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HIJOS DE HERACLES. El nacimiento de Esparta

Publicado el 24 mayo 2010 por Baoyim
Autor: Teo Palacios
Reseña publicada en MacGregoradas 2010
Cuando el rey Teleclo es asesinado en el año 735 a.C., durante un festival en honor de Artemisa, se inicia una oleada de guerras devastadoras entre Mesenia y Esparta que se prolongaría durante casi ochenta años. Esparta inició entonces una etapa de esplendor social y cultural que la llevó a ser una de las ciudades más respetadas y temidas de su tiempo. Sin embargo, durante los reinados de Teopompo y de su hijo Anaxándridas, mientras entre los habitantes de la polis se suceden las rebeiones y la familia real se desmorona trágicamente, el pueglo espartano se transformará, pasando a estar dominado por la formación militar, la austeridad y la dureza, de tal modo que incluso en nuestros días sigue siendo un referente de una determinada forma de vida.
Teo Palacios recrea esta etapa de luchas y de la configuración de la identidad de Esparta como uno de los pueblos más singulares de la historia.
www.teopalacios.com/
www.hijosdeheracles.com/
HIJOS DE HERACLES. El nacimiento de Esparta
RESEÑA DE CAROLINA MÁRQUEZ ROJAS
En la mitología griega Heracles (en griego antiguo Ἡρακλῆς Hēraklēs, ‘gloria de Hera’) era un héroe y semidiós, hijo de Zeus y Alcmena y bisnieto de Perseo. En la mitología romana se le llamaba Hércules y en la fenicia Melkart.
Siendo una adolescente recuerdo que me aburrían soberanamente las lecciones de Historia. Recuerdo a una profesora que no nos contaba la Historia, se limitaba a leer el texto de los libros y nada más.
Yo pensaba que aquel aburrimiento no podía ser tan mayúsculo y que debía aprobar la asignatura, por lo que hice un esfuerzo considerable para acercarme a ella. Cogí un libro sobre historia de España y descubrí reyes, reinas, la casa de los Austrias, de los Borbones, el descubrimiento de América, los Reyes Católicos, relatos merecedores de protagonizar novelas. Así que pensé que yo podía transformar esas clases aburridas en cuentos para contarme a mí misma. Y eso fue lo que hice y lo que me ayudó a aprobar.
Recibí una buena educación, en la que me transmitieron que debemos ser agradecidos por lo que los demás nos aportan, nos dan o nos regalan. Una de mis educadoras me decía siempre, "Carolina, de desagradecidos está el Infierno lleno", y yo me lo tomé al pie de la letra. No me importa ir al Infierno por otra clase de pecados, pero sí por no agradecer las cosas. Así que, ante todo quiero agradecer a Teo Palacios su interés por tener en cuenta mis deseos de leer su novela; a Josephb Macgregor por su esfuerzo para que llegara a mis manos, y a la editorial Edhasa por enviármela.
La Historia, cuando es novelada, se vuelve transparente y comprensible. Seguí el mismo sistema en la Universidad y enlazaba "mis cuentos" con las clases sobre la política estadounidense, francesa, italiana, alemana y todos los países y pueblos que se me pusieran "a tiro". Comprendí que es la forma de narrar la que te atrapa, el contenido se asimila después y para toda la vida. Pero saber narrar es difícil y la Historia es un gran contrincante que te pone las cosas difíciles, muy, muy difíciles.
Teo Palacios me ha demostrado ser un gran narrador de la Historia.
Sé, por experiencia, que escribir relatos históricos te pone entre la espada y la pared. Cuanto más fiel quieres ser a los hechos históricos, más difícil resulta narrarlos. ¿Por qué? Porque no quieres cometer fallos y la documentación resulta ser un trabajo exhaustivo, tanto, que cualquier palabra, tan sólo una palabra, te obliga a doblar el trabajo buscando más información.
Teo Palacios lo ha tenido realmente difícil. Construir una novela histórica es complicado, no se trata de imaginar e inventar como en una novela de género fantástico, precisamente un género en el que empezó el autor si yo no me equivoco. En ella todo vale pues todo surge de tu mente y nadie podrá decirte que te has equivocado.
Teo se ha atrevido, además con una historia centrada en una época un tanto oscura y confusa, en la que los historiadores no se ponen de acuerdo sobre los acontecimientos, lo que supone caminar en una cuerda floja. Pero a la vez puede significar andar sobre seguro: si los expertos no coinciden en los hechos, ¿quién podrá reclamarte que te has equivocado?. Creo que en este caso Teo ha seguido una línea ortodoxa, la que por lógica resulta ser más fiel a lo que realmente sucedió. Y el resultado es la Historia definitiva, real, y más fiel posible sobre un período crítico en el nacimiento de Esparta.
El relato me ha impresionado, mucho, a pesar de conocer la forma de vida y la educación espartana de la época, una educación militar dura y austera, cruel hasta lo impensable, en la que los niños, solo niños, de siete años de edad eran sometidos al ritual de la agogé: "entre conocer el rito y vivirlo, la diferencia resultaba aplastante".
El sistema resultaba eficaz para crear grandes soldados, fuertes y crueles, temibles guerreros, pero no para crear un ejército en el que el trabajo en equipo resulta fundamental para ganar batallas. Esparta debe sobreponerse a una derrota tras otra, hasta que Anaxándridas, el hijo del rey Teopompo, cambia el sistema educacional. No se puede ser un buen soldado si sólo se busca la gloria personal, a base de una selección "natural" extrema en la que únicamente sobrevive el más fuerte, el más listo o el más taimado, y no se pueden ganar batallas si no es contando con la ayuda de los compañeros en el combate.
Pero Esparta está destinada a conquistar el mundo y a dominar la Hélade, por ello son los llamados "Hijos de Heracles".
La novela es fantástica y se lee con rapidez porque Teo Palacios sabe contar la historia, su prosa es fluida y nada complicada, con anotaciones a pie de página que yo, particularmente, siempre agradezco. Se nota la labor de documentación y nos damos cuenta que "sabe" sobre el tema, aunque se trate de un período un tanto confuso -en este sentido me ha recordado a "Homero y los reinos del mar" de José Ferrer.
Sólo un pequeño apunte, Teo. Me hubiera gustado que Arquidamo, el hermano de Anaxándridas, hubiera tenido más "juego" en la historia y no me hubiera importado que la novela tuviera cien páginas más, pues encuentro el final un poco precipitado, y hubiera leído hasta doscientas páginas más.
Pero es una gran historia y una estupenda narración, porque Esparta se alza sobre todos los pueblos de la Hélade, a pesar de sus fallos, a pesar de todo. No debemos perder de vista a Teo Palacios, recomiendo que leáis Hijos de Heracles.
Enhorabuena, Teo, estamos ante el nacimiento de una ciudad legendaria y de un gran pueblo.
Y os ofrezco a todos estas frases que me han impresionado:
"El bramido espartano ensordeció a todos los presentes, llenando de temor a sus enemigos.
Miles de lanzas inventaron un nuevo sonido: el de la madera que chocaba contra el escudo sobre el que se apoyó cuando los hoplitas espartanos comenzaron su avance, atravesando la llanura.
Era un día de honor y gloria.
Era un día de metal y muerte."

Con estas palabras quiero que entendáis por qué me apasiona tanto la novela histórica.
Gracias Teo.

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