Título: World Tour (II)
Autor: Raúl Montesdeoca
Portada: Juan Andrés Campos
Publicado en: Septiembre 2016
Sigue el World Tour, los Héroes de Alquiler y Marta Plateada siguen buscando la pista de Hydra, cuando aparece ¡Alpha Flight!
Stan Lee y Action Tales presentan: Creado por
Chris Claremont y John Byrne
Montreal, en una cafetería del barrio Viejo Montreal.
—Sigo creyendo que no ha sido buena idea enviar a Felicia sola a la Petit Patrie —dijo Daniel Rand al resto de sus compañeros mientras daba un sorbo a su té.
—Ninguno de nosotros tiene mucha experiencia en moverse en los bajos fondos, ella sí —explicó Misty Knight.
—Una cosa es que haya sido una experta ladrona y otra muy distinta es infiltrarse entre unos terroristas fanáticos que no dudarán en matarla si la descubren —les recordó Sam Wilson a los demás.
— ¿Es preocupación lo que noto en tu voz? —preguntó una voz recién llegada que hizo que todos los miembros del grupo se giraran en la dirección de la que provenía.
Allí estaba Felicia Hardy, también conocida como Gata Negra. Su postura sensual y su actitud descarada acentuaban aún más su indudable encanto femenino.
— ¿Por dónde has llegado? —preguntó Colleen Wing sorprendida.
—Ya sabes, sigilosa como el gato que se comió al pájaro. Y hablando de pájaros que me gustaría comerme, me alegra su preocupación por mí, señor Wilson.
El hombre bajo la máscara del Halcón no supo qué decir, no estaba acostumbrado a mujeres tan directas.
—Lamento estropear este momento tan sentimental, pero les recuerdo que estamos aquí por una misión —protestó Marta Plateada.
La cortante observación de la mercenaria de pelo plateado produjo un incómodo silencio entre los presentes y particularmente en Felicia que devolvió a Marta una mirada cargada de desafío.
—Marta tiene razón, mostremos un poco de profesionalidad —se quejó Luke Cage—. ¿Hay alguna novedad?
La intervención del fornido afroamericano pareció relajar la tensión latente de la Gata Negra.
—Sí, no he estado tomando un aperitivo precisamente. El señor Bones ha instalado su puesto de venta en un almacén situado en un polígono industrial en las afueras de la ciudad. No está demasiado lejos, a unos pocos kilómetros río arriba.
—Perfecto, pongámonos entonces en marcha —dijo Sam Wilson.
—Para no estar en el grupo, das muchas órdenes —apuntó Héctor Ayala.
Era extraño verle en ropas civiles, en raras ocasiones abandonaba su identidad de Tigre Blanco. Durante todo el rato en la cafetería había permanecido en silencio, sin participar en ninguna de las conversaciones de sus compañeros. Por eso su comentario llamó la atención de los Héroes de Alquiler e incluso logró dibujar una disimulada media sonrisa en sus labios.
—Me adelantaré y haré un reconocimiento aéreo —dijo Sam Wilson sin entrar en la provocación de Héctor.
Y seguidamente abandonó el local.
Polígono industrial en las afueras de Montreal
—Todo tranquilo desde las alturas, demasiado para mi gusto —resonó la voz del Halcón en los comunicadores del grupo.
—Sí, hay algo que no termina de gustarme —reconoció Misty Knight desde el volante de uno de los coches que les habían llevado hasta allí.
Miró con desagrado las desiertas calles de la zona, no se veía ni un alma. No parecía un lugar muy transitado, pero aún así era extraño, ni siquiera rodaban coches por la carretera, era como una ciudad fantasma. Pudo ver el otro coche en el que iban Marta Plateada, Gata Negra y Tigre Blanco. Se encontraba aparcado en la calle perpendicular y al igual que ellos no quitaban ojo al edificio en el que supuestamente se encontraba el almacén de armas que Hydra pensaba repartir por todo el norte del continente. Si las pistas que les habían llevado hasta allí eran ciertas, se trataba del propio Calavera el que estaba a cargo de la operación. Si la mano derecha del Cráneo Rojo estaba allí, su siniestro patrón era la mente maestra tras el plan. Calavera no tenía la inteligencia ni los contactos necesarios para llevar asuntos de tal magnitud.
