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Hijras

Publicado el 07 agosto 2014 por Gsnotaftershave @GSnotaftershave
Los hijras han sido un colectivo muy discriminado en India desde la invasión colonialista inglesa / Wikipedia Commons

Los hijras han sido un colectivo muy discriminado en India desde la invasión colonialista inglesa / Wikipedia Commons

La India es el país más contaminado del mundo. También el más pobre, dada su superpoblación, y alberga un porcentaje altísimo de explotación laboral, especialmente infantil. Aún así, este país acaba de dar una gran lección de humanidad. El Tribunal Supremo de India reconoció el pasado abril a los transexuales como un tercer género para acabar, según la sentencia, con la discriminación de este colectivo. Son los hijras, que en urdu significa impotentes.

El texto, que apela a los Derechos Humanos, reconoce que “es derecho de todo ser humano escoger su género”. Mientras que, hasta ahora, en los documentos oficiales figuraban como opciones “hombre”, “mujer” y “otro”, ahora habrá una casilla específica para transexuales, travestis y eunucos (una gran parte de los transexuales en India opta por la castración). Punto para la India, lección para Occidente. La sentencia apela también al Gobierno indio a que reconozca a los transexuales como iguales, aunque tengan un nivel socioeconómico muy bajo, y pide que se les proporcione igualdad de oportunidades sociales y laborales.

El grado de discriminación y rechazo a los hijras es tal que la gran mayoría tiene que ganarse la vida pidiendo en las calles o ejerciendo la prostitución, con los riesgos para su seguridad y su salud que ello comporta, de manera que en el sistema de castas hindú los hijras ocuparían un escalofón muy bajo. Sin embargo, esto no siempre fue así, ya que antes de la llegada de la ocupación colonialista -y homófoba- inglesa, este colectivo ocupaba puestos de trabajo dignos e incluso tenía propiedades. Existían (y existen) múltiples referencias a los transexuales en la documentación antigua, como el Kamasutra y algunos libros sagrados como el Mahabharata, , así que la sociedad les aceptaba como uno más. El propio hinduismo no acoge una definición clara de los sexos y explica, por ejemplo, que el dios Khrisna se transformó en mujer para casarse con Aravan y evitar, así, que éste se entregara soltero en sacrificio a la diosa Kali. Por este motivo, los hijras acuden cada año a la región de Kutayan para “casarse” con Khrisna en un ritual en el que se visten de novia y “enviudan”.

Se estima que hay unos dos millones de hijras en el la India, aunque la cifra exacta es (no sin interés) incierta, y la mayoría de ellos nacieron varones. Son pocos, desde el punto de vista de la superpoblación india, pero cualquier número es insignificante ante la discriminación y la desigualdad. Aún así, no hay que olvidar que la homosexualidad sigue estando considerada un crimen en India y que este colectivo es muy perseguido, siendo ilegales las relaciones sexuales entre personas del mismo sexo. Por lo tanto, aún queda un largo camino por andar en este sentido y, de momento, si los gays quieren amarse libremente tienen que cambiarse de sexo. Como siempre, en todas las civilizaciones, lo que molesta es lo visible.

CLÁUDIA MORÁN

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