Editorial Random House.
464 páginas. 1ª edición de 2010.
Recuerdo la aparición de esta
novela en 2010, tras ganar el XXVI premio
Jaén. Recibió muchos elogios, entre ellos los de mi respetado Ignacio Echevarría, que apuntó: “Por
fin un verdadero acontecimiento en el escenario de la nueva narrativa
española.” Barajé la idea de leerla, y lo cierto es que fue la reseña de Ricardo Senabre en El Cultural la que hizo que se me quitaran las ganas. En esta
reseña (se puede leer AQUÍ) el aparente entusiasmo de Senabre (“una novela
enormemente ambiciosa”), se va diluyendo por el camino (“El autor se demora en alardes que, aun siendo
una fiesta para el entendimiento, paralizan o retardan a menudo la acción”),
hasta un final en el que saca las vergüenzas al autor, a los correctores de
Mondadori o al propio editor mostrando ejemplos de los errores gramaticales del
libro, impropiedades léxicas e incluso faltas de ortografía.
Así que leí reseñas de Hilos
de Sangre de Gonzalo Torné
(Barcelona, 1976) y al final me decidí por otras lecturas. En enero de 2014
Torné habló de mi blog, Desde la ciudad sin cines, en su
página Rutas hacia la lectura de El Cultural (Se puede leer su
comentario AQUÍ). Es decir, yo no había leído a Torné, pero él si me había
leído a mí. Esto fue para mí –auténtico periférico de la literatura- toda una
sorpresa. Después de tantos años de leer El Cultural, semana tras semana, llegó
el día en el que mi nombre apareció dentro. No de la forma soñada, con la
reseña a alguno de mis libros, pero sí relacionando mi nombre con la literatura
(al fin y al cabo mi blog es posiblemente mi mejor obra literaria). Se volvió a
renovar mi interés por la obra de Torné. Más de una año después de este
momento, me he acercado a Hilos de sangre,
libro que me dejó Alberto Olmos hace
ya unos meses.
La narradora principal de Hilos de sangre es Clara Montsalvatges.
Cuando comienza la novela tiene treinta y tres años y está a punto de
divorciarse de Joan-Marc. Durante la primera parte de la novela (dividida en
cinco, de muy diversa extensión), su voz narrativa se intercala con los correos
que se está intercambiando con sus hermanos: Álvaro (el menor) y Amanda (la
mayor); el tema principal del que hablan es el de su inminente divorcio.
Además, mientras Clara trata de tomar fuerzas para dejar a Joan-Marc un segundo
acontecimiento está perturbando su vida familiar: su abuelo Gabriel está a
punto de morir, sobrepasada ya la barrera de los noventa años.
Hilos de sangre debe leerse con atención: Torné no se para
demasiado a aclarar las relaciones que existen entre los personajes, y será
tarea del lector ir recordando los detalles vertidos sobre la página para
reconstruir la historia.
Leí en una entrevista que dos de
los autores de cabecera de Torné son Saul
Bellow y V. S. Naipaul. A este
último aún no lo he leído (a pesar de tener uno de sus libros esperándome desde
hace años en mi montaña de inleídos), pero de Bellow sí que he leído algunos de
sus libros más significativos y puedo reconocer su influencia sobre esta
novela. En Herzog, por ejemplo, el protagonista está también a punto de
divorciarse y para pasar el trago se encuentra con algunas de las personas más
importantes de su vida, además de dedicarse a mandar cartas desquiciadas a diversos
organismos. En la novela de Torné las cartas se han cambiado por correos
electrónicos.
La voz narrativa de Clara se
dirige a su hermano Álvaro. Algo que iremos descubriendo paulatinamente. En la
página 76 nos encontramos con alguna pista: “Si te soy sincera”, dice. ¿Con
quién conversa Clara?, pensaremos. Más adelante, de forma más explícita,
sabremos que se dirige a Álvaro, que es un escritor de cierta relevancia.
Clara, a su vez, está tratando de escribir una novela, y Amanda, la tercera
hermana, también está relacionada con el mundo de los libros, ya que trabaja
como traductora. Esta conexión con la literatura puede explicar el alto nivel
lingüístico e intelectual de los correos electrónicos que se intercambian. Al
principio me estaban pareciendo demasiado artificiosos para tratarse de la
conversación entre tres hermanos sobre los problemas matrimoniales de uno de
ellos. Más difícil de justificar me parece el rico nivel oratorio de los
diálogos que Torné ha escrito para sus personajes. Es difícil pensar que
alguien pueda hablar así (Joan-Marc o Gabriel, por ejemplo), sin haberlo
preparado previamente y estar leyendo un texto en vez de conversando.
