediante bula papal. A continuación, el 26 de agosto de 1485, fue nombrado obispo de Ávila a pesar de las reticencias de Talavera, quien lo rechazó al principio pero acabó aceptando. Siendo obispo de Ávila se dedicó a dar ejemplo de austeridad trabajando como pastor de primera fila, limpiando y haciendo trabajos secundarios y mostrando humildad y pobreza a pesar de su alto estatus social. Los doctos y sabios intentaron convencer a Hernando de que no tenía que sufrir tanta pobreza cuando él era una autoridad eclesiástica, pero no lo consiguieron.

El 20 de enero de 1486 una embajada encabezada por el conde de Tendilla, hábil diplomático, consigue del papa Inocencio VIII más de lo que concediera la curia romana: privilegios y atribuciones para los Reyes Católicos. La política real se definirá por la unidad política y religiosa para consolidar el reino, y Hernando contribuyó para conseguir esa unión. Una vez terminada la guerra de Granada con la rendición musulmana, los Reyes pudieron construir esa sociedad reformada sin las lacras medievales de los demás reinos hispánicos en Granada. Además eligieron y dotaron catedrales, monasterios, prioratos, parroquias y demás instituciones eclesiásticas y nombrar a los hombres de confianza para los altos cargos de la Iglesia local. Hernando fue nombrado comisario de la bula de cruzada en 1492 y arzobispo de Granada, aunque la bula para el título de arzobispo no llegó hasta el 23 de enero de 1493 debido a la muerte de Inocencio VIII en 1492. El nombramiento de Rodrigo Borja como nuevo pontífice con el nombre de Alejandro VI el 11 de agosto de 1492 facilitó aún más el avance de los proyectos futuros de los Reyes Católicos en el mundo. Era la primera vez que un papa concedía a un rey el privilegio de poder elegir arzobispo. Hernando como regidor y administrador de Granada tuvo ante sí la difícil tarea de lograr la pacífica convivencia entre la población musulmana y la cristiana, respetando el régimen de capitulaciones sin imposición.

El primer gobierno de Granada fue formado por Íñigo López de Mendoza, el conde de Tendilla y primer marqués de Mondéjar, además de Fernando (o Hernando) de Zafra, secretario regio, y Andrés Calderón como corregidor. Durante los primeros años Hernando fue muy querido por los granadinos y hasta el propio rey Fernando, que no le tenía especial simpatía, aplaudió su labor. Hernando fue el hombre clave de la multiculturalidad de Granada, situación que no existía en la Europa de aquel entonces. La misión de Hernando era la de convertir a los mudéjares en cristianos mostrando tolerancia hacia la religión y las costumbres musulmanas, nunca por la fuerza ni por imposición: a la fe se llegaba por libre decisión personal y no por coacciones externas. La actitud de respeto a la verdad científicamente demostrada caracteriza la vida de fray Hernando.

Ante la población granadina justificaba la reconquista de Granada y la instalación religiosa de la fe católica desde el punto de vista de la antigua Hispania romana. Explicaba que existió una iglesia granadina en época romana, que en tiempos de los godos Granada se llamaba Iliberri y que hubo un obispo llamado San Cecilio, discípulo de los apóstoles, que fue enviado a predicar en España. La metodología de Talavera en relación con la evangelización de los moriscos consta de tres etapas: 1) Mantener la paz con los musulmanes. 2)  Intensificar las relaciones entre ambas comunidades, con preferencia en el orden cultural, hasta crear una atmósfera de comprensión. 3)  La discusión pacífica de las doctrinas fundamentales que separan a entrambas ideologías, siempre partiendo de los puntos de contacto. San Agustín era uno de los autores clásicos más citados por Hernando. Su acierto y su éxito consistió en la coherencia, unida a su exquisita humanidad y al respeto hacia los demás. Sin embargo, su manera de evangelizar a los musulmanes en Granada era muy lenta y laboriosa. Al no imponer la fe por la fuerza, sino por medio del respeto y de la comprensión, consiguió en Granada una convivencia entre cristianos y musulmanes que no existía en ningún otro lugar, pero era necesaria demasiada paciencia y se ofrecía demasiada libertad para conseguir que se convirtieran en cristianos.

