Revista América Latina

Hijas e Hijos del exilio de Argentina, Uruguay y Chile se reúnen por primera vez. Dossier

Publicado el 07 octubre 2024 por Adriana Goni Godoy @antropomemoria

Hijas e Hijos del exilio de Argentina, Uruguay y Chile se reúnen por primera vez. 

Conferencias – Charlas

1° Encuentro Nacional de Hijos e Hijas del Exilio Cono Sur

Hijas e Hijos del exilio de Argentina, Uruguay y Chile se reúnen por primera vez. Dossier

Miércoles 16 de Octubre 18:30

Sentidos y debates de la memoria
El objetivo del encuentro es destacar la importancia del momento de surgimiento de cada agrupación para determinar el contexto histórico político emergente, explicar el por qué y el para qué debatir sobre la memoria como un problema a construir en un contexto de avance neoliberales y de este modo analizar y conformar posibles estrategias comunes y grupales comunitarias que nos permitan fortalecer resistencias locales y regionales.
Estarán presentes en esta reunión integrantes de Argentina, Chile y Uruguay y se llevará a cabo una performance alusiva a la situación de exilio.
Se llevarán adelante actividades para reforzar y debatir experiencias sobre el surgimiento de las hijas e hijos del exilio del cono sur, en especial en Argentina, Chile y Uruguay.
Moderan: Yara Girotti, Violeta Burkart Noe y Nahuel Casademunt.
Organiza: El Instituto de Cultura Popular y Pensamiento Nacional de la Universidad Nacional del Oeste, dirigido por la Lic. Gabriela Tozzi y el Departamento de DD. HH. del CCC

Departamento:

Derechos Humanos

Sala Raúl González Tuñón [1ºP]

Entrada: Libre y gratuita

🇦🇷 Hijas e Hijos del exilio de Argentina, Uruguay y Chile se reúnen por primera vez. Dossier 🇨🇱 Hijas e Hijos del exilio de Argentina, Uruguay y Chile se reúnen por primera vez. Dossier 🇺🇾

Agrupaciones hermanas de estos tres países se encuentran para conversar, intercambiar y dar a conocer sus orígenes, propuestas y militancias en cada país. En este proceso de “desexilio” nos encontramos para tejer lazos y compartir vivencias como entre “hermanxs”. 

🌎 🌟

Primer Encuentro de Hijos e Hijas del Exilio Cono Sur.

📌

Participan: Yara Girotti*, Violeta Burkart Noe y Nahuel Casademunt por Hijas e Hijos del Exilio Argentina.

📌

Adriana Goñi y Marco Fajardo por Hijas e Hijos del Exilio Chile. @hijxsdelexiliochile

Adriana Goñi Godoy Setentera. Lic. Antropología- arqueología. Cl. . AJDA. autora de Memorias en Altavoz.. https://web.facebook.com/HIJXSMEMORIACHILE/

Marco Fajardo Escritor

Autor de «Contra Bachelet y otros» (2006), «Postales» (2008), «Los inquilinos» (2009), «Juan sin tierra» (2011) y «Mi exilio dorado» (2021).

📌

Yanin Guisande y Rosana Franco, del Colectivo de Memoria Jacarandá – Uruguay y Natalia Montealegre Alegría (Uruguay) @jacarandamemoria

Colectivo Jacarandá, integrado por personas que fueron niños y adolescentes durante el período dictatorial en Uruguay para conocer sus actividades conversamos con Federico Arnaud y Rosana Franco, integrante del colectivo

.https://www.youtube.com/watch?v=HCdwRh2wxvo

🌟

Momento artístico – performático: “Los Idiomas del silencio”.
El silencio y la palabra como dispositivos de la memoria. Propuesta artística a cargo de Irupé Christeller y María Isabel Burgos Fonseca de Hijas e Hijos del Exilio Argentina.

