Si hay algo característico en la Diabetes, una de las enfermedades crónicas más extendidas y peligrosas que hay, es que se instala y se desarrolla sin anunciarse: cuando los primeros síntomas aparecen, simplemente no hay vuelta atrás.
Vale la pena aclarar que la Diabetes no tiene cura, pero, gracias a los avances de la ciencia médica, esta condición crónica se puede controlar, a través de insulina (una hormona que regula la cantidad de azúcar en la sangre), controles médicos permanentes y una dieta equilibrada.
Esta enfermedad puede acelerar su aparición al excederse en el consumo de dulces, por la obesidad de quien la porta y más aún, si la persona en cuestión tiene antecedentes familiares de este mal. También, las tensiones, los nervios y el estrés elevan los niveles de azúcar en la sangre, pero ese solo factor no causa Diabetes.
La regla básica es la educación diabetológica del paciente, si no se establece un balance nutricional, un plan de ejercicios y una disposición personal para cambiar lo que está haciendo mal en su rutina diaria, existirá el riesgo de que suceda una de las dos emergencias en Diabetes, que son hipoglicemia (bajos niveles de azúcar en la sangre) o hiperglicemia (elevados niveles de azúcar en la sangre). Si los niveles de azúcar se mantienen muy elevados por un periodo de tiempo largo, esto puede traer como consecuencia una situación peligrosa, denominada cetoacidosis. Si no se controla el elevado nivel de glucosa en la sangre por varios años se pueden desarrollar las temibles complicaciones crónicas asociadas con la Diabetes.
Para prevenir este mal, se recomienda consumir alimentos bajos en calorías y en grasas, hacer ejercicio regularmente, conservar el peso y realizar chequeos regulares para descartar dicha enfermedad.
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