En el campo de la medicina estética, llevamos mucho tiempo intentando mejorar la piel de la cara, siendo lo menos agresivos posible. En este sentido, se han ido sucediendo generaciones de hilos tensores desde los años 90, primero con hilos de sustentación para la cara interna de muslos y brazos.
Estos hilos eran hilos de sutura que venían montados sin aguja y cuya característica principal era el ser biocompatibles y de reabsorción lenta. A principios de los 2000 aparecieron los primeros hilos faciales (hilos barbados reabsorbibles y permanentes), luego los conizados, los hilos búlgaros. Hilos con fijación quirúrgica y sin fijación. Estas técnicas eran más complicadas, podían dejar secuelas, pequeñas cicatrices, etc.
Los nuevos hilos aparecen en Europa ante la demanda de técnicas con pocos efectos secundarios, que puedan ser utilizados por médicos con poca experiencia quirúrgica y que fueran sencillos de poner. En Corea del Sur se ha estado desarrollando esta técnica desde hace unos 10 años.
Los hilos fueron valorados, probados y finalmente aprobados por la FDA. Así fueron posteriormente aprobados para Europa y pudieron obtener el marcado CE.
Revolución de los hilos japoneses
Los hilos japoneses presentan una gran novedad. Son completamente reabsorbibles, ya que son de PDO (Polidoxanona). Es el hilo de sutura oftálmico, que cuenta con más de 10 años de estudios y con biocompatibilidad más que probada. Otro gran adelanto de los hilos japoneses es que vienen montados en agujas tan finas como las de acupuntura, por lo que un poco de crema anestésica es suficiente para ponerlos sin dolor. En definitiva, se trata de una técnica inocua e indolora.
El truco de estos hilos japoneses está en la forma de ponerlos. La profundidad y los ángulos con respecto a las líneas de fuerza de la piel facial, junto con la experiencia y destreza del médico estético, consiguen sacar de esta técnica el máximo partido. Además de contrarrestar la flacidez gravitacional, se obtiene una mejora de la calidad y luminosidad de la piel de la cara.
Conseguimos un efecto de rejuvenecimiento sin necesidad de bisturí.
Los hilos japoneses están indicados para otras zonas corporales, además de la cara. Son eficaces, por ejemplo, para la flacidez de la cara interna de los brazos en mujeres no obesas, cara interna de los muslos, ombligo, e incluso en mamas, después del embarazo, consiguen corregir la pérdida de grosor de la piel de la mama, mejorando su posición. Estas ya son técnicas que sí requieren de pericia quirúrgica por parte del médico.