“Silencios e identidades en tránsito: fragmentos del exilio y el desexilio en la segunda generación argentina en Italia”

En el amplio panorama de las representaciones artísticas y literarias realizadas por los hijos del exilio argentino sobre lo vivido en su infancia o adolescencia, el caso italiano representa un objeto de estudio inédito, raro, marginal y exiguo con respecto a la proliferación de un corpus de obras reconocidas y consolidadas en ámbito latinoamericano y europeo. Entre las varias historias que conforman una polifonía de voces distintas y heterogéneas, que fueron asomándose y sumándose durante meses de investigación, el presente trabajo se centra –particular pero no exclusivamente, para no perder de vista la pluralidad de trayectorias personales que atravesaron el destierro argentino de la segunda generación en Italia– en la experiencia de Irupé Christeller (Buenos Aires, 1970).A través del análisis de la práctica literaria y artística de Christeller, el propósito principal de este trabajo reside entonces, por un lado, en colmar y explorar las razones de un “hueco”, un silencio, un no lugar en la memoria colectiva o en el relato dominante sobre la experiencia exiliar de la segunda generación argentina en Italia; y, por otro lado, se pretende dar voz a los silencios anclados en lo que no se puede nombrar, los silencios de lo que se disimula. Silencios construidos sobre la militancia de los padres, la clandestinidad, la violencia, la pérdida o el miedo. Silencios de lo no dicho o de la imposición. Silencios totales o parciales. Lo silenciado consciente o inconscientemente por los mismos protagonistas.

Citazione

Nanni, S. (2024). “Silencios e identidades en tránsito: fragmentos del exilio y el desexilio en la segunda generación argentina en Italia”. In C.G. Teresa Basile (a cura di), Los trabajos del exilio en les hijes. Narrativas argentinas extraterritoriales (pp. 429-465). Villa María : EDUVIM.

Les esperamos: el miércoles 16 de octubre a las 18:30hs. en Centro Cultural de la Cooperación, Av. Corrientes 1543, CABA.

Organiza: Hijas e hijos del exilio Argentina.

Carta abierta de Hijas e hijos del exilio

Somos Hijas e Hijos del Exilio. Nacimos o crecimos en otro país a causa del Terrorismo de Estado impuesto en la Argentina en la década del ´70. Nuestros padres y madres fueron perseguidos políticos y se tuvieron que exiliar porque sus vidas y las nuestras corrían peligro. Desde pequeños sufrimos las consecuencias de un plan sistemático de exterminio que logró imponer un modelo económico-político, dejando como legado exclusión social, desigualdad e impunidad.

El exilio es una violación a los Derechos Humanos que coarta violentamente el derecho a vivir y crecer libremente en tu propia tierra y cerca de tus afectos. Se está forzado a irse del país, no hay elección.

La salida de la Argentina, en la mayoría de los casos, implicó “irse con lo puesto”, dejando la familia, el trabajo, las amistades. Desterrados, muchos vivieron en varios países hasta que encontraron donde quedarse; siempre añorando volver. Así pasaron los días, los meses y finalmente largos años. Había que adaptarse a otro sitio, otra cultura y rearmar una vida cotidiana sin pasado y sin historia.

Para nosotros la vida en el exilio fue criarnos lejos de la tierra de nuestros padres y donde muchos nacimos, sin abuelas, sin tíos, ni primos. Tuvimos que cantar nuevas canciones, cambiar de escuela y, en muchos casos, aprender otra lengua. Nuestra historia transcurrió entre el miedo y el silencio ya que debíamos callar la razón por la que nos habíamos ido de nuestro país.

Crecimos añorando una tierra que apenas habíamos conocido. La Argentina en muchos casos se reducía a un par de postales, anécdotas, olores y sabores. Quienes nacimos afuera o nos fuimos de muy pequeños, conocimos al resto de la familia sólo por fotos, casettes, cartas o visitas ocasionales. Quienes nos fuimos más grandes vivimos junto a nuestros padres el duelo de extrañar a todos los seres queridos y la propia cultura.

El regreso al país a partir de la apertura democrática no fue fácil. Para algunos fue imposible. Resultaba duro tratar de encajar en una sociedad llena de prejuicios e indiferente a la peor pesadilla de nuestra historia. Fue difícil adaptarse a una sociedad que no podía, no quería o no sabía contenernos y que, incluso muchas veces, nos acusaba de habernos ido. Llegamos a una Argentina que no nos esperaba.

La vuelta que vivimos muchos de nosotros implicó un nuevo desarraigo. Porque al llegar a la Argentina, dejamos el lugar donde habíamos crecido o nacido. Llegamos a la Argentina como “extranjeros”.

