Si yo fuera Pedro Sánchez, Albert Rivera o Pablo Iglesias rogaría a Rajoy que mantenga a Rafael Hernando como portavoz parlamentario del PP lo que queda de legislatura al menos. Hernando hace mucho más en favor de la pérdida de votos del partido en el Gobierno que Sánchez, Rivera e Iglesias juntos. El político almeriense parece tocado por el don de la inoportunidad y el arte del exabrupto feroz, retratándose en lo personal cuando habla y mostrando el pensamiento profundo del partido al que pertenece. Alguien dijo con acierto que Hernando es a la palabra lo que Atila a la hierba: habla en la Cámara, en sus pasillos, en un mitin o en un estudio de radio o televisión y no es que suba el pan, es que caen varios puntos las intenciones de voto al PP. Si enumeramos las veces en las que este hombre ha dejado claro ante los españoles que lo suyo no es la palabra para el acuerdo y la discusión civilizada sino la soberbia, la prepotencia y la coz para la ofensa y la burla, la lista de casos sería interminable.
Me vienen a la memoria aquellas declaraciones en las que acusó a los familiares de las víctimas de la represión franquista de "estar todo el día para arriba y para abajo con lo muertos como un entretenimiento". No contento remató indicando que "alguien se ha acordado de su padre [fusilado por el franquismo] cuando había subvenciones para encontrarlo". Aquel asunto llegó incluso a la Fiscalía que lo terminó archivando a pesar del escarnio infligido. Lo más reciente es otra ofensa no tan grave como aquella pero igual de reveladora del carácter chulesco y malcriado del personaje. Hablo de los pensionistas, a los que Hernando ha instando a gritos a salir a las calles para agradecer al Gobierno la subida parcial y puntual de las pensiones previstas en los Presupuestos estatales de este año.
Si con los familiares de las víctimas de la dictadura ofendió gravemente, con sus comentarios sobre los pensionistas genera indignación y risa a partes iguales. Indignación porque un derecho constitucional como el de las pensiones se convierte en sus palabras en una dádiva gubernamental por la que los pensionistas deberían estar eternamente agradecidos y erigir bustos de Rajoy en todas las ciudades del país. Para el portavoz, años de esfuerzos y cotizaciones y apoyo con míseras pensiones a hijos y nietos no dan derecho a una pensión digna, sino a alabar al Gobierno del PP a pesar de su demostrado desinterés por el garantizar el futuro del sistema público de pensiones.
Y causa también risa porque esa subida a la fuerza y de circunstancias - la subida anunciada es solo para este año y no llega a todos los pensionistas - de la que presume Hernando, la ha decidido el Gobierno no por lo generoso que es sino por las protestas de los pensionistas y, sobre todo, por su minoría en el Congreso. De manera que no hay nada por lo que darle las gracias al Gobierno ni nada de lo que este pueda presumir y sacar pecho. Hernando dejó caer esta perla cultivada sobre las pensiones en un acto con militantes del PP en Almería, que aplaudieron sus palabras con entusiasmo. Prueba evidente de que en el PP aún no se han dado cuenta de que, con un portavoz como este, apenas es necesario que la oposición se esfuerce mucho en desgastar al Gobierno. Para esa misión ya se basta solo Hernando con el refuerzo, si acaso, de Montoro, de buena parte del resto del gabinete y, por supuesto, de un Rajoy al que la oposición nunca le podrá estar suficientemente agradecida por lo fácil que se lo pone. Otra cosa es que sea capaz de aprovecharlo.