Hay muy poca documentación sobre uno de los lemas más repetidos por las milicianas anarquistas durante la II República y la guerra civil: “¡Hijos sí, padres no!”
Expresabas ideas de la CNT, Confederación Nacional del Trabajo, la unión de sindicatos anarquistas autónomos de toda España, fundada en Barcelona en 1910, y de la FAI, Federación Anarquista Ibérica, organización hermana, semisecreta creada en Valencia en 1927, protagonista de numerosos actos violentos hasta su derrota en la guerra civil.
Quizás por ausencia de una “memoria histórica” republicana extraña que Anna Gabriel, portavoz del partido independentista CUP, Candidatura d'Unitat Popular, diga que en la futura República Catalana las mujeres deberían “tener sus hijos en común y en colectivo” para que sean “educados como en las primeras tribus”.
De acuerdo esa doctrina sobre la organización social la “familia nuclear” es reaccionaria porque instala “el sentido de propiedad sobre los hijos, lo que empobrece su libertad”. Lo mismo afirmaban las impulsivas milicianas de CNT-FAI.
La CUP defiende también que las mujeres no usen durante la menstruación tampones u sistemas modernos que les hacen la vida más cómoda, inventos del odioso capitalismo para explotarlas, sino los métodos de sus bisabuelas, o quizás de las anarquistas, años 30, de toallas y copas lavables y reutilizables.
Hay una diferencia, sin embargo, entre las CNT-FAI y la CUP, pues esta última es independentista catalana cuando sus precedentes eran federalistas.
Además, hay una alianza tácita entre taimados burgueses independentistas catalanes, antes enemigos de los anarquistas, y los miembros de la CUP, que es la aliada catalana de Bildu.
Y esto no sería demasiado importante si no fuera porque los fanáticos de las CNT-FAI descubrieron la utilidad del terrorismo, como en su día los etarras, taimadamente teledirigidos por burgueses independentistas vascos.
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