El exilio partió en dos nuestras vidas: somos argentinxs, pero también de México, España, Venezuela, Italia, Brasil, Holanda, Suecia, Francia, Nicaragua……

Y esto nos dificulta echar raíces. En diferentes momentos de nuestra vida algunos nos sentimos o decidimos finalmente “ser argentinos”. Otros nos quedamos en los países que nos refugiaron. Y algunos más, aun continuamos buscando un lugar de pertenencia. Todos transitamos en mayor o en menor medida la condición de ser “el otro”, el “bicho raro”. Crecimos en los países que nos albergaron sintiéndonos diferentes. Quienes regresamos a la Argentina continuamos siendo “el otro”. Nuestras vidas han estado signadas por ello: siempre fuimos la persona extraña, la que no encaja.

Durante varios años pedimos justicia por las desapariciones, torturas, secuestros, apropiación de niños y asesinatos, así como juicio a los represores y a sus cómplices. En muchas de nuestras familias también ocurrieron estas atrocidades. Estas violaciones a los Derechos Humanos eran más urgentes para denunciar y repudiar. Así, el exilio y sus consecuencias fueron relegados como si se tratara de una violación menor, sin mayor importancia; pero tantos silencios y omisiones no borraron las heridas.

Después de tanto tiempo, creemos que ya es hora de hablar de todo lo que nos pasó y nos pasa. La dictadura devastó a toda la sociedad y aún hoy seguimos sufriendo sus consecuencias. Todavía no tenemos la dimensión del daño social que provocó. Es por eso que, 30 años después, siguen emergiendo las secuelas de lo siniestro.

La necesidad de reflexionar y procesar esto que sentíamos individualmente, en soledad, motivó nuestro encuentro. Hoy, hijas e hijos de exiliados nos empezamos a reunir y a hablar de nuestras historias con otros y otras que pasaron por la misma experiencia, descubriendo por primera vez un espejo en el cual nos reflejamos. Durante años cargamos con una marca que nos diferenciaba del resto, ahora nos reconocemos en esta diferencia.

Somos hijos de una generación arrasada. Hombres y mujeres que trabajaban para construir una Argentina mejor para todos, más justa y solidaria. Nuestros padres nos enseñaron valores e ideas donde lo esencial era un proyecto colectivo que incluya a todos, un proyecto de país basado en la justicia, la solidaridad y el respeto por la dignidad humana. Esos ideales son la herencia de nuestros padres; en tanto el dolor, el desarraigo, el sentimiento de no pertenencia, el desgarro, son la herencia de la dictadura militar.

Hoy nos unimos por la construcción de la identidad, la justicia y la memoria colectiva. Necesitamos contar nuestra historia y queremos que el exilio, se trate como lo que es: una violación a los Derechos Humanos. Sabemos que hay más hijas e hijos de exiliados viviendo en Argentina y en otros países, los invitamos a que se sumen a esta propuesta.

Escrita colectivamente en 2006.

@centroculturaldelacooperacion

2 de abril de 2024 – 00:01

El olor dulce del pan

Por Fabián Restivo

 (Fuente: Fabián Restivo). Imagen: Fabián Restivo Yara Girotti

La mañana del 26 de diciembre de 1993, ella salió del avión, caminó por la manga de desembarque y pasó migraciones. En su pasaporte consta que es holandesa. Salió del hall del aeropuerto de Schiphol Mapa y entonces sí, estaba en Holanda, país del que se había ido hacía doce años y al que nunca antes había entrado. El jean y la camisa hippie iban muy bien con su adolescencia, pero no le sirvió para capear el golpe de frio durísimo de ese invierno cuya nieve descubrió que aún recordaba. El abrazo de bienvenida de Manechi, le puso en su lugar el cuerpo y el espíritu.

Ella está ahora, a los cuarenta y seis años de su edad, sentada en su puerto quizá definitivo, El Palomar, donde recuerda y pasa lista de países, aeropuertos, terminales de buses, ciudades: Holanda, Nunspeet, Hardeswijk, Brasil, Sao Paulo, y una infinidad de barrios en Buenos Aires donde “los primeros que nos recibieron cuando volvimos del exilio a Argentina fue la familia García Blaya Sábato, y tras muchas mudanzas, al conurbano” y entonces sonríe con la ternura de quien agradece.

Ella, Yara Girotti, es hija de Carlos y de Mónica, ambos militantes políticos perseguidos durante la última dictadura con una orden de “urgente captura” y que consiguieron salir a Brasil y de ahí al exilio en Holanda, donde Yara nació en marzo del ’78 y no solo no olvidó nada, sino que recuerda todo con fechas, lugares y señales. Y con una sonrisa porque “finalmente mi familia está viva y fui sabiendo con el tiempo cómo fue todo. Mi papá y mi mamá nos cuidaron mucho, dosificaron la información según nuestras edades. Cuando empezamos a preguntar, las respuestas eran que vivíamos lejos porque pensábamos distinto y era mejor así. Mucho más adelante fuimos sabiendo que había pasado”.

