Revista Cultura y Ocio

Hilos – @Don CorleoneLaws

Por De Krakens Y Sirenas @krakensysirenas

No pueden explicarse porque no se ven, y creer en su existencia es una simple cuestión de fe que, a muchas personas, se les antoja demasiado compleja de asimilar. No todo el mundo está preparado para creer en lo intangible y la ignorancia es tan dañina como atrevida.

No los ves, pero sientes que están ahí, acompañando tu devenir como testigos mudos de los acontecimientos que te van sucediendo y que te vinculan a lugares, personas y situaciones imposibles para los que faltarían palabras que pudieran expresar suficientemente el por qué son parte de ti.

Están ahí cuando, tras un tiempo lejos de los tuyos, te reencuentras con la mirada limpia de esa madre que siempre te verá como a su niño pequeño, o con la temblorosa voz al teléfono de tu padre que, con un templado “hijo mío” pretende solicitarte un favor que no te costará trabajo hacerle.

Están ahí como ángeles de la guardia cuando, consumido de pena, ves marchar a tu hija sabiendo que no estará bajo tu protección los siguientes quince días, y miras al cielo suplicando treguas para todo lo malo que pueda venirle en un mundo tan jodídamente ingrato y desagradable.

Están ahí al descolgar el teléfono y notar esa especial conexión con una voz de la que estás prendido: una voz a la que no tardas en imaginar rostro, aroma y postura mientras habla relajadamente contigo tumbada en esa cama que tu desearías estar ocupando en ese preciso instante.

Están ahí en el inconfundible olor que te recuerda a una piel que besaste; en el regusto de un guiso que te lleva a la infancia; en el color intenso que identificas con una mirada inigualable; en la melodía de una canción que te eriza la nostalgia en la espalda; en el perfil de un paisaje en el que fuiste feliz; están en ti porque contigo viajan, porque son tú mismo…

Están ahí presentes como en la firme mano de un globero, no dejando escapar a esos amigos del alma que sabes que siempre estarán para lo importante pese a que no los escuches a diario, y mantienen tensos los vientos de vuestras relaciones sin importar la distancia.

Están ahí, incluso, para perpetuar viva la llama del recuerdo con aquellos que tus ojos ya no contemplarán más nunca, pero siguen enganchados al inagotable cariño de los recuerdos vividos de tal manera que, en ocasiones, parecieras sentir la calidez de su consuelo cuando suspiras.

Están ahí: siempre están ahí.

Y una de las mayores ambiciones que existen en este mundo tan carente ya de valores fundamentales es la de querer manejarlos desde todos aquellos estamentos que posibiliten sentirse poderoso. Sin embargo, y afortunadamente, la clase de ellos que aspiran a manejar tantas mentes deshabitadas son simplemente los que dependen de ese dinero que da y que quita, que mueve o aparta, pero que no podrá llevarse nadie consigo cuando deje de “estar” para, simplemente, “ser”.

Tratad de cuidarlos siempre, de mantenerlos limpios, vivos y firmemente atados, porque ellos son los que nos convierten en seres especiales, sensibles y ajenos a todo ese borreguismo prefabricado de palabras huecas y sentimientos vacíos al que ya muchos se han acostumbrado.

Siempre están ahí. Son simples hilos, pero son fundamentales…

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