En 1492, al terminar la guerra de Granada, Talavera intervino también en el descubrimiento de América, en tanto que fue intermediario entre Colón y la reina Isabel. La corte de los Reyes Católicos rechazó la propuesta de Colón para emprender el viaje al océano, pero la decisión personal de la reina Isabel hizo posible la realización de la expedición. Para financiar el viaje Luis Santángel, un funcionario de la corte de Aragón, de origen converso, prestó a la corona 1 140 000 maravedíes para apoyar el proyecto de Colón y hay constancia de que Talavera dio 2 640 000 maravedíes a Colón como intermediario financiero.

Volviendo a Granada, Hernando intensificó cada vez más su labor envangelizadora. Aprendió la lengua árabe para usarla en sus predicaciones y utilizó también el recurso de la música: zambras (fiestas con bulla, regocijo y baile) moriscas en lugar de órgano. A partir de 1496 se va a producir el debilitamiento progresivo de la reina Isabel: muere su madre (1496), su hijo Juan (1497), su hija Isabel (1498) y su nieto Miguel (1499). Dado que la reina era la única persona que protegía y apoyaba a Hernando de Talavera desde que entró en la corte, su posición empieza a verse afectada negativamente. Los consejeros de confianza de la reina van desapareciendo de la corte y son sustituidos por personas cercanas al rey Fernando.

En 1499 la aparición de Cisneros en la escena granadina fue decisiva para la caída de Hernando como confesor de la reina, aunque continuará siendo arzobispo. Cisneros suprime totalmente el estilo de Talavera e introduce la fuerza y la imposición para convertir a los granadinos en cristianos. Cisneros, nuevo confesor de la reina y primado de Toledo, entra con fuerza en Granada y consigue evangelizar a una gran muchedumbre de manera violenta y forzosa tras la evidencia del fracaso y de la ineficacia de las formas tolerantes aplicadas por Hernando. Cisneros colabora con el inquisidor Diego de Deza para presionar aún más a la población granadina. El 18 de diciembre de 1499 estalla la sublevación del Albaicín. Moriscos y musulmanes se enfrentan a los cristianos viejos y protestan por el incumplimiento de las capitulaciones de los Reyes Católicos en el momento de la rendición de Granada. El conflicto va a durar hasta 1609, cuando se produzca la expulsión definitiva de los moriscos de la Península. Esta gran diferencia entre Talavera y Cisneros, ambos confesores de la reina y reformadores de la Iglesia, no es comprensible en la teoría, pero el fuerte distanciamiento de estos dos personajes debido a sus dos formas radicalmente opuestas de concebir al hombre y a la Iglesia fue una realidad. La muerte de la reina en 1504 pone fin a la obra de Hernando, aunque continuó siendo arzobispo de Granada hasta su muerte.

La desgracia se cebará con Hernando, ya que después de la muerte de la reina, su protectora, será acusado de herejía y sus familiares enviados a la cárcel de Córdoba, donde fueron torturados para que confesaran que Talavera era hereje. Tenía enemigos en la corte con ganas de vengarse porque Talavera había perjudicado a la nobleza en beneficio de la corona. Una vez desaparecida su reina protectora, muchos querrán destruirle acusándole de herejía. Por ser arzobispo el inquisidor no podía juzgarle sin la correspondiente licencia del papa. Talavera escribe al pontífice pidiendo su intervención y este desmiente la acusación de la Inquisición y confirma su inocencia. Antes de recibir la respuesta favorable del pontífice, Talavera fallece el 14 de mayo de 1507 en Granada.

Autor: Yutaka Suzuki para revistadehistoria.es

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Bibliografía:

Yutaka Suzuki  Personajes del siglo xv, Origenes del Imperio español. ISBN: 9788460690399

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