Revista Opinión

Hezbolá, lucha por la supervivencia

Publicado el 20 noviembre 2017 por Juan Juan Pérez Ventura @ElOrdenMundial

Desde que apareciese en la década de los 80, Hezbolá se ha presentado a sí mismo como una fuerza de resistencia contra los opresores apoyada por muchos países árabes. Sin embargo, su presencia en la guerra siria y su relación con ella e Irán hace peligrar la influencia que el grupo mantiene tanto en la política libanesa como en la región.

Líbano, cuna de la organización

Desde su aparición a mediados de los 80, el Partido de Dios se ha vendido como un grupo de resistencia contra las fuerzas invasoras en el Líbano, sobre todo contra Israel y Estados Unidos. De hecho, la invasión israelí del sur del Líbano en el año 1982 y el asedio a Beirut establecieron las condiciones necesarias para que surgiese el grupo. Algunos de sus fundadores fueron clérigos jóvenes procedentes de Irak que habían recibido su formación en seminarios chiíes de Nayaf o Kerbala, bastiones de población chií, y que habían huido del país tras el deterioro de las condiciones de vida y el aumento de la inseguridad para la población chií durante el mandato de Sadam Huseín. Otros, como Hasán Nasralá, líder del grupo desde 1992, eran prominentes figuras de partidos políticos y milicias libanesas, como el grupo chií Amal. Tanto Irán como Siria apoyaron a estos jóvenes revolucionarios, aunque el primero tendrá un papel mucho más importante, pues veía en ellos el vehículo para extender la revolución islámica por todo Oriente Próximo. Siria, por otro lado, los veía como una herramienta para seguir manteniendo sus buenas relaciones con Irán, atacar a Israel y Estados Unidos y mantener a Líbano como un aliado regional de gran importancia.

Para ampliar: Hezbollah: a short history, Augustus Richard Norton, 2007

Debido a que la Revolución iraní —que había elevado al poder al ayatolá Jomeini— estaba aún reciente, estos jóvenes clérigos llevaron consigo al Líbano el fervor revolucionario, el odio hacia Israel y la admiración por Irán. Fueron formados por la Guardia Revolucionaria iraní, que se había trasladado al país para instruir a las milicias palestinas y chiíes en temas militares, de política y religión. Desde el inicio, Hezbolá será fiel a sus convicciones; estará unido por la fe inquebrantable en el islam y hará cualquier sacrificio con tal de cumplir la voluntad de Alá en la Tierra. Estarán guiados por el ejemplo de Huseín ben Alí, nieto del profeta, quien murió mientras luchaba contra los omeyas en Kerbala y que servirá como referente para instaurar la cultura del martirio dentro de la organización. El primer atentado yihadista suicida de la Historia es cometido en 1982 por Yihad Islámica —también conocido como Resistencia Islámica—, un grupo precursor de Hezbolá, contra un cuartel militar israelí en Tiro, con la muerte de 75 soldados como resultado. Pero los ataques no se centrarían tan solo en territorio libanés: con el objetivo de expulsar a los extranjeros del país, se cometieron atentados también en ciudades europeas, como como Madrid o París.

Distribución de grupos religiosos en Líbano según territorio. El área magenta, correspondiente a los chiíes, coincide con la zona de influencia de Hezbolá.  Fuente: BBC

En 1985 emiten su Carta Abierta, en la que manifiestan una visión del mundo dividida entre oprimidos y opresores, con Estados Unidos y la Unión Soviética en este último grupo. Se enfatiza la profunda influencia que la Revolución iraní y su ideología tuvieron sobre el grupo y el Estado islámico como modelo de libertad. Sin embargo, siempre defendieron que este modelo de Estado, guiado por las leyes del islam y no por las de los hombres, no se impondría por la fuerza, sino que sería elegido democráticamente por los libaneses una vez viesen la victoria de Hezbolá sobre Israel y Estados Unidos. También atacaron a otros países, pues para la organización las fricciones entre musulmanes están causadas por el imperialismo y la corrupción del Gobierno libanés. La única solución, por tanto, sería la lucha bajo la bandera del islam, lo que los situó como fuerza de resistencia contra Israel y contra los poderes externos mediante un uso de la violencia justificado por la llamada de la yihad.

En 2009 Nasralá presenta el nuevo manifiesto de la organización, en el que mantiene su fiera enemistad hacia el Estado de Israel acusándolo de ser una amenaza para todo Oriente Próximo —aunque con un lenguaje mucho más suave que en la carta— y hace hincapié en que la lucha no es contra la religión, sino contra la ocupación de un territorio que no les pertenece. Aunque una de las cuestiones sin responder en la primera carta fue la configuración de Líbano, ya que hasta 1992 el grupo no participó de la vida política del país, en la nueva deja de lado la idea de un Estado islámico para hacer hincapié en la necesidad de abolir el sistema sectario, al que considera causa de todos los problemas políticos del país. Defienden la necesidad de un Estado que proteja las libertades individuales, que aplique la ley de forma imparcial a todos los ciudadanos y en el que haya una mayor presencia de la mujer en la sociedad.

