La ahora denominada hiperinflación en Venezuela sigue imparable y sin el mínimo atisbo de poder controlarse. Algunos opinan que es de las mas dañinas conocidas en la historia. La aberración económica se deja ver en todo: los automóviles parados por falta de repuestos y cauchos, ésto último algo impensable en tiempos pasados. Escaces de alimentos. La gente viste mal. Sus zapatos ya se ven gastados. Los seguros médicos prácticamente no funcionan y tampoco casi ningún hospital o clínica privada acepta a los pocos que lo hacen. Los alimentos pueden duplicar su precio en cuestión de 2 ó 3 días, lo que también sucede con los medicamentos. Ante éste escenario los responsables del gobierno venezolano se escudan en la por ellos denominada guerra económica, mientras que para los detractores desde tiempos del desaparecido Hugo Chávez, pero también para los convertidos en opositores tras su muerte, el deterioro económico de Venezuela es consecuencia de un modelo económico equivocado, el del Socialismo del Siglo XXI.
Lo cierto es que para ciudadano común, las recientes medidas económicas implementadas por el gobierno venezolano, como el cambio de cono monetario con la eliminación de cinco ceros a la moneda, el lanzamiento de la criptomoneda el petro, o el ahorro en oro, han naufragado en el mar de la hiperinflación. En el campo político al menos estas medidas parecen haber dado la suficiente fortaleza al gobierno para sacar un poco mas de cinco millones de votos en las recientes elecciones municipales, de un total de 20 millones y un poco mas de ciudadanos llamados a votar. Un fenómeno que no es fácil de explicar para muchos analistas e imposible para otros. Lo mismo sucede con la suerte de pacificación en que entró el país luego de la elección de la Asamblea Nacional Constituyente hace ya casi año y medio.