Las plantas en el balcón de salir a fumar están alejadas del espiral que sirve para ahuyentar a los mosquitos de la ventana, en estos tiempos de dengue sin gobierno donde cada uno se arregla a como dé lugar. Casa adentro, sin embargo, las ideas se cuidan hasta en el espejo en que no podés mirarte sin leer “SON 30.000”.

Yara tiene para sí un cúmulo de buenos recuerdos que en nada le restan a su conocimiento de la historia: “una casa feliz fue la del barrio Vila Mariana en Sao Paulo, cuyo patio era común con todas las casas de la manzana y una banda de niños con quien jugar. Tengo infinito agradecimiento con Brasil, pero además de eso, ya siendo yo grande cobró otro significado enorme…” y se hace una pausa larga en su voz y su mirada, que por primera vez esquiva y busca el techo, uno de los cuadros, sus propias manos. Y ahora sonríe distinto, apretando la boca. La marea le sube por los ojos con un temblor de labios, pone un punto de respiración profundísima y suelta “a ver, esto fue así. Mi mamá queda embarazada de mí en Brasil, en la clandestinidad, y mi hermana tenía tres años, entonces ellos un poco dudaron qué hacer, si tenerme o no. Lo supe de grande. Era un momento donde llegaban noticias de compañeros desaparecidos, asesinados, y otro hijo podía ser complicado para moverse. Entonces decidieron que en ese momento de tanta muerte yo era una apuesta por la vida, una luz de esperanza entre tanta tragedia. Entonces nunca fui una carga, fui asociada a la vida y a la alegría. Y claro que hubo que salir de allí a Holanda, que es donde finalmente nací. Y toda mi familia está viva y con el profundo orgullo por mi papá y mi mamá, que son coherentes hasta hoy de sus ideas y creencias”. Y la marea se desborda de los párpados.

Ahora se impone respirar y armar unos mates. Hablar con otra risa de ese mueble donde conviven en armonía unas zapatillas de hijo, unas vasijas de recuerdo y unos libros de Galeano, de Eloy Martínez, de Beauvoir, y de Juan Gasparini, entre otros, aunque “ahora estoy leyendo uno de Leyla Guerriero muy duro, pero voy. Siempre necesito saber más, porque pasan cosas. Mirá, apenas ganó Milei viví días de mucha angustia, ese retroceso, ese miedo de infancia. Volví a sentir ese temor” y vuelve un recuerdo que se le había traspapelado: “cuando ya estábamos acá un día hubo un operativo policial en la puerta de mi colegio porque habían agarrado a un ladrón y mis compañeros estaban fascinados mirando todo. Mi maestra me encontró en posición fetal debajo de mi banco. Es raro, porque yo no viví eso en mi infancia y mis viejos a esa edad todavía no hablaban nada con nosotras de lo que había pasado. Pero sin duda hay cosas que se maman. Hoy veo todo esto y me angustio, la paso mal, vuelve el miedo, y bueno, eso se exorciza trabajando, peleando, construyendo, militando y también marchando, porque esos espacios son donde sostengo las banderas de los derechos y la alegría. Todos los días laburo ocho horas y el resto, milito”.  Y claro, vuelve su papá a la charla porque comparten ideas y “militamos las mismas causas y hoy lo cuido yo…bueno en realidad estamos espalda con espalda. Él no deja de cuidarme, poque además hoy habito un espacio político con él, que es un tipo muy respetado y tengo que estar a la altura. Y… la demanda es feliz, pero alta” y la carcajada de hija viene sola.

Con otro cigarrillo en la puerta ventana, la situación del país llega inevitable. Suelta el humo, mira hacia los árboles de afuera y habla casi para sí misma:” La política de diezmar el estado me parece una barbaridad. Es criminal. Veremos qué pasa cuando todo deje de funcionar. De verdad eso es una locura que no se puede permitir. Mi esperanza y por lo que trabajo es saber que tenemos una génesis invaluable de resistencias en nuestra historia, ese es nuestro valor absoluto. Y los chicos, ¿sabes? Voy a dar charlas a colegios y los pibes se interesan, preguntan con respeto. No es cierto que todos los jóvenes están con Milei. El problema es que no les hablamos. Eso es algo a cambiar urgente”.

