En frente de mi casa, los lunes, a las 5:06 minutos, pasa siempre una mujer. Media la vida en su caminar, siempre presuroso.
Nunca me ha visto. No sabe que existo. La miro siempre escondido atrás de la cortina. Ella camina, sólo eso.
Mis amigos me dicen que me decida a hablarle, que no pierdo nada con intentar, que tal vez ella me quite la tristeza o tal vez hasta me quiera con ella. Pero yo soy tímido y además no tengo nada que decirle. Pero yo he pasado ya los años en los cuales decía a una mujer que me gustaba. Pero yo... ya tengo un plan.
He amarrado un ovillo de hilo a la pata de mi cama. Lo he llevado de mi alcoba hasta la puerta, y de allí he cruzado los tres pisos hasta la puerta del edificio. La punta del hilo está ahí, justo en el medio de la calle por la cual ella pasa. Son ya las 5:03.
Tal vez aquella mujer sepa leer entre hilos que en el centro del laberinto, una suerte de Minotauro tímido la espera.