Esta posición contraria al sectarismo les ha granjeado el apoyo de muchos sectores de la población libanesa —no solo chiíes— y el acuerdo con grupos políticos de diferentes confesiones, como el cristiano Movimiento Patriótico Libre de Michel Aoun, quien llegó a la presidencia en 2016 gracias al apoyo de Hezbolá. En la actualidad cuentan también con el control del Gabinete de Ministros, derecho a veto sobre determinadas cuestiones, dos carteras ministeriales y la capacidad de disolver Gobiernos; si finalmente se produjera la reforma electoral en Líbano, pasarían a controlar además más de la mitad de los escaños en el Parlamento. Desde 2005 forman parte de la Alianza del 8 de Marzo, grupo prosirio, junto a otros grupos cristianos y seculares; su principal oposición es la Alianza del 14 de Marzo, liderado por el Movimiento Libre de Saad Hariri. Aun cuando la mayor parte de su programa político tiene objetivos nacionales, sus decisiones regionales e internacionales dificultan su integración dentro del sistema político libanés. En los últimos años, su participación en Siria, la acusación de cuatro de sus miembros por el asesinato de Rafic Hariri en 2005 y la cuestión de sus armas —la ONU pidió el desarme de la milicia en la resolución 1701 tras la guerra de 2006— han hecho peligrar en ocasiones su posición como grupo de resistencia.

Hezbolá en Siria: la alianza chií

Para entender el papel que juega Hezbolá en la guerra de Siria, es necesario comprender también la importancia de esta para Irán. Las protestas que estallaron en 2011 contra el régimen alauí de Bashar al Asad pronto se convirtieron en una guerra sangrienta que enfrentó tanto a las dos principales vertientes del islam como a diferentes países de la zona y contribuyó a que aparecieran grupos radicales suníes, como el autodenominado Estado Islámico. Estos grupos, junto a la presencia del principal enemigo de Irán, Arabia Saudí, ponían en peligro el corredor de aprovisionamiento de armas entre la república islámica y el Partido de Dios y, por tanto, su capacidad de hacer frente a Israel. Por ello, invirtió dinero y fuerzas en la zona, donde creó las Fuerzas de Defensa Nacional, un grupo militar prosirio, para combatir a los opositores del régimen.

Para ampliar: “Suníes y chiíes: el mito de los odios remotos y el nuevo mapa de Oriente Próximo”, Martí Nadal en El Orden Mundial, 2016

Hezbolá, lucha por la supervivencia
Control del territorio sirio por los diferentes grupos enfrentados. La zona granate rayada, junto a la frontera del Líbano, es el área controlada por Hezbolá. Fuente: ISW

Desde que Al Asad llegó al poder en el año 2000, ha mantenido una buena relación con el grupo liderado por Nasralá. De hecho, la retirada israelí de principios de siglo y el enfrentamiento entre ambos en el año 2006, con la victoria de la organización chií, hizo que Hezbolá contase con gran popularidad en el país vecino. Por esta razón, cuando comienzan las protestas en Siria, envía a militantes al lugar para apoyar al régimen y evitar que uno de sus principales apoyos en la lucha contra Israel cayese en manos de grupos suníes. El primer despliegue significativo de sus soldados se produjo en 2012 en Damasco con el objetivo de defender la mezquita y mausoleo de Sayyeda Zainab, hermana del imán Huseín. Pero solo será en 2013, tras un discurso de Nasralá en el que defendía que el grupo “estará donde deba estar”, cuando realmente comienzan a participar en la guerra de manera oficial al lado del ejército sirio sirviendo de retaguardia mientras las fuerzas de Al Asad tomaban la ciudad de Al Quseir.

Para ampliar: “Guerra de los 33 días entre Hezbolá e Israel” (documental), Hispan TV, 2015

Se tiende a pensar que la participación de Hezbolá en Siria tan solo obedece a intereses de la organización y que, al ser una milicia, no tienen la capacidad ni el entrenamiento suficiente para combatir en una guerra. Al contrario, el grupo ha demostrado ser un actor importante en el conflicto, sobre todo en la lucha contra el Estado Islámico o Dáesh. Sin su presencia en la guerra, el régimen de Al Asad probablemente no habría resistido las embestidas de los grupos seculares y radicales. Desde 2013, el grupo lleva a cabo importantes ofensivas en el nombre del ejército sirio y libera varias ciudades del país. Su presencia en el conflicto también responde a tres objetivos principales: preservar el “eje de resistencia” —formado por Irán, Siria y Hezbolá— contra Israel y Occidente, mantener las rutas de aprovisionamiento de Siria e Irán y evitar la llegada al poder de grupos suníes que derroquen al régimen de Al Asad.