El espiral se consumió y dejó dibujado en el piso del balcón un caracol de ceniza. “Sin duda la patria tira” dice mientras se recuerda a sí misma con seis años “diciendo todo el tiempo que volvíamos, que teníamos que volver. Lo que ahora pensándolo era raro, porque yo nunca me había ido de Argentina, yo nunca me fui, nunca entré a Holanda, porque nací en Holanda y cuando salí era chiquita”. Y contra todas las predicciones, cuando volvió aquel 26 de diciembre a Schiphol Mapa no recordó el idioma ni tuvo ramalazos de su niñez. Sólo cuando llegó a la casa de Manechi, una exiliada que se quedó allí, se sintió bien. Ahí fue cuando comenzó a reconocer los olores “empecé a oler todo como poseída” dice entre risas y “encontré un olor que me llevó directo a mi primera infancia y aún me acompaña: el olor dulce del pan”.

Argenmex, exiliadxs hijxs, 10 años después Segunda generación de exiliadxs en el cine documental

ARGENMEX, exiliados hijos es un documental que fue realizado como tesina de grado de la Carrera de Comunicación Social (UBA). Una tesina de producción. Año 2005: debía elegir el tema para mi tesina y el exilio volvió a mi cabeza como algo ineludible. Yo ya tenía 28 años y llevaba 22 viviendo en Argentina. ¿Por qué elegimos este tema? Porque encontrábamos al exilio como un tema callado, del que casi no se habló, ni se habla. “La dictadura” se ha tratado ampliamente en la sociedad argentina desde que volvió la democracia. El exilio, en cambio, fue muy poco estudiado, aunque cada vez más, de a poco. No podemos decir: censurado, sino más bien, olvidado, relegado, silenciado inclusive por los propios protagonistas. Y lo poco que se difunde, está contado por pocas voces. Me interesaba mostrar particularmente los relatos de los hijo/as de exiliados/as políticos en México. Busqué sus historias de vida. Son experiencias sui generis, por eso conocerlas desde su propio relato. Este trabajo buscó cómo fue vivida esta experiencia, en algunas visiones personales de “hijos de exiliados”, es decir, la generación que nació o creció en el exilio de sus padres/madres. Al planear este trabajo, veíamos que aún no estaba reflejada en la memoria colectiva: la historia propia de los “exiliadxs hijxs”, personas esa generación, que debieron nacer y/o crecer en tierra extranjera y luego regresaron a la Argentina. Son hijxs de personas que se exiliaron durante la última dictadura militar y regresaron a la Argentina en diferentes años. El documental registró los testimonios de estxs jóvenes, sus experiencias y recuerdos. Ellxs pasaron sus primeros años de vida en un país que no es el de su familia, pero del cual han tomado hábitos y costumbres. Se buscó escuchar su versión de la historia. Se decidió primero centrar la narración desde la historia de cada uno de ellos. Pensando en recuerdos como una construcción que no tiene que ver con recuperar datos objetivos, sino adueñarse de la voz, construir el relato. Esta forma de narración, además, evitó el registro individual, para presentarse en forma coral. Un diálogo colectivo entre los protagonistas fue la mejor forma para representar las experiencias, las percepciones, los sentires, etc. El presente y el futuro son los que permiten las interrogaciones sobre el pasado y sus representaciones. La relación del tiempo con la memoria ha sido caracterizada como especialidad porque en la memoria coexisten diferentes temporalidades. Desde el primer momento decidimos (arbitrariamente) que queríamos contar las historias de “hijxs”, sin incluir a “los grandes”. Empecé por los conocidos, pero quería también incluir historias y relatos de personas que no hayan compartido la infancia conmigo. No fue difícil, ya que preguntando y buscando, aparecieron enseguida muchos nombres. No todos quisieron participar. Dar testimonio El sentir colectivo de los testimonios tiene, sobre todo, el valor de expresar vivencias personales de quienes, hasta ahora, no habíamos podido integrar nuestra propia historia en el contexto de los hechos que marcaron las últimas décadas del siglo XX de Latinoamérica. Son diálogos públicos y diálogos 2 producidos en al intimidad, testimonios que se inscriben en la expansión de memorias del pasado reciente. En los testimonios sobre experiencias de la dictadura no se escucharon todas las voces. Una dificultad aparece recurrentemente en los testimonios de hijos e hijas donde, independientemente del contenido del relato, se repite una modalidad narrativa que consiste en resaltar el secreto como estructurante de las relaciones familiares. Tal como explica Alejandra Oberti2 en su texto, el secreto consiste en que durante una parte considerable de nuestra vida no supimos exactamente lo que sucedía. Y en los casos en que disponíamos de mayor información acerca de las desapariciones, exilios, cambios de domicilio intempestivos, lo que conocíamos no eran más que versiones parciales de las “razones de la persecución”. Muchxs de los hijxs de militantes éramos muy pequeñxs cuando empezó la etapa más dura de la dictadura, por lo tanto, los padres o quienes nos criaban tenían que decidir en cada momento qué contarnos y cómo hacerlo. ¿Cómo contarle a una nena de 4 años que su madre era “guerrillera” o que su padre vivía en la clandestinidad con otro apellido? ¿Cómo decirle a un chico pequeño que no cuente a sus compañeritos dónde vive y con quién? Por eso fue estratégico en muchas situaciones contarles solo versiones parciales o falsas, incluso por ciertas reglas de seguridad, protección y supervivencia. Estas son las explicaciones que pueden recrear ahora los militantes de esos años. Sin embargo, “la palabra de los hijos introduce algo que excede esta interpretación; la connotación de seguridad y protección se ve desbordada y arrastrada a otro plano. Darle sentido a ese plus, transformarlo en significante, implica un trabajo que empieza por desmontar las narrativas familiares cristalizadas”, expone Oberti en el libro Lazos de familia3. De lo que se trata es de evitar la tentación de convertir la transmisión en agente congelante de significaciones, ya que los relatos transmitidos pueden ser reinterpretados activamente

