A muchos nos ha ocurrido que desde muy pequeños,debido a nuestra natural hipersensibilidad a los estímulos del entorno,llegamos a desarrollar una suerte de técnica de escape mental como respuesta evasivo-defensiva,mediante la exclusiva,y a menudo excesiva ,concentración en los movimientos del pensamiento.Este, entendido no ya como tarea de desarrollo de sus habilidades más enriquecedoras y creativas,sino como un proceso a largo plazo,de autoextrañamiento autodestructivo y de separación entre el yo y el entorno inmediato. Tras el paso de muchos años de vida en este autoimpuesto ejercicio «rutinario-cataléptico»,con sus inevitables consecuencias de embotamiento físico y mental,en una forma de vida de constantes reacciones automáticas inconscientes en respuesta defensiva a los estímulos externos,llega el inevadible momento,a veces originado por circunstancias muy difíciles en la vida,en que por fin llegamos a la consciencia y al careo con este estado negativo o dilema y es cuando decidimos actuar para reparar en un giro significativo,con relación a dichos autoimpuestos automatismos que en su momento funcionaron como una relativa tabla de salvación: llegamos a tal conclusión y vemos tal espantosa evidencia de la disociación entre nuestro yo ,nuestro cuerpo y el mundo,que no queda más «evasión» posible que poner en marcha un proceso de autoregeneración,siendo muy conscientes de la ardua y,en un principio agotadora,y sin embargo,ilusionadora tarea en la que nos vemos envueltos.Cara a cara y sin poder optar por otra salida que no sea el más directo contacto con la realidad.
Puede ser entonces cuando toda la vieja maquinaria engrasada diariamente por la mente durante años,opte,agotada,por descansar en el cuerpo,también maltratado por falta de autobservación,dándole a éste su protagonismo,mediante una reeducación amorosa de los sentidos y una atención cariñosa de lo que se percibe y siente en cada momento.Esta puede ser la oportunidad de volver a sentir la dicha de una acogedora integración y colaboración entre la mente y el cuerpo para volver a sentirnos partes integrantes y participativas de la vida,con la plena aceptación de sus facetas más y menos agradables,en un proyecto nuevo,vital y constructivo