—No estoy segura, quizás deberíamos esperar a tener más información —dijo Misty a sus compañeros de vehículo.
—Vamos, no nos hemos vestido así para nada —trató de animarla Danny Rand mientras se colocaba su máscara de Puño de Hierro.
—Si las cosas se ponen mal, mejor que no haya transeúntes inocentes —comentó Colleen Wing a su lado, en el asiento del copiloto.
—Lo más probable es que no haya nadie, este sitio parece desolado, aún quedan parcelas por construir —señaló Luke al solar colindante.
—Sí, un sitio ideal para permanecer alejado de miradas indiscretas. El tipo de guarida que elegiría si fuera un matón de Hydra que quisiera vender armas —les recordó Misty a sus amigos.
La morena ex—policía del brazo biónico lo pensó unos segundos más y finalmente dio una orden a través del comunicador.
—Halcón, intenta una aproximación aérea más cercana.
—Entendido, ¡allá vamos! —respondió.
El héroe se encontraba en la azotea del edificio de la esquina opuesta al almacén que vigilaban. La atalaya estaba a medio camino de los dos coches con el resto del equipo y tenía una vista perfecta para cubrir toda la zona. Los tatuajes de su espalda brillaron incluso bajo la tela de su traje de Halcón, y de inmediato dos enormes alas rojas surgieron de su espalda. De una sacudida las mismas impulsaron su cuerpo por el aire y comenzó a volar en dirección a la azotea del almacén que vigilaban. A su lado se incorporó la familiar silueta de Ala Roja, su fiel e inseparable halcón. Fue la sorprendente ave la que le puso sobre aviso, no estaban solos. Los sorprendentes sentidos del animal habían detectado la presencia de enemigos que se acercaban. Sam Wilson y aquel halcón compartían un vínculo psíquico, no fue necesario pronunciar sonido alguno.
— ¡Poneos a cubierto! Esto se va a poner muy caliente… —trató de avisar por el intercomunicador pero no llegó a terminar la frase.
La puerta de la azotea se abrió violentamente y de ella comenzaron a salir guardas de seguridad armados con potentes rifles automáticos. Desde la puerta principal podía verse la misma escena, decenas de hombres armados salían en ordenada formación, a poco más de doce metros del coche conducido por Marta Plateada.
La veterana mercenaria reaccionó con presteza, ordenando a Gata Negra y Tigre Blanco que salieran a toda prisa por el otro lado del coche. Ella hizo lo mismo, se pasó el asiento vacío del copiloto y descargó una amplia rociada de balas con un subfusil automático que sacó de debajo del mismo. Obligó a los guardias a buscar cobertura y dio tiempo a sus compañeros para ponerse a salvo. Un tiempo que fue decisivo para evitar la lluvia de proyectiles que agujereó buena parte de la carrocería. No eran de los que preguntaban y luego disparaban, eso estaba claro. Marta Plateada se puso finalmente a salvo tras el coche, al menos momentáneamente, porque las balas no paraban de silbar a su alrededor.
—Hemos dado con algo gordo, nadie tiene veinte guardias armados con rifles de asalto automáticos si no es para proteger algo muy importante —dijo Marta Plateada.
—Estamos atascados aquí, no podemos movernos —se quejó Gata Negra.
—Hay que esperar a que tus amigos nos den algún tipo de ventaja, ahora mismo apenas puedo contenerlos —explicó la symkariana volviendo a lanzar una nueva ráfaga sobre los vigilantes privados.
La distracción llegó en forma de coche convertido en gigantesco proyectil. Luke Cage levantó el coche con la sorprendente fuerza de sus brazos y lo alzó sobre él para a continuación lanzarlo contra los oponentes más próximos, una hazaña asombrosa si se tenía en cuenta que les separaban unos veinticinco metros de distancia.