Para ampliar: “La estructura de comandos militares de Hezbolá” (en inglés), Leith Fadel en AMN, 2015

Pero no todo es un camino de rosas para la organización. Desde que comenzó su participación en el conflicto y aumentaron sus ofensivas, también comenzaron los ataques de milicias suníes en territorio libanés. En 2014 se produce el primer atentado del Dáesh en Líbano, donde un coche bomba mata a cinco personas en Haret Hreik, baluarte principal de Hezbolá. Tras este ataque se han producido otros atentados suicidas y enfrentamientos con milicias suníes que han dejado numerosos muertos y heridos y han hecho que se levanten voces críticas contra la presencia de Hezbolá en Siria. Por su parte, el grupo defiende que su participación en el conflicto también sirve para frenar el avance de grupos radicales hacia el Líbano. Este discurso les ha servido no solo para reclutar militantes entregados a la causa, sino también para justificar el elevado número de muertes que han sufrido en Siria —entre 1.300 y 1.500 combatientes—.

Para ampliar: “La transformación de Hezbolá a través de su participación en Siria” (en inglés), Nada Pollak en The Washington Institute for Near East Policy, 2016

Un actor político indisputado

Es en 1982 cuando el grupo empieza su andadura en la vida política libanesa, justamente tras el ascenso al poder de Nasralá, el final de la guerra civil libanesa y los acuerdos de Taif, por los que se permite al Partido de Dios seguir armado, ya que se considera una fuerza de resistencia contra Israel. La entrada en la política no solo les permitirá ganar reconocimiento como partido político, sino también influir en las decisiones y los presupuestos del Estado.

Aunque la retirada israelí al sur de la Línea Azul en 2000 les proporcionó un gran apoyo de la población, no es hasta 2006 cuando Hezbolá comienza a participar realmente en la política libanesa. La organización se une a la Alianza del 8 de Marzo, creada en 2005 tras la salida de Siria del país y el asesinato de Rafic Hariri. Junto a Amal y el Movimiento Patriótico Libre, se convertirá en uno de los principales grupos políticos de la alianza y el principal opositor al grupo suní Movimiento Libre. En 2009 se producen las elecciones parlamentarias en las que este grupo gana 68 escaños, suficientes para tener mayoría en el Parlamento. Sin embargo, cuando el Tribunal Especial de La Haya para el Líbano decide investigar a cuatro de los miembros del Partido de Dios con apoyo del Movimiento Libre, diez miembros de Hezbolá presentan su dimisión y disuelven así el Gobierno formado. Posteriormente, la presidencia de Michel Aoun, elegido en octubre de 2016, solamente será posible gracias al apoyo de la organización chií.

Para ampliar: Repaso a la política libanesa en 2016 (en inglés), Moulahazat, 2016

Aun con toda su influencia en la política libanesa, el conflicto sirio y su desenlace son de gran importancia para el grupo, puesto que una derrota de Al Asad supondría un duro golpe para su legitimidad como fuerza de resistencia. De hecho, el apoyo que había recibido de muchos países árabes por haberse enfrentado a Israel lo ha perdido en el conflicto sirio al ser vistos ahora como un grupo que lucha contra la población suní. Esta imagen no solo afecta a países de la región: en octubre de 2017 Washington declaró al Partido de Dios como principal amenaza de Oriente Próximo junto al Dáesh. Aunque algunos países europeos aún reconocen la vertiente política del grupo, el papel que juegue Estados Unidos en la lucha contra la organización será también de gran importancia a la hora de mantenerse a flote.

Hezbolá, lucha por la supervivencia
En la mayoría de los países de Oriente Próximo, la visión de Hezbolá es cada vez más negativa. Fuente: Pew Research Center

La frase expresada por Nasralá en su discurso de 2013 —“Estaremos donde debamos estar”— se ha convertido en el lema de la organización; aparece en muchos de sus pósteres e incluso en canciones de ánimo para sus soldados. Sin embargo, la influencia del grupo a nivel nacional y regional depende del desarrollo del conflicto en Siria. Una victoria de Al Asad aseguraría las rutas de aprovisionamiento material del grupo y le permitiría seguir siendo, junto a Irán, su principal apoyo en la región, mientras que su caída provocaría la pérdida de confianza de la población chií libanesa y un aumento de las voces críticas, lo que conllevaría una menor influencia en la política del país. De momento, las fuerzas leales a Al Asad han ido recuperando importantes ciudades sirias y es el régimen el que más territorio controla actualmente.

Para ampliar: “Hezbolá, de la resistencia a la institucionalización”, David Garriga en El Orden Mundial, 2016

De cualquier manera, no sería fácil conseguir el desarme de la milicia debido tanto a la participación en Siria como a su imagen de resistencia contra Israel. Mientras el Estado hebreo siga ocupando las granjas de Shebaa y la ciudad de Ghajar, que Líbano considera suyas, Hezbolá seguirá legitimado por gran parte de la población para seguir armado. Igualmente, el poco entrenamiento y el escaso equipo con los que cuentan las Fuerzas Armadas libanesas hace que el grupo chií se constituya como la principal fuerza de defensa del país y sus fronteras, de donde ya ha expulsado a grupos radicales como Al Nusra y Dáesh.

Salvo que se produzca un giro inesperado en el conflicto sirio por el cual los grupos de oposición acaben llegando al poder, Hezbolá seguirá manteniendo sus apoyos, sus bases de financiación y su armamento intacto y, por tanto, su presencia e influencia a nivel nacional y regional.

Para ampliar: “Is a new war with Hezbollah on the horizon?”, Mahan Abedin en Middle East Eye, 2017


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