Volviendo de Toledo en autobus, escucho la amena conversación de dos jóvenes que se cuentan sus vacaciones de Navidad, los regalos de Reyes y los planes que tienen con sus amigos este fin de semana. Tienen el tono de voz un poco alto.
Deriva el tema hacia las redes sociales y el uso que hacen de ella. La chica, explica que sus padres la dejan estar en Tuenti solo una hora al día, a lo que ella no hace caso (la realidad cotidiana de muchos papas y mamas). Sonrió porque me veo reflejada como madre y como nos "torean" los hijos.
Contesta el chico airado, recriminándole su comportamiento y explicándole con toda coherencia los peligros del mal uso de Internet y como hay que ser responsable con la utilización de Tuenti, Twitter o Facebook. El solo lo utiliza dos horas como máximo cada jornada, tal como le dicen los monitores y profesores.
La argumentación que hace es completamente valida para aplicársela a las hermanas mayores de Teresa y vuelvo la mirada hacia los asientos traseros, con admiración hacia este chaval que con unas frases puede que algo simples dice grandes verdades.
Y cual es mi enorme sorpresa cuando observo que el chico que no es tan chico, es un joven veinteañero muy guapo y ¡¡que tiene SD!!. Llevan puesto el uniforme de una lavandería industrial.
Que alegría y que orgullo ajeno, que buen trabajo han hecho sus padres y educadores. Eso quiero para nuestra chica con SD, una vida normal, rodeada de gente normal, con un trabajo normal, con aficiones normales propias de su edad y en un entorno absolutamente normal.
El joven, por cierto se apeo en la parada de Yuncos (Toledo) con un "hasta mañana Yoli, que tenemos que trabajar". Héroes anónimos.