A este avión comercial, BAe 146 se le prevé sustituir una de las cuatro turbinas convencionales por otra eléctrica, en un intento de hacer más ecológica, económica y amigable la navegación aérea. El proyeco se conoce como E-Fan X y están implicados Airbus, Siemens y Rolls Royce.
Con el escepticismo propio de quien desconfía profundamente de todo artilugio capaz de desplazarse a novecientos y pico kilómetros por hora y más de nueve mil metros de altura, me pregunto por qué no se propone sustituir una de las dos turbinas de un Airbus 320 o un Boeing 767 por este motor ecológico, y no encuentro otra respuesta que la mayor facilidad para el vuelo de una aeronave en la que funcionan tres de sus cuatro motores que no otra en la que la mitad se ha ido al garete. Los avances me parecen estupendos, pero los experimentos, como se dice por estos pagos, con gaseosa. Ya resulta lo suficientemente peligroso volar en condiciones normales, como para incrementar el riesgo en función de satisfacer las soflamas ecologistas de una minoría de la población.