Lamentablemente desde donde se encontraba solo podía ver a los dos guardias más próximos a la esquina de la fachada principal, uno de ellos recibió el impacto de lleno y cayó como fulminado al instante, el segundo esquivó por los pelos las toneladas de metal que le cayeron desde el cielo. Lo sorprendente e inesperado de la maniobra ocasionó que el resto de guardias desviaran su atención al grupo que encabezaba Luke Cage.
—Una idea genial lanzarles nuestra cobertura —protestó Puño de Hierro.
—Poneos tras de mí, yo seré vuestro parapeto —respondió Cage.
El Halcón sabía que debía encargarse de los enemigos de la azotea, con la posición elevada y cubiertos tras el murete exterior los guardias podían causar una auténtica carnicería entre los Héroes de Alquiler sin que aquellos tuvieran apenas posibilidad de defenderse. Más fácil decirlo que hacerlo, exponerse a ser el objetivo de ocho tiradores no era un panorama muy halagüeño, pero no se había metido en el negocio de los superhéroes por casualidad.
Sam Wilson ascendió con rapidez y de seguido se dejó caer abruptamente para unir la fuerza de la gravedad a la del empuje de sus alas, que con gráciles movimientos corrigieron su trayectoria hasta convertirla en una parábola descendente. Los vigilantes anticiparon su maniobra y comenzaron a disparar. Una cortina de plomo recibió el vertiginoso descenso del héroe alado de rojo y blanco. Con sobresaliente agilidad se movió entre las balas, esquivando varias veces una muerte segura, en otras fue la increíble resistencia de sus alas de energía la que le salvó de recibir impactos en zonas vitales, aunque la arriesgada táctica se cobró sus consecuencias.
Dos proyectiles le alcanzaron, uno en un hombro y otro en el muslo derecho. Para su suerte, no eran heridas profundas y tenían orificio de salida. El dolor amenazó con agarrotar sus músculos, pero Sam Wilson apretó los dientes y mantuvo firme su rumbo. No quedaba otra alternativa, si se retiraba ahora sin duda recibiría una nueva descarga que no estaba seguro de poder esquivar. Solo podía seguir adelante.
Arremetió con todas sus fuerzas y el empuje añadido de la inercia de su carga contra los guardias, el encontronazo fue brutal para los últimos. La mayoría cayeron como un juego de bolos, tan solo dos esquivaron sin daños la carga aérea, el resto cayeron inconscientes de inmediato o salieron volando varios metros por el impacto para no volver a levantarse. Los dos que seguían en pie hicieron un nuevo intento para acabar con su enemigo antes de que volviese a recuperar la iniciativa, apuntaron sus armas y se dispusieron a disparar. Más fue imposible porque Ala Roja, en perfecta coordinación con Sam Wilson, cayó sobre sus rostros, arañándolos con las afiladas garras de sus patas. Los heridos guardias dieron manotazos al aire y golpeaban usando sus rifles como bastones para quitarse de encima a la pesadilla emplumada. El Halcón, a pesar de sus sangrantes heridas, había conseguido recuperar el aliento. Extendió sus radiantes alas en todo su esplendor y una andanada de cuchillas de algún extraño tipo de energía derribó a los que todavía seguían con ganas de pelea.
Era el último hombre en pie de la azotea, con pasos tambaleantes se dejó caer, apoyando la espalda en el muro.
—El resto depende de ellos, yo… no puedo hacer… más —dijo a Ala Roja antes de que le llegara el descanso de la inconsciencia.
Los guardias que defendían la puerta principal concentraron su fuego sobre el grupo de Luke Cage, que se encontraba ahora al descubierto.
Misty Knight se separó de Luke, Colleen y Puño de Hierro, buscando refugio tras el único coche que se encontraba en el parking exterior del edificio. Desde la nueva posición disparó cinco tiros con su potente pistola automática, derribando a tres de ellos con sus balas piadosas. Un movimiento inteligente que sirvió para cubrir el avance de sus tres compañeros.
Colleen Wing y Puño de Hierro se protegían de las balas tras la fornida silueta de Luke Cage, que hacía las veces de escudo humano. Podían oír el repiqueteo metálico de los proyectiles al chocar contra la piel invulnerable de su camarada y amigo.
