Revista Cultura y Ocio

Hillary Clinton: en busca del regreso a la Casa Blanca

Por Gomezbelda

Tema: Simply the Best (Tina Turner)

Con más retraso del que nos gustaría, arrancamos nuestro serial sobre la campaña para las elecciones presidenciales de 2016 con el análisis del perfil de los principales candidatos en liza en los dos grandes partidos. Por ser la formación gobernante, damos comienzo a este especial con los aspirantes por parte del Partido Demócrata. Concretamente, nuestra primera protagonista es la ex primera dama, ex senadora y ex Secretaria de Estado Hillary Diane Rodham, más conocida como Hillary Clinton. Se trata de una de las políticas más mediáticas de Estados Unidos y también una de las más fascinantes por su ecléctica ideología.

Hillary Clinton no puede presumir de orígenes humildes ni de haber tenido que luchar desde muy pequeña para sacar adelante a una familia. De lo que sí que puede presumir es de un muy meritorio expediente académico y de una gran capacidad para el liderazgo desde edades muy tempranas. Nacida en Chicago en 1947, la joven Hillary tuvo el honor de ser la primera mujer que era elegida para pronunciar el discurso de la ceremonia de graduación en el Wellesley College. Desde ahí daría el salto a Yale, universidad en la que conocería al que sería su marido, Bill Clinton.

En 1978 protagonizó sus primeras grandes apariciones públicas con motivo de la campaña de su marido en el Estado de Arkansas, siendo la primera dama del Estado durante dos periodos (1979-1981 y 1983-1992). Volcada con la carrera de su marido (y quizá pensando ya en la suya propia), en 1992 volvió a ser muy visible durante la campaña para las presidenciales. La llegada de Clinton a la Casa Blanca la convirtió en una figura nacional, en ocasiones muy a su pesar. Y es que, su imagen se vio seriamente comprometida por el ‘escándalo Lewinsky’, ya que toda la Nación siguió en directo su crisis matrimonial.

Aunque Hillary aseguró públicamente que había perdonado a su marido, tan pronto como la familia se marchó de la Casa Blanca comenzó a ser patente el distanciamiento entre los cónyuges. Lejos de regresar a su carrera como abogada, Hillary se presentó al Senado por Nueva York y dejó muy claro que si la carrera de su marido había acabado la suya no había hecho más que empezar. La señora Clinton tenía muy claro cuál iba a ser su siguiente paso y tras retener su escaño en la Cámara Alta en 2004 se dispararon los rumores sobre una eventual candidatura presidencial.

Efectivamente, Hillary se echó al ruedo en 2007 y por momentos llegó a ser la candidata favorita de los demócratas. Su principal rival era un Barack Obama bastante desconocido entre el gran público, lo que llevó a la senadora a subestimar el verdadero potencial de su compañero de filas. En los simbólicos caucus de Iowa, las primeras votaciones primarias, Hillary se anotó un sorprendente tercer puesto. Quedaba claro que la nominación no iba a ser el camino de rosas previsto y la candidata hizo un verdadero alarde de poderío económico (su campaña, de hecho, se vería envuelta en casos de financiación irregular).

Clinton se adjudicó dos victorias muy importantes en los Estados más poblados, California y Nueva York, y se colocó a la cabeza tanto en votos como en delegados. No obstante, Obama encadenó doce victorias consecutivas y ni siquiera el triunfo de Hillary en otro gran Estado, Texas, le salvó de la derrota final. En junio de 2008, Obama contaba con el 43% de los delegados frente al 37% de Clinton cuando esta decidió retirar su candidatura para que el partido cerrara filas en torno al ganador virtual de la campaña. Con cerca de 18 millones de votos, nunca antes una mujer había obtenido unos resultados tan positivos en unas primarias.

El triunfo electoral de Obama frente a McCain significó el nombramiento de Hillary como Secretaria de Estado, una suerte de ministro de Exteriores. Su paso por tan elevada cartera estuvo marcado por la tensión diplomática con Irán y por los episodios conocidos como la Primavera Árabe. En todos estos conflictos, Clinton mantuvo una política de fuerza y fue muy contundente al apoyar las revueltas en Túnez, Libia, Egipto o Siria. Recientemente, ha reconocido su error de cálculo porque el vacío de poder dejado en algunos de esos países ha dado alas al autodenominado Estado Islámico. En 2012 decidió no competir contra el presidente Obama.

Así, tenemos ante nosotros a una candidata cuyo perfil ideológico es muy complejo. Conservadora en su juventud (hizo campaña por Goldwater y McCarthy), su posición en materia de política exterior siempre ha sido la de reafirmar el liderazgo de los Estados Unidos allí donde se vea comprometido. En consecuencia, no ha reusado nunca la intervención militar siempre y cuando se lleve a cabo con fundamento. Por el contrario, es una clara partidaria del aborto y de garantizar mayores coberturas sociales a los estadounidenses. Liberal en lo económico, progresista en lo social, vuelve a ser la candidata más sólida entre los demócratas.

El tema escogido para acompañar a Hillary tenía que rezumar potencia y carácter, requisitos que se cumplen en el Simply the Best de la gran Tina Turner.


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