Director: Raúl Ruiz
Primero que todo, no entiendo ni mierda. Blogger no me deja subir imágenes, maldita sea. ¿Cómo demonios lo hago? Ningún intento parece funcionar, ninguna de las putas opciones. Me cago en todo. Pedazos de imbéciles (yo, que no sé subir fotos, o Blogger, que hace engorroso algo que era tan pero tan simple antaño).
Bien, pensé que tendría alguna versión de esta película para sacar capturas, aunque sea alguna versión de mierda con pésima resolución y subtítulos en algún idioma extraño pegados a la fuerza, pero nop, no la tengo. Si les entra curiosidad, parece que la bendita MUBI, uno de esos servicios de streaming que vale la pena tener (yo no, de momento, ya lo saben: en mi casa no se pueden ver películas), tiene "Het dak van de Walvis" (El techo de la ballena), película de Raúl Ruiz que fui a ver hace un par de días al Cine Arte Alameda, que por lo demás estará proyectando más películas del incontenible y prolífico cineasta chileno, por lo que allí estaremos también. Bueno, tal parece que no está en MUBI, lamento haber excitado sus expectativas :(
Pero bueno, "El techo de la ballena". Hay una sinopsis, de esas genéricas e impersonales, que literalmente usan todos los sitios que hablan de esta película. Es la sinopsis en la página del cine al que fui, es la sinopsis que usó también otro cine que proyectó esta película el año pasado, es la sinopsis que se ve en FilmAffinity, en MUBI, en fin... ¿Cuál es la gracia? Lo cierto es que "El techo de la ballena" es una película inclasificable y sobre todo mutante. Es, principalmente, un juego. Un juego en el que tienes que entrar, un juego en cuyas reglas (básicamente: no hay reglas) debes empaparte si quieres disfrutar de este visionado tan entretenido y fascinante, de múltiples capas y numerosos significados. No pertenece a un género claro, no tiene actuaciones para ganar estatuillas, no te cuenta una trama como tal ni tampoco estudia realmente el comportamiento de sus personajes; funciona más bien como un hechizo, un hechizo cinematográfico en el que sus elementos, sus componentes, sus trucos se unifican para crear esta imagen cinematográfica tan hipnótica y cautivante capaz de aguantar el peso de los divertidos y endiablados juegos narrativos e intelectuales. Porque "El techo de la ballena", como premisa, es la historia de un antropólogo francés que, junto a su esposa que habla alemán y la hija de ésta, que habla neerlandés, acepta la oferta de un millonario comunista chileno (que habla en chileno) de alojarse en su casa en la Patagonia para entrevistarse con los dos últimos indios yaganes que quedan vivos. Por lo demás, la película se sitúa en un tiempo indeterminado (seguramente un futuro delirantemente distópico, en donde la distopía es menos tecnológica que política e ideológica) durante el cual las fronteras y las naciones se confunden, en donde las grandes corporaciones trasnacionales financian movimientos políticos, en donde ideologías contrapuestas e irreconciliables se unen en nuevos y mesiánicos partidos. Es parte del juego, de la farsa, de la burla con que Ruiz hace partícipe al espectador: la farsa que se burla de los politiqueros, de los patrioreros, de las convenciones mismas del cine, entre otros, porque no dejan títere con cabeza. Un juego de espejos y de lenguas, de realidades y lenguajes; de las apariencias y de las expectativas. De verdad no podría hablar de todo lo que ofrece esta película que, como señalé, muta y muta sin parar a lo largo de un metraje en donde vemos el estudio antropológico que lleva a cabo el francés con los indios, la farsa político-ideológica de los demás personajes engañados en sus ilusiones y delirios de grandeza, el encantamiento surreal al que se somete la realidad laberíntica y atemporal de esta casa, a esta historia que de repente es cine negro, de repente thriller paranoico, de repente ensayo filmado, de repente comedia inocente... Indios mudos que se ponen a hablar en francés y alemán, hechos físicamente imposibles de aceptar, realidades escondidas y desconocidas... Como digo, Ruiz burlándose de las ideas preconcebidas en todo orden de cosas, en múltiples y entrelazados niveles. Una película compleja en su inocencia, por así decirlo. Es un juego, nada más que eso, en donde Ruiz da rienda suelta a sus ideas sobre el cine, el arte, los estudios, las ideas e ideologías, las culturas y la multi o interculturalidad...
Puede ser un visionado difícil para el espectador medio, pero si uno llega avisado de su director y está dispuesto a dejarse llevar por lo que el cine verdaderamente es y significa, entonces "El techo de la ballena" te parecerá una película francamente disfrutable, divertida e inteligente. Una película intrigante y fascinante. Si la pillan véanla y no se preocupen tanto.