—Son balas perforantes, maldita sea. Duelen como el infierno. No sé cuánto tiempo voy a poder resistir —avisó un exhausto Cage, deteniendo la marcha.
— ¡Es la hora de devolverles el favor! —gritó Marta Plateada a Gata Negra y Tigre Blanco.
Tras la advertencia cogió dos granadas de su cinturón de combate y las lanzó en el espacio existente entre los guardias y la avanzadilla de Cage. Dos espesas nubes de humo blanco comenzaron a cubrir el área en cuestión de segundos, ocultando a sus aliados de los tiradores.
Gata Negra dio un salto felino apareciendo desde la parte delantera del coche y Tigre Blanco hizo lo propio desde la parte trasera.
Los guardias al ver la salvaje embestida que se les venía encima dispararon contra ellos. La mala suerte parecía cebarse contra los que eligieron a la atractiva Felicia Hardy como objetivo, era imposible fallar a tan corta distancia, pero el hecho era que ninguna bala consiguió acertarle. Pero Tigre Blanco no poseía la misma suerte endiablada de Gata Negra, él sí que recibió tres impactos en pecho, abdomen y estómago, a tan corta distancia la maniobra era suicida.
Héctor Ayala cayó de espaldas al suelo con su blanco uniforme empapado de sangre allá donde las balas habían atravesado su cuerpo. Gata Negra gritó de rabia e impotencia al ver caer a su compañero, mientras se deshacía de unos de sus rivales con un certero golpe de sus garras que le incapacitó para la lucha.
El Tigre Blanco casi agradeció la posibilidad del descanso eterno, ya no había nada que le atara a este mundo. Todos sus seres queridos le habían sido arrebatados, su vida se limitaba a dejar pasar los días sin otro objetivo que ser el Tigre Blanco. La muerte no parecía tan mala opción.
Pero el lacerante dolor que le atravesaba el vientre también despertó en él algo que creía olvidado, el deseo de sobrevivir. Una rabia primigenia le embargó y el dolor se fue convirtiendo en furia desbordada y su cuerpo comenzó a transformarse. Los músculos aumentaron de volumen y un pelaje blanco cubrió sus brazos. Cuando se incorporó su rostro tenía una poblada barba del mismo color, sus dientes eran afilados colmillos y las pupilas de sus ojos se tornaron felinas. Incluso unas afiladas garras engarfiadas surgieron de sus uñas. Con un rugido, que poco o nada de humano tenía, se abalanzó de un sorprendente brinco sobre sus agresores, convirtiéndose en un furioso torbellino de dientes, garras y toda clase de golpes.
La furia desatada del Tigre Blanco hizo temer incluso a Gata Negra, nunca había visto a su compañero de aquella forma. Dudaba de que fuese capaz de retomar el control.
Los guardias dispararon sus armas contra la semi humana criatura, pero en aquel estado las balas no parecían afectarle. El terror comenzó a hacer mella en ellos. La oportuna llegada de Puño de Hierro y Colleen Wing al combate decantó la balanza de la contienda para los Héroes de Alquiler.
— ¡Santo Cielo! ¿Héctor? —preguntó una asombrada Colleen aún espada en mano.
—No exactamente, creo que ahora es el Tigre Blanco el que va al volante —advirtió Puño de Hierro, haciendo con los brazos un gesto a sus compañeros para que no se acercaran.
— ¿Qué le ha pasado? —quiso saber la recién llegada Misty, que ayudaba a un dolorido Luke Cage a caminar.
El aspecto de Luke era lamentable, su camisa amarilla aparecía agujereada por numerosos impactos de bala y avanzada pesadamente descansando sobre el hombro de Misty Knight. Solo su dura piel invulnerable le había salvado de un letal destino, aún así había sufrido un considerable castigo hasta para su excepcional resistencia.
—No lo sé, resultó alcanzado por unos disparos y simplemente se transformó en esa criatura —explicó Gata Negra.
La conversación se detuvo cuando un relámpago iluminó la zona, seguido del estruendo de un trueno cercano. El tiempo era claro y despejado, por eso las miradas de todos los presentes se dirigieron hacia el cielo.