«Nuestros padres siguieron militando y denunciando desde afuera»

  Publicado: 22 Marzo 2023

Hijas e Hijos del exilio de Argentina, Uruguay y Chile se reúnen por primera vez. Dossier

La fundadora de Hijas e Hijos del Exilio, Violeta Burkart compartió su historia en La Siesta Que No Fue.

 Violeta Burkart nació en México, sus padres se exiliaron durante la dictadura cívico militar y regresó al país luego del retorno de la democracia, en el gobierno alfonsinista.

«Si podemos separar la historia entre blanco y negro, la parte buena es que quienes nos criamos afuera lo hicimos en democracia, no sufrimos la represión ni las arbitrariedades que se vivían acá. Pero por otro lado, nos criamos en desarraigo, con papás que extrañaban, con muchas noticias que circulaban afuera de lo que ocurría acá, y que acá no se sabía», explicó la fundadora de Hijas e Hijos del Exilio.

«Nuestros padres se fueron para salvarse y salvarnos, pero siguieron extrañando, militando y denunciando lo que se podía», aseveró y agregó: «a nuestro retorno nos encontramos con una sociedad devastada luego de siete años de dictadura».

Hijas e Hijos del exilio de Argentina, Uruguay y Chile se reúnen por primera vez. Dossier

Violeta Burkart aseguró que su infancia, aún después del advenimiento de la democracia, fue conflictiva. «Tuvimos que sufrir la burocracia, por no contar con documentos argentinos, por ser extranjeros en nuestro país, porque no se reconocían nuestros estudios primarios. Teníamos que explicar porque teníamos esos números de documento. Recién pudimos votar en 2004, gracias a un decreto de Néstor Kirchner». 

«Nuestros padres no fueron turistas, a nuestros padres se los llevaron esposados a Ezeiza y los obligaron a irse a otro país. El exilio es eso, no es que uno elige un país para migrar o conocer, es una expulsión. Incluso muchas personas estuvieron viajando de un lugar a otro para conseguir trabajo. No es un exilio dorado como se dijo tantas veces».

Sobre la organización, contó que surgió hace 17 años. «Fue ese hallazgo de encontrar una identidad colectiva, revisando nuestras infancias encontramos muchas cosas en común. Haber crecido con los padres tristes y asustados, con familias desmembradas, son cosas que uno no eligió ni entiende desde niño. Hubo muchas historias que reconstruir. Yo soy Argenmex, no soy ni totalmente argentina, ni totalmente mexicana, porque me faltan ocho años de historia argentina, que aunque parezca poco es en la infancia donde forjamos nuestra identidad».

Hijas e Hijos del exilio de Argentina, Uruguay y Chile se reúnen por primera vez. Dossier

Volver a la Portada de Logo Paperblog