Álvaro ha encargado a su hermana
Clara que le ponga al corriente de su relación con el abuelo Gabriel, puesto
que quiere escribir sobre la familia (sobre los hilos de sangre que unen a los
personajes de esta novela). En la cuarta parte del libro –titulada Carne
y pureza- el narrador ha dejado de ser Clara -me costó unas cuantas
páginas comprender que la voz narrativa era ahora la de Gabriel Montsalvatges-,
y que la acción se ha trasladado a la década de 1930. Lo cierto es que al
empezar en esta parte a hablarnos el narrador de reuniones clandestinas de
carácter político en las que se bebe ginebra, pensé que ahora se nos iba a
hablar del padre de Clara y que la narración se había trasladado a las
postrimerías del franquismo, a la década de 1970, más o menos. Tardé,
posiblemente, unas cuantas páginas más de las necesarias en salir de mi error.
Que el protagonista fuese a visitar al seminario a su hermano Jonás debería
haberme aclarado todo, en el supuesto de que yo estuviera reteniendo en mi
memoria todas las relaciones que existen entre los personajes citados a lo
largo de las 464 páginas de la novela. La historia de Gabriel abarca desde la
época de la segunda república, pasando por la guerra civil, y las miserias de
las primeras décadas del franquismo. En la parte anterior –Una danza de deseo- es Clara la que está reconstruyendo la vida de
Llort, el que fue jardinero de Gabriel en Tredòs, en el valle de Arán.
Al acabar Hilos de sangre he tenido la sensación de que una de sus lecturas
posibles era la de haberme acercado a tres novelas ensambladas: la de Clara
divorciándose de Joan-Marc en la Barcelona del siglo XXI; la de Llort, el
hombre práctico de una clase social inferior a la de los Montsalvatges, que
sale adelante en el valle de Arán, entre servidumbres y represión sexual; y la
de Gabriel, que comienza en la década de 1930 y llega hasta la de 1950. Aunque,
es cierto, que la sombra de Gabriel se alarga imponente sobre Clara, y
consigue, a través de sus nietos, adentrarse también en el siglo XXI. Me ha
parecido, en cualquier caso, curiosa la exclusión en esta novela de nietos y
abuelo de la generación de los padres.
Antes he hablado de Herzog de Saul Bellow como posible
fuente de inspiración de Hilos de sangre;
tendría que añadir que Herzog es una
novela más cohesionada que la presente, más compacta; sigue el drama de su
personaje y lo dejará al final, cuando haya acabado su periodo de tránsito
hacia otra fase de su vida.
Yo –sobre aviso gracias a
Senabre- he detectado algunos errores ortográficos o sintácticos en la novela.
Lo cierto es que esto más que un demérito de Torné (Gabriel García Márquez parecía vanagloriarse de sus errores
lingüísticos, por ejemplo), me lo ha parecido de Radom House.
Espero que las editoriales no empiecen a prescindir de profesionales tan
valiosos como los correctores de texto.
Hilos de sangre, pese a los excesos retóricos ya comentados en los
correos electrónicos o diálogos, me ha parecido que contiene páginas de gran
belleza formal y ambición estilística. La novela está profundamente trabajada
en sus detalles, no creo que haya ningún error de coherencia interna entre toda
la información que se ha desplegado en el texto, aunque, como ya he comentado,
a veces es poco amable con la capacidad retentiva del lector. Quizás en algún
momento no he tenido muy claro hacia dónde quería conducirle la novela, y esto
ha hecho que bajara mi interés en algunos tramos. ¿Esta novela quiere hablarme
de la Barcelona del siglo XXI? ¿Quiere hablarme de la Barcelona de 1930 y la
guerra civil? ¿Quiere hablarme de los catalanes del interior, del valle de
Arán? ¿Quiere hablarnos de la familia, del arte, de la casualidad?
La novela está fechada en su
última página en noviembre de 2009. Imagino que estará escrita entre 2008 y
2009. La primera novela de Torné –Lo inhóspito- se publicó en 2008, y
se acabaría de escribir antes, así que tal vez comenzó con Hilos de sangre en 2007. Es decir, Gonzalo Torné comenzó a escribir
esta novela con poco más de treinta años. Con los materiales que despliega en
ella (dejando ahora de lado el notable trabajo estilístico) otros escritores de
su generación podrían haber escrito al menos tres libros. Así que a pesar de
sus altibajos, de sus excesos, de sus aparentes caminos sin salida, me voy a
quedar con la parte positiva de esta lectura: Gonzalo Torné es un escritor de
gran ambición, destinado a controlar con mayor madurez sus poderosos recursos
narrativos y a escribir obras de mayor perfección en el futuro.