Muchos la consideraban una diosa y viéndola suspendida en el aire con los elementos bajo su comando era fácil suponer el porqué. Su piel canela y su pelo blanco la identificaban como la mutante conocida con el nombre de Tormenta.
—Hay que reconocerle que sabe hacer una entrada —exclamó Gata Negra.
—Estáis un poco lejos de vuestro barrio —dijo una voz ronca a sus espaldas.
El numerito de Tormenta no solo añadía dramatismo a su llegada, también había valido para distraer la atención de los héroes de Alquiler y permitir a Lobezno colocarse a sus espaldas sin ser visto.
Allí estaba Logan, desplegando toda su prepotencia y chulería como solo él sabe hacerlo. Dio una calada a un puro a medio fumar y exhaló el humo con una calma glacial.
— ¿Los X—Men en Canadá? —quiso saber Misty Knight.
—No exactamente, inténtalo otra vez.
Esta vez la voz provenía de una nueva silueta voladora que se unió a los dos conocidos mutantes, era una mujer pelirroja cuyo uniforme imitaba a la bandera canadiense. Una decena de metros más atrás pudieron ver a Shaman, Puck y Sasquatch flotando sobre lo que parecía ser un círculo mágico de levitación.
—Alpha Flight —les reconoció Cage finalmente.
— ¿Hemos terminado con las entradas triunfales o todavía queda más gente por llegar? —apuntó irónica Gata Negra.
—Como apuntaba Lobezno, estáis fuera de vuestra jurisdicción. En Canadá no nos tomamos bien que ciudadanos extranjeros empiecen guerras por su cuenta. Y mucho menos cuando lo hacen en nuestro patio de juegos —advirtió Vindicator seria.
—Estamos siguiendo la pista de un cargamento de armas de Hydra —intentó explicar Luke Cage mientras se frotaba sus doloridas costillas.
—Si eso es cierto, lo primero que deberíais haber hecho es ponerlo en conocimiento de las autoridades. O al menos tener la gentileza de haber contactado con nosotros primero —dijo Vindicator con un tono ligeramente desafiante.
—Vamos, se trata de Hydra. Ya sabéis como va, esas sabandijas extienden sus tentáculos por doquier. Tienen infiltrados en todas partes, una operación oficial les habría puesto sobre aviso y habrían levantado el vuelo sin dejar rastro, mucho antes de que ninguno de nosotros llegase a mover un dedo —se quejó Puño de Hierro.
—Las leyes están para cumplirlas, nos gusten o no —le recordó Lobezno.
La tensión entre los dos grupos iba en aumento y la siguiente intervención de Luke Cage no ayudó mucho a que se relajara la situación.
—Por lo que veo, ahora eres el perrito faldero del gobierno que te torturó.
—No juegues con fuego, no puedes venir a mi casa a insultarme. Te hablaría sobre los derechos que son la base de nuestra democracia, pero no creo que a un revolucionario antisistema como tú le suenen esos conceptos. Y en cuanto a mi gobierno, la gente cambia —amenazó Logan a Cage.
—Ya basta, haremos las cosas como deben hacerse. Pediremos una orden para registrar las instalaciones y si todo resulta ser tal y como nos habéis contado, nos disculparemos. Hasta entonces deberéis permanecer bajo custodia —sentenció Vindicator.
El resto de los miembros de su equipo no se pronunciaron, pero resultaba evidente por su actitud que secundaban las palabras de su líder.
— ¿No estarás hablando en serio? ¿Pretendes arrestarnos? —preguntó una incrédula Misty Knight.
—No es un arresto, solo debéis permanecer localizables hasta que todo este embrollo se aclare —respondió la jefa de los Alpha Flight.
—Ya, claro, en unas instalaciones del gobierno y sin libertad de movimiento, ¿no es así? Perdona guapa, pero eso se parece demasiado a un arresto para mi gusto —dijo Misty Knight sin achantarse.
—Estoy con Misty. Está resultando ser un día de mierda y no estoy de humor para dejarme arrestar —avisó Luke Cage.
