Heroínas

En Agra, la ciudad india del Taj Majal, no deberías dejar de visitar un café muy especial. Lleno de color por sus murales y cuadros, con las estanterías repletas de libros, muebles de madera, platos asiáticos e italianos sabrosos, deliciosas bebidas caseras, un servicio impecable y una carta sin precios porque cada uno elige lo que quiere pagar. ¿Es una buena presentación? Todo eso te sobra cuando conoces la historia de las mujeres que trabajan allí, víctimas de ataques con ácido.

Sheroes (nombre que me pareció perfecto) se creó en 2014. Busca empoderar a esas mujeres y brindarles apoyo y asesoramiento legal. Todas estas supervivientes tienen un papel activo: cocinar, servir, enseñar a sus compañeras a leer y escribir, diseñar o coser artículos para vender. La carta no tiene importes porque se le da la opción al cliente de decidir lo que desea pagar por lo que ha recibido o lo que quiere aportar al proyecto. Se nota que se esfuerzan por hacer su trabajo lo mejor posible y que se sienten orgullosas y motivadas. Allí han encontrado una comunidad que les proporciona seguridad, formación, empleo y afecto. Tal vez no sea casualidad que Sheroes se encuentre en la ciudad del mayor y más conocido monumento al amor.

Alrededor de 1500 personas son atacadas anualmente con ácido (no solo en la India, en una veintena de países). El 80% de las víctimas son mujeres. El 40% de esos ataques se comenten en público. El 40% son atribuidos a un "amor no correspondido" (¿cómo puede la frustración por un rechazo amoroso provocar la voluntad de terminar con una vida o arruinarla para siempre? ["si no eres mía, no lo serás de nadie"]). Además de las secuelas físicas, sufren aislamiento familiar y social y su nivel económico se ve mermado por las discapacidades producidas por el ataque y las pérdidas económicas derivadas de los largos tratamientos quirúrgicos y los procesos judiciales. Pero no consiguieron arrebatarles su verdadera belleza.

Heroínas. Mujeres valientes que han logrado sobreponerse a sus miedos. Que han dejado de esconderse y de tapar sus caras porque han entendido que no son ellas quienes deben sentir vergüenza. Que no conocen el rencor, sino el coraje. Que desean ser felices y ayudar a otras mujeres obligadas a enfrentarse a ese horrible trauma. Ejemplos máximos de resiliencia. Soldados de esas titánicas luchas sociales que se llevan a cabo sin hacer ruido, desde la perseverancia y las sonrisas.