Los Héroes de Alquiler permanecieron inmóviles y en silencio, aunque se adivinaban en sus posturas los músculos listos para entrar en acción si llegaba a ser necesario. Incluso el bestial Tigre Blanco adoptó una pose felina a la espera del inminente combate. Su instinto animal deseaba más batalla, los débiles guardas no habían sido más que un mero aperitivo.
—No hagáis esto más difícil —habló por primera vez el enorme Sasquatch de pelo anaranjado, intentando evitar el combate.
Lobezno dio un paso al frente y extendió sus garras retráctiles que brillaron con metálicos reflejos. El gesto fue considerado como una amenaza por el Tigre Blanco y sus tensos músculos se dispararon como un resorte. Una furiosa masa de pelo y garras cayó sobre el canadiense Logan, que cayó de espaldas ante la inesperada y brutal embestida. El Tigre Blanco rasgaba la piel de su presa mutante con las afiladas uñas. La criatura, pues eso es lo que era en aquellos momentos, había quedado reducida a un estado de salvajismo primario. Con los colmillos arrancaba jirones de carne, la escena era dantesca y sangrienta.
El antiguo hombre X aulló de dolor, puede que las heridas regenerasen, pero eso no disminuía en un ápice la agonía. Por puro instinto de supervivencia se revolvió contra el Tigre Blanco y en cuanto tuvo espacio deslizó sus garras de adamantium bajo el vientre de la bestia felina y clavó ambas con fuerza en el pecho del monstruo, atravesándole el corazón con una de ellas.
El hombre tigre profirió un ronco sonido, arqueando la espalda en un espasmo. Lobezno aprovechó el momento, contrajo las piernas para ponerlas bajo el vientre de su enemigo y, con todas las fuerzas que pudo reunir, empujó para alejar al furioso monstruo en el que se había convertido el Tigre Blanco, el cual cayó como un pesado fardo en antinatural posición varios metros más allá.
— ¡Maldito psicópata, le has matado! —gritó Cage avanzando hacia Lobezno.
—Detente —se interpuso Sasquatch, intentando mediar en el ya inminente conflicto.
Luke Cage respondió con un potente revés del brazo derecho que cogió a la peluda mole naranja por sorpresa, y que le envió al suelo.
—Apártate de mi camino —dijo Cage sin mirarle.
Luke Cage continuó en dirección a Lobezno, que le esperaba agazapado y con las afiladas garras metálicas en ristre.
—Estaba fuera de sí, conozco esa mirada muy bien, se trataba de él o yo —se excusó el mutante canadiense.
A Cage no parecieron importarle lo más mínimo las palabras del miembro de los Alpha Flight, había terminado el tiempo de hablar, ahora era el momento de luchar.
Sasquatch recuperó la verticalidad, el golpe de Cage no le había causado ningún grave daño. La asombrosa resistencia del alter ego de Walter Langkowski le había protegido como de costumbre. Trató de retener a Luke Cage, pero un gruñido grave y gutural a su espalda le avisó de la amenaza que se cernía por el flanco trasero. Al girar observó como el Tigre Blanco también se levantaba, las heridas en su pecho se regeneraban a ojos vista. Cada vez quedaba menos del ser humano, su forma se había vuelto más bestial, predominando las facciones felinas.
Sin tregua, el Tigre Blanco cayó sobre Sasquatch. El ciclópeo héroe canadiense poseía una fuerza legendaria, pero se las veía y las deseaba para mantener a raya al híbrido de tigre y hombre.
Heather Hudson usó la energía electromagnética que su traje amplificaba exponencialmente para volar trazando un semicírculo y atrapar a los Héroes de Alquiler entre dos flancos. Proyectó un potente rayo de energía que surgió de sus brazos y sorprendentemente falló en su intento de derribar a la Gata Negra, que esquivó con una agilidad más allá de lo humano.
Misty Knight se apresuró a cambiar el cargador de su pistola por uno de balas explosivas. Nunca usaría ese tipo de proyectil contra un ser humano normal, pero sabía que la líder de los Alpha Flight disponía de un poderoso campo de fuerza protector, las balas normales no le harían ni cosquillas. Apuntó con serenidad y tiró con rapidez tres veces del gatillo.
Su fama de experta tiradora no le hacía justicia, colocó tres dianas consecutivas. El campo de fuerza protegió a Vindicator de lo peor de la explosión, no así de la onda expansiva de las explosiones que la sacudieron en el aire e hicieron que se estrellara ruidosamente contra un poste eléctrico, que crujió y se partió por el impacto.
—¡Nooooooooo!
El desgarrador grito provenía de la garganta de Puck, que comenzó una desesperada carga contra Misty. Colleen Wing adivinó las intenciones del enano acróbata y trató de interponerse. La mujer samurai descargó un potente golpe transversal a media altura para detener el avance de su oponente, pero Puck realizó una sorprendente voltereta hacia delante y pasó a escasos centímetros de la hoja en movimiento, sin que esta encontrase más resistencia que la del aire. Puck cayó sobre sus pies y no se detuvo, ignoró a la desequilibrada Colleen y continuó en dirección a Misty Knight, pero alguien más le impedía la maniobra.
—Esto es un error, no tenemos porqué luchar.
Era Puño de Hierro, su actitud reflejaba calma y serenidad a pesar del caos de la batalla reinante, pero a un tiempo bloqueaba con determinación el acceso hasta Misty, no parecía dispuesto a moverse. Puck no paró su carrera, se proyectó hacia adelante, apoyándose con sus robustas manos para de inmediato lanzarse como una catapulta humana. Hasta tres giros dio en el aire a una velocidad de infarto, cada uno de ellos imprimía más inercia a su embestida. Al caer estiró su cuerpo enviando las piernas por delante, que impactaron con fuerza en el pecho de Daniel Rand, el portador del legendario poder del Puño de Hierro. El artista marcial salió proyectado hacia atrás, pero rodó con el impacto para aminorar el daño y terminó su arriesgado movimiento nuevamente en pie.
—Un oponente digno con el que sería un placer enfrentarse en cualquier otro momento, pero sigo pensando que esta pelea está equivocada. Y por lo que veo, Shaman piensa lo mismo que yo —dijo Puño de Hierro a Puck.
El pequeño héroe canadiense no pudo evitar mirar hacia donde se encontraba el poderoso mago de la tribu Saarce, su amigo Shaman. El hechicero contemplaba la batalla sin participar en ella, en una actitud extraña. Como si estuviera contemplando una batalla de ajedrez. De pronto, un pequeño detalle que pasó inapreciable para el resto llamó la atención de Shaman. Se trataba de un halcón rojo que graznaba sobre sus cabezas mientras volaba en amplios círculos que descendía lentamente. Había algo de desesperación en el graznido animal.
—¡Tormenta! ¡Sigue a ese pájaro! —pidió el mago a su compañera.
—Pero… nuestros compañeros… —dudó Tormenta.
—Presiento que es importante —insistió Shaman.
La poderosa mutante hizo que las corrientes de aire la elevaran por el cielo y fue tras el misterioso halcón rojo. El ave la vio y enseguida comenzó a volar en torno a ella, pero al tiempo también la dirigía hacia el tejado del edificio, invitándola a seguirle.
Vindicator volvió a alzar su vuelo, el golpe no había sido suficiente para dejarla fuera de combate. la líder de los Alpha Flight evaluó en instantes la situación táctica del combate. Frunció el ceño al ver que dos de sus más valiosos aliados no participaban en el combate.
—¡Shaman, te necesitamos! —gritó a su compañero.
El hechicero respondió elevando su brazo derecho y mostrando la palma de su mano, sin decir palabra pidió a su jefa y amiga que esperase unos instantes.
Tormenta descendió nuevamente hasta el nivel del suelo, transportaba un cuerpo inerte en su brazos. Era Sam Wilson, el Halcón. A juzgar por la sangre que le cubría había perdido gran cantidad del vital líquido.
—¡Quizás queráis detener esta batalla para que podamos salvar la vida de vuestro amigo! —bramó con fuerza la mutante para que todos pudieran oírla y fue como si el mismo viento elevara el volumen de sus palabras.
Casi todos se detuvieron de inmediato, excepto el Tigre Blanco que continuaba en su salvaje frenesí luchando contra Sasquatch. Los Héroes de Alquiler buscaron la mirada de Luke Cage y Misty Knight respectivamente, no sabían muy bien qué hacer. Cage finalmente asintió y levantó las manos en señal de paz.
—Ok, ya aclararemos esto luego. Lo importante ahora es la salud del Halcón —reconoció Luke.
—¿Alguien podría avisar a vuestro amigo el peludo de que la batalla ya terminó? —se quejó con ironía Sasquatch.
A pesar de la increíble fuerza del gigante de pelo anaranjado, el Tigre Blanco continuaba levantándose una y otra vez a pesar del tremendo castigo que estaba recibiendo.
Shaman se elevó sobre su círculo de levitación y se acercó a la posición de su suplicante compañero.
—Ésta, amigo mío, no es una batalla que podamos ganar en el plano material sino más bien en el espiritual. pero eso es algo que nos tomará su tiempo y por desgracia no disponemos de él. Por ahora nos valdrá con mantenerle dormido —dijo Shaman a su compañero Sasquatch mientras esparcía sobre el Tigre Blanco unos polvos que sacó de su bolso dimensional y que brillaron con un reflejo argénteo al caer.
Sasquatch consiguió por fin destrabarse del feroz combate cuerpo a cuerpo que había mantenido con el bestial tigre blanco, tenía el cuerpo cubierto de arañazos y magulladuras. Por suerte su cuerpo superhumano regeneraría todas las heridas. La criatura mitad tigre mitad humana comenzó a moverse lentamente, los párpados le pesaban como losas. Finalmente se dejó caer, dormido como un tronco.
Una vez aplacada, la incontrolada bestia retornó al más natural aspecto de Héctor Ayala, recuperando sus facciones y forma humanas. Shaman se acercó luego a la posición que ocupaba tormenta y movió las manos, trazando arcanos símbolos en el aire.
—No os preocupéis, es un aura de éxtasis para asegurarse de que su condición no empeora. Le trasladaremos a toda prisa a un hospital militar. podéis acompañarnos —tranquilizó Vindicator a los Héroes de Alquiler.
—Será un placer ir con vosotros —respondió Luke Cage con gesto serio, sabiendo que no tenía otra opción.
El grupo de héroes estadounidenses se reunió en torno a Misty y Luke, los líderes naturales del grupo.
—¿Vamos a dejar que nos detengan y que los de Hydra se vayan de rositas? —preguntó una incrédula Colleen Wing.
La formación samurai de la mujer no llevaba la rendición en su código genético, por eso se resistía a enfundar su espada.
—Esperaremos a ver la evolución del Halcón y ya tomaremos luego una decisión —aconsejó Puño de Hierro.
—¿Dónde está Marta Plateada? —quiso saber Misty Knight.
—La última vez que la vi fue cuando os cubrió con las granadas de humo, en la lucha contra los guardias, antes de que llegaran los de Alpha Flight —explicó Gata Negra.
—Esa mercenaria tiene su propia agenda. Sus bombas de humo no solo pretendían cubrir nuestro avance sino más bien su huída. Nos ha dejado tirados —dijo Misty Knight con cara de evidente enfado.
Tras meditarlo unos segundos, Luke Cage se dirigió discretamente a su grupo.
—Por el momento será mejor que no digamos nada de la presencia de Marta Plateada. No nos ayudará en nada delatarla.
Todos asintieron, unos con mayor entusiasmo y otros como Gata Negra lo hicieron a regañadientes.
—No imaginé que al pasarme al bando de los buenos iba a acabar detenida igualmente. No le veo ninguna gracia si siempre voy a terminar igual —refunfuñó la felina ex—ladrona.
En poco más de un minuto los héroes de ambos equipos partieron del lugar sobre el disco de levitación de Shaman, mientras comenzaban a llegar las fuerzas de la ley y varias ambulancias.
Continuará...
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